Roma, Itália. Já se passaram cinco dias desde o início da XV Assembleia Geral Ordinária do Sínodo dos Bispos sobre os jovens, a fé e o discernimento vocacional. A seguir se apresenta um resumo do que aconteceu durante as intervenções e debates durante estes últimos dias.
Lo primero que hicieron los participantes del Sínodo fue orar para que Dios guíe estas tres semanas de Asamblea sinodal. El Papa Francisco pronunció su discurso de apertura en el que, entre otras cosas, dijo que el Sínodo debería ser un momento para compartir y, sobre todo, para escuchar. Con demasiada frecuencia no se ha prestado atención a la voz de los jóvenes. Invitó a los participantes a que se mantuvieran callados durante 3 minutos después de cada 4 o 5 intervenciones para asimilar lo que se había escuchado. A medida que avanzaba el discurso, habló sobre el clericalismo para disuadir a aquellos que creen que su vocación implica “poder” en lugar de “servicio” y para persuadir a los participantes de que esto no debe prevalecer en el Sínodo. Y hacia el final, en tono de broma, invitó a los participantes a no dejarse llevar por el pesimismo.
A medida que han avanzado los días se han abordado múltiples problemas, desde la inmigración que afecta principalmente a los jóvenes, a la credibilidad de la Iglesia, la afectividad y la sexualidad. Durante la tercera y cuarta sesiones se han debatido otros problemas sociales, políticos y religiosos que pesan sobre los jóvenes. También, se debatió la cuestión de las relaciones prematrimoniales y la dificultad de explicar la moral sin que los jóvenes se sientan juzgados, heridos y se sientan alejados de la Iglesia.
El viernes, uno de los padres sinodales, el Arzobispo Anthony Fisher, de Sydney, se disculpó con los jóvenes en nombre de los líderes de la Iglesia, no solo por el maltrato de la Iglesia en lo que se refiere al abuso sexual, sino también por no abordar las fallas catequéticas y pastorales, por la deficiente predicación, por la catequesis o dirección espiritual de los sacerdotes que no logran convertir.
El sábado, cuarto día del Sínodo, se llevó a cabo un “viaje al mundo de la juventud“, momento festivo de dos horas de duración en el Aula Pablo VI en el Vaticano. Miles de jóvenes expresaron al Papa sus preguntas, abordando la vida, el compromiso político, el empleo, el individualismo, la soledad, las redes sociales, los jóvenes alejados de la Iglesia – más trabajo para los padres sinodales -. Fue una noche llena de emociones, canciones, coreografía y humor. También hubo testimonios de diversos tipos de jóvenes con diferentes experiencias y realidades en la vida. Algunos de los Misioneros Claretianos en Roma tomaron parte en esta reunión con el Papa.
“Seguid vuestro camino, ved en el camino, mirad el horizonte y no en el espejo, no os sentéis en el sofá, como los jubilados, a la edad de 24 años. Si queréis vivir como cristianos, vivid las bienaventuranzas, no la mundanidad ni el clericalismo” dice el Papas animando a los jóvenes.
El Domingo 7 de octubre, los padres sinodales tuvieron un descanso y nuestro hermano, uno de los padres sinodales, Monseñor Rubén Antonio González Medina, CMF, Obispo de Ponce, Puerto Rico, visitó la comunidad de la Curia General en Parioli. Le hemos pedido que diga algunas palabras sobre el Sínodo, así como sus esperanzas y sueños para este Sínodo.
Transcription:
“Discípulos y misioneros para que en Jesucristo podamos tener vida y vida en abundancia. Vengo con este eslogan americano. Venimos al Sínodo llenos de esperanza. Esperamos con interés este proyecto de trabajar juntos, Obispos de todo el mundo reflexionando, dialogando, compartiendo y escuchando a los jóvenes. ¿De qué realidad? De lo que tenemos que reconocer [asuntos] que no hemos hecho, pedir perdón por las cosas que hemos hecho mal, interpretar estas realidades, estas preocupaciones y preguntas que los jóvenes nos plantean. ¿Para qué? Actuar en consecuencia con una nueva perspectiva, una mirada llena de esperanza, llena de ilusión, una visión que nos haga entender y comprender que todos, pastores y pueblo, somos discípulos. Pero discípulos que no se quedan con los brazos cruzados sino que se abren a la misión, tienen la esperanza de decirle al mundo que “en Jesucristo hay vida, en Jesucristo hay comunión, en Jesucristo, especialmente hoy, [hay] alegría perfecta”. ¡Coraje, que Dios os bendiga!” – Monseñor Rubén Antonio González Medina, CMF, padre sinodal.