Una camisa azul y ganas de sentirse útil y parte de una ciudad en la que suelen vivir al margen. Yassine, Moussa, Riadh, Humid y Hany son los cinco jóvenes inmigrantes que el padre Vittorio Bruscella cmf, implica en un proyecto de reintegración social prestando su servicio en recoger las hojas por las plazas y los jardines de Roma. «No se trata de una simple iniciativa ecológica o de decoro urbano, sino de una fraternidad radical con y para los que viven marginados, consumiendo espacio y tiempo, nunca protagonistas de algo».
Desde el pasado 7 de diciembre, los cinco jóvenes – 4 norteafricanos y un kurdo -, «cuyos rostros están marcados por historias de vida difíciles que los hacen parecer mayores y cansados«, han estado ocupados limpiando un espacio verde en la ciudad. Este proyecto, que tiene una duración de un par de meses, está financiado por la Caridad Apostólica: “Con el cardenal Konrad Krajewski, el limosnero del Papa, a quien acudí para dar forma a mi idea, establecimos una cantidad diaria congruente, lo que permite que los chicos puedan comer comidas caliente e incluso algunos cigarrillos”. La propuesta, que de acuerdo con el Municipio n. I de la Ciudad, hemos llamado “Proyecto de Comunidad”, conlleva unas finalidades educativas . “Porque estos pobres, si son tales, es tambien porque carecen de competencia comunicativa y relacional”. Se les pide ser puntuales y serio a los compromisos; respetar los días de descanso; trabajar en equipo; tratando juntos posible problemas que vayan surgiendo; valorizar cualidades personales; adquirir nuevas competencias. Dos condiciones previas han determinado la selección de los cincos jóvenes: no tener dependencia de alcohol y no percepir ningun tipo de subsidio del Estado.
Comprometido en una misión en Canadá, en Montreal, el Padre Vittorio había regresado a Italia el pasado mes de marzo para un período de estudio del inglés y controles clínicos, pero luego la pandemia de Covid-19 lo ha obligado a quedarse en su comunidad de via dei Banchi Vecchi.
Así conoció a “las personas sin hogar que durante el día se paran en las escaleras de la piazza della Chiesa Nuova, y por la noche duermen bajo el puente Amedeo, cerca del Tíber”; con ellos el religioso ha establecido día a día «una relación de confianza y alianza» que resultó eficaz a la ora de organizar el «equipo de trabajo«, donde el deseo primordial «es llevar el amor de Dios, así como nos lo enseñó Jesùs. Traducir el Evangelio en actos muy concretos, iluminando su vida para que cada uno pueda decir a si mismo “yo valgo! Soy capaz de hacer el bien para los demás”. Será como la luz del cometa que guía al Misterio de la Encarnación en este tiempo de Adviento, aunque sea tan solo por un momento!”
(extraído del semanario Roma Sette.it de Michela Altoviti)