Unidad y diversidad dentro de las comunidades

Sep 2, 2020 | Mathew Vattamattam, XXVI Capítulo General

Queridos hermanos, comenzamos con un pasaje de la Biblia: Juan 17, 11. «Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros».

Queridos hermanos, en el mes de septiembre celebramos el jubileo de la tierra. Interconexión, comunión y comunicación son las palabras que reflexionamos para crear una sensación de estar en casa en la tierra y en casa propia donde vivimos, respetando nuestra naturaleza alrededor e incluso cultivándola. Os invito a reflexionar sobre nuestro propio hogar en la comunidad donde se celebra la unidad y la diversidad. Solo cuando vivimos nuestra comunión en comunidad, nuestra unidad en la diversidad, podremos extender también ese sentido de comunión y de hogar con nuestros hermanos y hermanas y con toda la creación.

El pasado mes de agosto, entre los misioneros claretianos que Dios ha llamado a unirse a la comunidad celestial hay dos hermanos que vivieron su misión de maneras totalmente diferentes. Uno de ellos era un poeta, un obispo misionero de las periferias, que hablaba en nombre de los sin voz y pasó la segunda mitad de su vida sobre todo luchando por la justicia y compartiendo la vida con los más pobres, especialmente en el Amazonas en Brasil – Mons. Pedro María Casaldaliga Plá. Quizás poco conocido fue otro misionero claretiano que también comenzó su misión con los pobres, y que después de dos años de su ordenación presbiteral, tuvo un accidente. La segunda mitad de toda su vida la pasó en coma, sin voz, sin movimiento. La provincia claretiana de Castilla en su momento y después de Santiago se ocupó de él hasta que murió la semana pasada. Ambos compartían el mismo carisma. Pero el Señor los llamó a vivir la misión de maneras totalmente diferentes. Y se unieron a la plenitud de la vida con el Señor en la comunidad celestial.

Diferencia y diversidad de misiones, actividades, carácter, temperamento: estos son los regalos de Dios a nuestra comunidad claretiana. Pero nuestro carisma, el amor del Señor, la presencia del Espíritu, nos unen en una comunidad. Y para nosotros es un reto vivir la unidad y la diversidad de una manera armoniosa. De hecho, muchos de nuestros misioneros claretianos sufren cuando no integran estos aspectos. Y mientras nos preparamos para el XXVI Capítulo General, especialmente en este periodo de conversaciones comunitarias, llamo vuestra atención sobre este misterio: nosotros, viviendo la unidad en el Señor con la diversidad de dones y temperamentos.

Las diversidades, cuando se orientan a las diferencias que son complementarias, llevan consigo una riqueza. Mientras que tenemos que prestar atención cuando las diferencias son contradictorias. Porque, ciertamente, las orientaciones contradictorias no pueden venir del mismo y único Señor. El Espíritu Santo no dirá una cosa a un hermano y otra a otro, causando conflicto y división en una comunidad. Precisamente por eso debemos estar muy atentos para discernir las orientaciones y las funciones de nuestras diferencias. Y armonizarlas en la orquesta de los diferentes dones que retratan una armonía, una sinfonía del amor de Dios.

El último Capítulo General nos invitó a reflexionar de manera interdisciplinar sobre la comunidad. Y el Gobierno General ha invitado a un cierto número de misioneros claretianos a reflexionar sobre esto. Nos embarcamos ahora en una etapa de reflexión en nuestras comunidades a partir del 8 de septiembre.

Se trata de doce módulos. Inicialmente, pensamos en editarlos como un libro. También preocupados por las repercusiones ecológicas, y con la intención de salvar muchos árboles, decidimos no hacerlo así sino de otro modo: digitalmente en nuestra página web congregacional.

Invito a todos los Organismos Mayores a hacer uso de estos módulos y a adaptarlos creativamente a sus situaciones. Podrían ser utilizados, por ejemplo, para sus retiros mensuales. Lo importante es tomar esos temas y reflexionar en el ámbito de nuestras comunidades.

Estas reflexiones están elaboradas desde diferentes perspectivas: teológicas, psicológicas, sociales… Lo importante es iniciar la reflexión y que la misma provoque otras reflexiones. Se intentará proporcionar otros medios complementarios.

A medida que avancemos hacia el Capítulo General, también queremos seguir disfrutando de este don de ser una comunidad en la Iglesia para anunciar la Palabra de Dios. Desde nuestra propia experiencia de unidad y diversidad, queremos seguir promoviendo la unidad, la diversidad y el cuidado de la creación a nuestro alrededor.

Os deseo un fructífero mes de septiembre en el cuidado de la creación, y un no menos fructífero período, éste más largo, de reflexión sobre la comunidad. Que podamos mirar a nuestros hermanos con los ojos de Dios – como tesoros -, y que podamos ayudarnos mutuamente a crecer hasta la plenitud del amor entregándonos a nuestros hermanos y hermanas – a esto hemos sido llamados como misioneros -.

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