Nemi, Italia. 26 de agosto de 2021. Hay mucho que ganar si permitimos que el espacio vital desvele sus misterios, aquellos que a menudo están ocultos a la vista. Justo hoy conmemoramos ciento sesenta años de uno de esos misterios que vivió nuestro Padre Fundador, la «gracia grande», la experiencia que le concede el Señor en el ocaso de su vida terrena como culminación de su larga y profunda vivencia de la Eucaristía.
Y así comenzamos el día, agradecidos por tantos dones: la Pascua de uno de nuestros hermanos que tanto sirvió a la Congregación, P. Rafael María Serra Bove, cmf (Sanctus Paulus), sobre todo por su ardua labor como postulador de la causa de beatificación de nuestros mártires; el don de la vida que le concede a nuestro hermano P. Juan Carlos Bartra, cmf (superior mayor de Perú-Bolivia); la dicha de nuestros hermanos polacos que festejan hoy la Virgen de Czętochowa y, en fin, por el don de poder concluir hoy la primera parte de este caminar capitular, este descubrir que nos ayuda a sintonizar con Ios caminantes acompañados por Jesús.
Ya en el aula capitular, dimos la bienvenida a nuestros hermanos de la India que se encontraban en cuarentena prescriptiva. Sentados a la mesa presidencial estaban el presidente capitular, P. Mathew Vattamattam, cmf, el vicepresidente, P. Gonzalo Fernández, cmf, y el secretario, P. Joseba Kamiruaga, cmf, presentándonos varios aspectos de gobierno durante este sexenio, a saber: la reorganización en la Congregación, la formación para la misión universal, la interculturalidad en la Congregación y los temas desarrollados por las comisiones precapitulares, como la misión intercongregacional en Madagascar o las misiones interprovinciales, entre otros.
En la segunda parte de la mañana el Gobierno General respondió a las preguntas que la asamblea capitular consideró oportuno después de haber vivido la fase evaluativa del capítulo. Además, cada miembro del Gobierno General compartió algunas de sus experiencias más significativas durante este sexenio entre las que sobresalieron el amor a la Congregación, la profundización en la confianza y disponibilidad para ponerse en manos de Dios, la oportunidad de conocer y acompañar a los hermanos en las periferias, la transición de vivir la misión desde una perspectiva local a una universal, la constatación de que nuestro Señor es el Dios de las oportunidades y de poder reconocerse diferentes y capaces de trabajar en equipo. Además, subrayaron que han podido contemplar la belleza de la Congregación y que han aprendido a no dar tanta importancia a las obras como a las personas.
Al hacer memoria de su vivencia como Superior General, P. Mathew Vattamattam señaló que
«poder servir a la Congregación me ha permitido sentirme discípulo del Espíritu Santo. Sufrimiento y amor van de la mano. Nuestro sufrimiento es poco cuando vemos lo que viven nuestros hermanos en situaciones dolorosas y, así, aprendemos a amar más a nuestra Congregación. Sin estar arraigados en el amor del Señor no podemos discernir y acompañar a nuestros hermanos. Lo bello de nuestra misión es dar la vida por nuestros hermanos y hermanas en las periferias».
Los últimos momentos de la mañana se dedicaron a hacer un resumen y revisión de lo vivido en la primera etapa que concluía, señalando lo más sobre saliente del método sinodal, narrativo y apreciativo.
La primera parte de la tarde se vio colmada de encuentros, virtuales por obvias circunstancias, entra hermanas y hermanos de las diferentes ramas de la Familia Claretiana. Desde diversas latitudes nos enlazamos para compartir el sentir y los anhelos del caminar andado y aún por recorrer.
Se unieron a este encuentro [https://youtu.be/l8JnpHKfz3I] Maria del Mar Álvarez (directora general de Filiación Cordimariana); Hna. Priscilla Latella y Hna. Cristina Ruberte (consejeras generales de las Religiosas de María Inmaculada – Misioneras Claretianas); Miguel Ángel Sosa (secretario general de Seglares Claretianos); Hna. Ana. Dulcinea Ribero y Hna. Maria Fatima Naves (superiora y consejera generales de las Misioneras de San Antonio María Claret); María Gracia Barquero (superiora general de las Misioneras de la Institución Claretiana); Hna. María Ciprian, Dania Alejandra Velázquez y Carmen Martínez (superiora y consejeras de las Misioneras Cordimarianas) y Hna. Natividad (superiora de las Misioneras de María Inmaculada). Todas nos han impulsado a seguir siendo audaces para audazmente amar; atender especialmente a los pobres; formar conciencia ciudadana en la amistad social y responsabilidad política; soñar en clave de familia el don que se nos ha legado; ser semilla de esperanza en un mundo desesperanzado, multiplicando los evangelizadores que transmitan el Evangelio, y ser constructores del Reino transformando las estructuras injustas, denunciando pero con ánimo de conversión, sin eludir nuestras propias responsabilidades.
Finalmente, cerramos la jornada celebrando la Eucaristía [https://youtu.be/ByjueTzVpWA], animada por nuestros hermanos de la provincia de Brasil y presidida por monseñor Luis Ángel de las Heras Berzal, cmf, obispo de León (España) quien nos invitó a que
«[…] recreemos, pues, la “misión” con toda la Iglesia, pueblo de la fraternidad y del camino, que se ha de acercar cada vez más al Reino de Dios y su justicia samaritana y se ha de alejar din descanso de las tiranías de la división, la opresión, la sombra y la muerte».
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