Nemi, Italia. 3 de septiembre de 2021. Inicia la jornada con la celebración eucarística en rito siro-malabar, presidida por los capitulares de la provincia de St. Thomas. Hemos entrado en contacto con la tradición y el rito sirio-oriental, compartiendo la mesa de la Palabra y la mesa del Pan en dos lenguas: el malayalam y el inglés. Después de la Eucaristía, nuestros hermanos han regalado a cada capitular una cruz de santo Tomás, emblema de la Iglesia católica siro-malabar. También felicitamos y oramos por nuestro hermano Ricard Costa-Jussà, provincial de Sanctus Paulus, que celebra su vigésimo séptimo aniversario de ordenación presbiteral.
La primera sesión del Capítulo estuvo iluminada por la proclamación del inspirador pasaje evangélico que llama la atención sobre la necesidad de poner el vino nuevo en odres nuevos (Lc 5,36-39). ¡Nunca más oportuno! La aplicación del texto a la dinámica de estos días ha surgido espontánea. También nosotros queremos poner el vino nuevo de nuestro discernimiento en unos nuevos odres, que sean capaces de contener toda la audacia que ha inspirado nuestras conversaciones y se manifiesta en la metodología capitular. Nuevas deben ser las formas que se proponen para constituir comunidades sinodales; nuevas han de ser las maneras de lograr un consenso.
Poco a poco, y con la sensación de estar en un cierto impasse, hemos comenzado a diseñar un proyecto de congregación para el próximo sexenio: nuestra Agenda 2027. Para hacerlo, en primer lugar, hemos estudiado con detenimiento los dos primeros sueños reformulándonos en un diálogo personal y grupal. En la sesión de la tarde, iniciada en el aula capitular y continuada en el trabajo de grupos, hemos repetido la dinámica de la mañana, pero orientándola a la visualización y concreción de los compromisos que queremos proponer a la Congregación para el futuro que ya estamos construyendo. El vino nuevo que Jesús nos ofrece hoy efectivamente nos obliga a cambiar de odres.
Finalizamos nuestra jornada confiándonos al Corazón Inmaculado de María, rezando y contemplando los misterios dolorosos del santo Rosario. En este momento de plegaria mariana latía el sentir espiritual de toda la Congregación que nos acompaña desde la distancia. Mañana seguimos trabajando: las conversaciones en el camino continúan y, sin duda alguna, nos reservan muchas sorpresas.
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