O Bispo mártir de El Salvador, D. Oscar Arnulfo Romero será canonizado no dia 14 de outubro em Roma.
D. Romero no dia 5 de abril de 1942 celebrava sua Primeira Missa na cripta da nossa Basílica de Roma, atualmente ocupada pelo monumental Presépio Poliscênico. Lemos no Boletim dos Missionários Claretianos da época:
“No dia da Páscoa de 1942, na cripta celebra sua primeira missa solene Oscar Romero, do Colégio Pio Latino Americano, nativo da República de El Salvador, muito próximo dos nossos Padres. Fazia de presbítero assistente o Rvmo. Padre André Resa. A missa celebrada pelo sacerdote foi uma verdadeira apoteose”.
Oscar Arnulfo Romero nació en una humilde familia de El Salvador el 15 de agosto de 1917. Desde pequeño manifestó el deseo de ser sacerdote, y entró en el seminario menor diocesano de San Miguel dirigido por los Misioneros Claretianos. Después pasó a los jesuitas. Fue elegido para completar sus estudios en Roma, y fue allí donde en 1942 se ordenó de sacerdote a la edad de 25 años. Continuó sus estudios teológicos en Roma hasta que volvió a El Salvador por motivo de la Segunda Guerra Mundial.
Foi ordenado bispo em 21 de junho de 1970 e serviu como o quarto arcebispo de San Salvador. El 24 de marzo de 1980 fue asesinado hacia las 18,25 de la tarde mientras celebraba la Eucaristía en la Capilla del Hospital de La Divina Providencia.
RECUERDOS DE ROMA
Monseñor Romero conservó toda la vida una gran cercanía con los Misioneros Claretianos y con la Basílica del Corazón de María de Roma.
En su Diario escribió el 3 de mayo de 1979 en Roma, diez meses antes de su martirio:
“Finalmente, fui a cenar a la Casa Generalicia de los Padres Claretianos, habiendo compartido la mesa principal con el Padre General, que mañana saldrá rumbo a Alemania para festejar a su antecesor, que ya cumple más de ochenta años de vida. Recordé con ellos los días de mi seminario menor y también mi primera misa, que celebré precisamente en el templo anexo a este centro de autoridad claretiana, el templo del Corazón de María. Y al pedírseme un autógrafo para su libro de visitas, escribí así: “Hoy he vuelto a mis orígenes: hice mi seminario menor en San Miguel (El Salvador) con los queridos Padres Claretianos y celebré aquí mi primera Misa el 5 de Abril de 1942. Gracias y bendiciones. 3-V-79. Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador”.
En el archivo de la casa se conserva dicho autógrafo junto con una fotografía suya.
El motivo de su visita a Roma fue acudir a la beatificación del P. Francisco Coll. El 1 de mayo de 1979 escribía en su Diario:
“Por la tarde fui a concelebrar a la hermosa Basílica del Corazón de María donde los padres claretianos para significar su antigua amistad con el nuevo beato P. Coll, invitaron a los dominicos. El padre general de los dominicos y el padre general de los claretianos asistieron al celebrante principal que fue el Cardenal Tarancón. La concelebración estuvo espléndida, unos 60 entre obispos y sacerdotes, y el amplio templo completamente lleno de religiosas y peregrinos. Predicó el padre general de los claretianos sobre las similitudes entre estos dos santos, San Antonio María Claret y el P. Francisco Coll”.
Fue en esta ocasión cuando los claretianos le invitaron a cenar en día 3 de mayo. Escribía en su Diario el 2 de mayo:
“Me invitaron los padres claretianos a ir a cenar mañana a la iglesia del Corazón de María con el P. general de los claretianos. Lo haré con sentimientos de gratitud para las comunidades claretianas que trabajan en nuestra Arquidiócesis”.
