España. Se coló en mi correo no deseado. Como tantos. Pero se me ocurrió leerlo. Y me hizo reflexionar. Por eso te lo he
copiado. Quería compartirlo contigo. No resulta incómodo decir la verdad, sino una Verdad que me implica a mí. Este es el reto añadido de estas líneas.
J. A. Pagola me dijo que si no aprendemos de Jesús que lo primero para Dios es siempre la «misericordia», nos falta algo esencial para ser sus discípulos. Los cristianos contamos con la ventaja de saberlo. Pero amándonos a todos hasta el fondo de su ser, Jesús tuvo una preferencia: los más pobres, los que menos cuentan, los desiguales. Caridad, Solidaridad,… Lo que más nos humaniza es ser para los demás compartiendo lo que somos y tenemos. Como Jesús. Como María. Como Claret. Como muchos otros. Como tú.
Me ilusiona saber que muchos seguimos apostando por ser solidarios: alumnos, padres y profesores. Y además de manera unida. Como tiene que ser. Cada cual en la medida de sus posibilidades. Comprendiendo que la auténtica solidaridad, como el verdadero amor, implica compromiso, continuidad y fidelidad en el tiempo. Aprovechando las innumerables ocasiones que se nos presentan en la vida para serlo. Extraordinariamente, a través de campañas y jornadas dirigidas a las sensibilización y sustento de proyectos. Y ordinariamente: con tus próximos -en casa, en clase, en el trabajo, con los amigos,…- y con esos otros prójimos menos cercarnos físicamente.
En la recta final del Bicentenario del nacimiento de Claret hemos podido refrescar algo su espíritu misionero. A ti, alumno y alumna, madre y padre, amiga y amigo, te deseo lo mejor. Que seas solidario con todos: dándote más a quien más te necesita. Sin vergüenza. Empleándote a fondo: con talento y corazón misericordioso. Como el de Dios. De Él los has recibido gratis y en abundancia. Y gracias por tu compromiso a lo largo de este curso y de tu vida con los que más nos necesitan.