La Delegación Independiente de Antillas es una región geográfica y pastoral que comprende: Cuba, Haití, República Dominicana y Puerto Rico, cada uno con realidades políticas, sociales, económicas, culturales y eclesiales muy distintas. Este año, se han realizado múltiples actividades con motivo de los 100 años de la presencia claretiana en República Dominicana, culminando el 5 de marzo con una gran celebración de clausura.
Como Servidores de la Palabra, los claretianos son reconocidos en la zona por su gran disponibilidad, capacidad de trabajo y espíritu de servicio en este ámbito. Es notable el hambre de la Palabra de Dios, de formación y de acompañamiento de los pueblos en medio de realidades de marginalidad, pobreza, descuidos y abandonos por parte de las autoridades políticas.
Las principales líneas de acción/misión de la Delegación son: 1) la creación de espacios de acogida de jóvenes, que fomentan el encuentro con Jesús en su vida, en la Eucaristía y en la entrega a los pobres, así como el descubrimiento de su vocación; 2) la cercanía y compromiso con las periferias de nuestras posiciones; 3) el fortalecimiento de las dimensiones formativas, celebrativas y pastorales de las experiencias comunitarias en torno a la Palabra; 4) la opción por una Iglesia más misionera, sinodal y en misión compartida; 5) el compromiso con las periferias, desde un proyecto misionero; 6) la creación de un plan que anime e ilumine todas las realidades apostólicas, desde la Palabra contextualizada; 7) y la formación y animación de agentes con quienes se comparte la misión.
El último Capítulo General ha ayudado en la vida de la Delegación, los sueños del capítulo se han ido integrando en cada actividad, reunion, encuentro, asamblea, retiro o formación.
Varios son los retos que el P. Fausto Cruzo Rosa, Superior mayor de la delegación, identifica para los próximos seis años: “A nivel comunitario, el respeto y la confianza entre hermanos, así como la elección de los Superiores Locales para que sean un punto de equilibrio en la comunidad, además de la transparencia en la a la administración de los bienes. Otro reto es la interculturalidad de la persona que llega a un lugar como de aquella que la acoge. Crear una estructura integral de acompañamiento para dar a conocer las realidades históricas y eclesiales en nuestros lugares de misión, poniendo especial cuidado en el aprendizaje de idiomas en la formación inicial.”
También comparte los retos que la misión implica: “la sinodalidad es sí un reto que ayudará a afrontar los nuevos desafíos que afrontamos. Para ello, los encuentros fraternos desde las diferentes áreas son el camino a seguir. También es un reto dar continuidad a los compromisos y proyectos comunitarios y misioneros. Sólo será posible redefiniendo nuestra presencia misionera de forma creativa. También queremos centrarnos particularmente en acompañar, dar palabras y gestos de vida a las realidades más laceradas de nuestro contexto. Finalmente un gran reto es la formación de los laicos, los jóvenes y los agentes de pastoral, y su acompañamiento vocacional.”
La Delegación de Antilla sueña junto con la Congregación en estar arraigada en Jesucristo, siendo contemplativa y entregada al servicio de Dios en la Iglesia. Especialmente sueña con salir al encuentro de los jóvenes, testimoniar un estilo de vida claretiano, y salir a las periferias, a los más pobres, teniendo en el centro a la Palabra de Dios.