Queridos hermanos:
El P. General ha viajado a la India para presidir el Capítulo de la Provincia de Bangalore. No regresará a Roma hasta finales de este mes de diciembre. Me ha pedido que hiciera en su nombre una breve reflexión en el camino de preparación del XXVI Capítulo General, siguiendo la senda de las cinco anteriores que él mismo nos ha ido ofrecido en los últimos meses.
A pesar de las restricciones impuestas por la pandemia de Covid-19, muchas comunidades han realizado ya las “conversaciones locales”. Algunos Organismos han terminado también las “conversaciones zonales”. Otros, ubicados en países muy afectados por la enfermedad, están teniendo dificultades para llevarlas a cabo. Con un ritmo o con otro, es probable que casi todos hayamos experimentado ya el poder de las conversaciones, las novedades que suceden cuando escuchamos “otras” voces que no son las habituales y nos dejamos cuestionar o animar por ellas. Recordamos que el camino de preparación para el próximo Capítulo se inspira en el itinerario de Emaús. La primera pregunta que Jesús formula a los dos discípulos que caminan descorazonados de regreso a su pueblo es: “¿Qué conversación lleváis por el camino?”. También nosotros escuchamos esa misma pregunta. Nos hemos puesto a “conversar” teniendo en cuenta tres enfoques:
- Enfoque sinodal. Los claretianos no caminamos solos. Formamos parte de comunidades y organismos. Somos miembros de la Congregación y de la Iglesia. Cuando nos abrimos a los demás, hay muchas cosas que empiezan a removerse y a cambiar. Es verdad que la tentación de la instalación y el individualismo nos acecha siempre, pero somos personas llamadas a caminar y encontrarnos. Algo dentro de nosotros nos dice que esta es la dirección correcta por más que no siempre la secundemos.
- Enfoque apreciativo. Nuestros problemas y enfermedades saltan a la vista. La pandemia no ha hecho sino agudizarlas. Por eso, necesitamos poner el acento en lo que genera luz y vida porque en todos nosotros hay semillas de verdad, bondad y belleza sembradas por el Espíritu de Dios. Si solo nos enfocamos en lo que va mal, es probable que generemos ambientes tóxicos que no nos ayudan a mejorar. Si celebramos lo que funciona bien, multiplicaremos la energía y las ganas de seguir creciendo como personas y comunidades.
- Enfoque narrativo. ¿Por qué, en vez de dedicar tanto tiempo a reflexionar o a criticar, no dedicamos algo más a narrar lo que estamos viviendo, a contar las pequeñas historias de lo que el Espíritu de Dios hace en nosotros, en nuestras comunidades, en la misión? La vida genera vida. Nos sorprenderemos del enorme poder transformador que tienen las historias. Al fin y al cabo, Jesús nos habló del misterio del Reino de Dios a través de breves, hermosas e interpelantes historias: las parábolas.
Nuestras “conversaciones” son ejercicios que nos permiten adiestrarnos en esta forma de afrontar la vocación misionera. Estamos convencidos de que el Capítulo General ya ha comenzado en la medida en que hemos empezado a conversar entre nosotros y con otras personas a partir de algunas preguntas que nos llevan mas allá de la rutina cotidiana y nos hacen soñar una Congregación renovada.
Estamos en Adviento. Si todos los años este tiempo nos invita a esperar en la venida del Señor, este año 2020, tan lleno de ansiedad e incertidumbre, el Adviento nos recuerda la invitación de Jesús a “estar vigilantes” y “mantenernos en pie” porque el Señor no está lejos, camina con nosotros, comparte nuestras zozobras.
El Adviento es también el tiempo litúrgico de los grandes sueños. La Palabra de Dios nos recuerda que “brotará un renuevo del tronco de Jesé” (Is 11,1), que el Señor del universo “preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera” (Is 25,6), que “tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes” (Is 26,1), que “se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo, y cantará la lengua del mudo” (Is 35,6). Sin sueños no podemos entender las desmesuras de Dios. Por eso, en nuestro camino de preparación del Capítulo General, no nos limitamos a analizar lo que nos pasa, ni siquiera a descubrir las semillas de vida. Queremos soñar personal y comunitariamente, abrir una claraboya en nuestras vidas, dejar que Dios nos sorprenda con lo que va a venir. La Congregación de los próximos años no será solo futurum (el resultado de nuestras programaciones actuales), sino, sobre todo, adventus (la llegada del don sorprendente de Dios).
Desde el Gobierno General les deseamos a todos un Adviento sereno, guiado por la luz de la Palabra de Dios. Y los animamos a sacar el máximo partido de las “conversaciones” en el camino en esta segunda etapa del itinerario.
P. Gonzalo Fernández, CMF
Vicario General / Prefecto General de Espiritualidad