Recordando hoy a los Mártires

Ago 13, 2016 | Mathew Vattamattam, Tablero

EL P. FELIPE BRAVO CMF, MISIONERO EN UNA INCREÍBLE PERIFERIA DE SUFRIMIENTO HUMANO

El 13 de agosto fijamos nuestra mirada en los mártires de Barbastro, cuya heróica resistencia en el martirio y la prueba durante la guerra civil española constituye un gran testimonio de la alegría del Evangelio. La alegría y la serenidad caracterizaron los cantos que nuestros hermanos entonaban en honor a Cristo camino del martirio hace ochenta años. En 2017 celebraremos 25 años de su beatificación. Hacer memoria de nuestros mártires es una buena ocasión para profundizar en el sentido claretiano de la alegría y la serenidad en medio de las pruebas y tribulaciones. Durante su vida nuestro Fundador dio testimonio de esa alegría y esa serenidad en medio de muchas situaciones de sufrimiento que constituyeron la dimensión martirial ‘no sangrienta’ de su consagración a Cristo.

Al recordar hoy a nuestros mártires pienso en un modo distinto de vivir nuestra vocación misionera que salió a mi encuentro el pasado martes, día 10 de agosto de 2016. Contemplarla puede ayudarnos a reflexionar con profundidad en el misterio del martirio cristiano, tan importante en nuestra fe.

Al acabar el capítulo de la Provincia de Santiago en España, los hermanos me ofrecieron la oportunidad de realizar una visita inesperada a uno de nuestros hermanos presbíteros que está presente en una inimaginable periferia de sufrimiento humano. Yo no podía imaginarme que el Señor nos invitara a estar presentes en esos márgenes de la existencia humana.

felipe bravo 0Se me invitó a visitar al P. Felipe Bravo Llorente, que tiene algún parentesco con la familia del Rvmo. P. Felipe Maroto, que fue nuestro Superior General de 1934 a 1937. El P. Felipe Bravo fue ordenado en 1989 junto a Javier Goñi. En la fotografía podéis ver a sus dos compañeros de noviciado celebrando la primera misa con Luis Ángel de las Heras, que hace poco fue ordenado obispo de Mondoñedo-Ferrol, y Javier Goñi el Director de la Fundación Proclade de Santiago. Misionero comprometido y con talento, Felipe fue destinado a la misión de Puertollano, cerca de Ciudad Real, un lugar martirial, tras su ordenación el 16 de diciembre de 1989. Los Claretianos habían dejado una hermosa iglesia en Ciudad Real para desplazarse a Puertollano, una misión en la ‘periferia’, junto a bastantes obreros en una zona minera.

El 21 de diciembre de 1991, Felipe salió temprano de viaje hacia Colmenar Viejo, donde pensaba participar en la ordenación del P. Antonio Bellella (hoy profesor de Historia). No muy lejos de su comunidad, en medio de la niebla, Felipe tuvo un accidente y su coche se estrelló con otro, quedando seriamente dañada la parte frontal de su cerebro. Felipe perdió la conciencia. Pocas horas después los médicos anunciaban dos noticias: su vida no corría peligro, pero era muy probable que Felipe entrara en una situación de ‘coma’ que podría durar años. Y así ha sido. En el primer año estuvo a punto de morir a varias veces, pero el Señor le mantuvo vivo para llevar a cabo sus misteriosos designios.

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Felipe fue llevado a un hospital en el que se le prestaban cuidados especializados. Su madre le visitaba varias veces a la semana durante años, dedicando muchas horas a atenderle. Tiempo después Felipe fue trasladado a una casa de cuidados, el Real Deleite de Aranjuez, relacionada con la Congregación. Durante un tiempo un capellán claretiano permaneció en la residencia y se encargó de la atención pastoral de las personas mayores que allí vivían. Hoy Felipe continúa en esa residencia. Su madre ha fallecido hace unos años. De vez en cuando algunos voluntarios, sobre todo una señora, le dan un paseo en silla de ruedas o le llevan a la capilla, donde participa en la misa con una estola, aunque parece no seguir consciente los pasos de la celebración. El P. Felipe, sus compañeros, su familia y la Provincia han asumido la dura situación y tratan de vivirla con espíritu claretiano.

Pronto se cumplirán veinticinco años desde que Felipe entró en estado de ‘coma’. Parece responder a la presencia de otros con ojos brillantes y una sonrisa. Cuando le visité con los PP. Javier Goñi y Edgardo Guzmán, Felipe parecía fijar sus ojos en nosotros como hacen los niños y reaccionar con agrado cuando Goñi le evocaba momentos que habían compartido juntos. Es difícil saber si percibe las cosas o si sólo reacciona reflejamente a impulsos diversos. Cuando nos despedimos Felipe parecía triste y con reacciones muy distintas de las que le había provocado nuestra presencia. Es evidente que Felipe ignora los cambios que se han dado en el mundo desde 1991. Su espíritu no es capaz de expresarse dadas las limitaciones neurológicas que le dificultan una interacción consciente. Pero yo me sentí muy cerca de un hermano que vive en una situación bien periférica de sufrimiento humano. Nuestros ojos hablaron un lenguaje que nuestros corazones anhelaban comunicar.

real deleiteEn una de las fotos podéis ver el edificio del Real Deleite, en el que Felipe es objeto de atención y cuidados junto a casi doscientas personas más.

Este encuentro me ha hecho percibir con hondura lo que significa la relación que hay entre nuestras vidas y el profundo significado de la comunión que se establece entre nosotros. El empeño humano por conseguir conquistas individuales y por construir espacios personales es en realidad como esos juegos en los que los niños tratan de hinchar globos grandes para demostrar su fuerza, y el juego acaba muchas veces con la explosión del globo. Las peleas de nuestros ‘egos’ y suficiencias en comunidad y en la sociedad no tienen sentido. La verdadera vida consiste en vivir en Dios como amor en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte. En Felipe he encontrado a un misionero silencioso, presente en una periferia, donde sólo la sabiduría divina sabe la razón de que se encuentre así y no en las ‘primeras líneas’ del trabajo con jóvenes u otras tareas más emocionantes. El conocido poeta inglés Milton nos sugiere una clave para entenderlo en su poema ‘On his blindness’: “También le sirven quienes sólo se mantienen en pie y esperan”.

Nuestros mártires nos invitan a vivir las pruebas y sufrimientos de nuestra vida con espíritu claretiano. El P. Felipe personalmente y la Provincia de Santiago ayudándole a vivir este misterio dan testimonio del Misterio Pascual de Cristo vivido conjuntamente. Los Mártires nos indican qué tesoro hay en la vida y el amor que el sufrimiento parece ocultar. Como claretianos, ¿cómo vivimos nuestras pruebas y tribulaciones?

Mathew Vattamattam CMF

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