Roma, Italia. El Padre General, Mathew Vattamattam, CMF, relata su experiencia sobre la visita a la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia Fundadora y Presidenta de “La Obra de la Iglesia”:
El 14 de noviembre de 2018, me invitaron a un encuentro con la Madre Trinidad, de noventa años, la fundadora de la «La obra de la Iglesia» en su residencia en Roma. La conversación duró más de una hora. Aunque débil en su cuerpo, la Madre tiene una tremenda energía espiritual cuando comienza a hablar de Dios, Jesucristo y la Iglesia. De vez en cuando bebía agua y decía que tenía la dolencia física que le dejaba la boca seca. Es fascinante ver su alegría en Dios y su entusiasmo por la Iglesia.
La Madre Trinidad nació en Dos Hermanas (Sevilla), España, el 10 de febrero de 1929. A la edad de diecisiete años, tuvo una profunda experiencia del amor de Dios y una profunda percepción espiritual de la Santísima Trinidad. El 18 de marzo de 1959, recibió la vocación especial del Señor para comenzar la obra de la Iglesia.
Durante la conversación con el P. Mathew, la Madre Trinidad repitió lo que recordaba vívidamente el llamado del Señor a presentar el verdadero rostro de la Iglesia al mundo. Cuando el rostro de la Iglesia está empañado y su misión en el mundo es menospreciada, aquí hay alguien que habla con su rostro radiante de que el verdadero rostro de la Iglesia, la Esposa de Cristo, es hermoso y luminoso. El mundo merece ver esa cara.
La Obra de la Iglesia, es una Institución Eclesial de Derecho Pontificio y es una de las nuevas formas de vida consagrada. Hay hombres, mujeres y laicos consagrados en este Instituto. El Instituto agradece al P. Torres CMF, quien ayudó en el proceso de su aprobación canónica. Algunos de los miembros del Instituto recuerdan al Cardenal Claretiano Arcadio Larraona quien asesoró aceptar a los miembros con un consejo: «Mantenga una puerta estrecha para entrar y una puerta ancha para salir«, si quiere que el Instituto florezca.
El P. Mathew recordó que la visita fue un hermoso encuentro con una persona que está inundada con el amor de Dios y se esfuerza por mostrarle al mundo el verdadero rostro de la Iglesia. Los hijos de la Iglesia deben revelar al mundo el rostro auténtico de la Iglesia por medio de sus vidas y obras.
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