RECUERDOS DE VIC
Y sigue en su Diario el día 10 de Mayo con su visita a Vic, pues había hecho el viaje a Roma obsequiado por las Dominicas de la Anunciata para la Beatificación del Padre Coll:
“Después tuve la dicha de ir a visitar la tumba del padre Antonio María Claret, fundador de los claretianos. Hay un relicario muy rico y el templo magnífico donde el centro es el cadáver adornado con una mascarilla de plata y adornos episcopales. Y, sobre todo, se ha reconstruido en su forma original los lugares que fueron testigos de la creación de este Instituto religioso cordimariano. Un retrato, en el fondo, da la medida, 1’50, pequeña de altura era la figura del padre Claret y de los otros compañeros de la fundación; nombres que yo conocí desde mis primeros años de seminario, ya que me comencé a formar para el sacerdocio con esta congregación que entonces fue llevada por monseñor Dueñas a San Miguel. Hice estos recuerdos con los padres, los cuales me agradecieron mucho la visita y yo les agradecí mucho su acogida, siempre cordial”.
La crónica de nuestra Casa anota escuetamente:
“Ha visitado a nuestro Santo y el Museo el Obispo de El Salvador, acompañado de Sacerdotes y Monjas Dominicas del Padre Coll”.
OTROS RECUERDOS
En estos hechos tan familiares nos indica el mismo Romero la raíz de ese afecto a la Congregación. Expulsados de México durante la persecución de Calles, varios de los nuestros vinieron a El Salvador contratados por el Obispo de San Miguel para que se hicieran cargo del seminario diocesano. Por diez años, desde 1927 a 1937, cumplieron su delicada misión con verdadera competencia y a satisfacción de todos. Dice la crónica que marcharon cuando acabaron su contrato, aunque en otra parte apunta que fueron llamados por los Superiores para destinarlos a otros organismos nuestros muy necesitados y a los que era imposible mandar personal de España después la enorme hemorragia sufrida con los 271 mártires de la persecución religiosa de 1936.
Mons. Romero, muchos años más tarde, en 1962, escribirá para el periódico Chaparrastique, de San Miguel, lo que fueron sus primeros siete años de seminario con los nuestros:
“Eran, bajo la sombra del Corazón de María, los Padres Claretianos y los seminaristas, una familia cuyo espíritu era el del mismo fun-dador, San Antonio María Claret. Aquel famoso manual del seminarista El Colegial instruido no sólo se leía en sus páginas, sino que se vivía en aquel ambiente de sacerdotes dignos, humildes y serviciales, en su sistema activo de educación”.
Es una auténtica lástima que el cronista de la Casa de Palencia, en una nota muy posterior a los hechos, nada menos que en 1995, no anotara ni fechas ni otros detalles que hubieran sido muy interesantes. Dice así:
“La visita del Obispo Monseñor Romero al P. Lino Hernando a quien tanto apreciaba, pues fue su formador en el Seminario Mayor en Centro América, hasta el punto de que estando el P. Lino en Cuba, Monseñor Romero le llamó a Centroamérica para hacerle un homenaje con todos sus formados. Cuando vino aquí a visitarle dejó como recuerdo una estatuilla del P. Claret, que él conservaba con mucho cariño y hoy día nos preside en la sala de Televisión como perpetuo recuerdo tanto de Monseñor Romero, mártir en defensa de los pobres, como del P. Lino que tanto y tan bien trabajó por las Antillas y Centro América. Al fin fue esta su última residencia, para retirarse a vivir sus últimos años ya enfermo a Colmenar Viejo”.
De la estatuilla a que hace referencia (hoy en el Museo Claretiano de Colmenar Viejo), anota el título que te-nía en Palencia:
“Estatuilla del P. Claret regalada por Mons. Óscar Romero, al P. Lino Hernando”.
Todavía encontramos en su Diario, ya muy cercano a su martirio, el día 19 de septiembre de 1979, una referencia a los misioneros claretianos:
“Fui a almorzar con los seminaristas claretianos a Santa Tecla, un simpático grupo de nueve muchachos y un sacerdote que los atiende, con quienes compartimos momentos de muchos recuerdos para mí con el espíritu de los claretianos, que alimentaron mi primer seminario menor en San Miguel. Fue muy interesante el diálogo de mesa y sobremesa y, quedaron, creo, muy satisfechos, así como a mí también me dieron mucha animación”.
Cada año la comunidad de salvadoreños presentes en Roma, con su Embajador, Cónsul y autoridades, celebran en la Basílica del Corazón de María la Fiesta Patria el segundo domingo de septiembre. En ella se recuerda cada año la egregia figura del hoy San Oscar Arnulfo Romero.