A propósito del Bicentenario del Nacimiento de Jaime Clotet Fabrés, Cofundador de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, os traemos lo que el P. Juan Postius, CMF, escribió en los Anales de la Congregación, 24 de julio de 1922, pg. 781-784, sobre el primer centenario del nacimiento del Siervo de Dios Jaime.
El día 24 de Julio de 1922 cumple el primer centenario del nacimiento del Siervo de Dios, P. Jaime Clotet y Fabrés, misionero y escritor de nuestra Congregación. Una sola vez vimos al P. Clotet cuando cursábamos Filosofía en la Universidad de Cervera; mas aquella vista tan rápida grabóse hondamente en el alma, bien así como la imagen de un santo, y de un santo amable, que tal le ha pregonado la fama dentro y fuera de nuestro querido Instituto.
Tan luminosa estela de santidad dejó el P. Clotet que, al morir a 4 de febrero de 1898, todos deseaban verle en los altares e instaban a ‘nuestros Superiores a incoar el expediente de su beatificación. Cupo la suerte de iniciar la apoteosis del P. Clotet a un ilustre paisano suyo; arrebatado poco ha a nuestras miradas: el Rmo. P. Martín Alsina, Superior General. Ya su antecesor, de venerable memoria, el santo P. Clemente Serrat, había encargado al primer historiador del Instituto, padre Mariano Aguilar, la Biografía del P. Clotet; pero queríase algo más que. el conocimiento del santo, aspirábase a su glorificación en la tierra. La Biografía salió en 1907; el primer paso oficial para el proceso de beatificación data de la Solicitud escrita al Prelado de Vich por el Rmo. P. Alsina, a 10 de marzo de 1919. Es como sigue:
Poco después de presentada la solicitud al Prelado de Vich, comenzaron las gestiones para el reconocimiento del sepulcro del P. Clotet en el cementerio de Barcelona. Presenciaron el reconocimiento de los venerandos restos y su depósito en doble caja de a cinc unas veinte personas, entre ellas el Provincial de Cataluña, su Secretario y los Superiores de la ciudad condal, y fue menester gran cautela para que nadie se llevase huesos y se limitase la devoción a tocar objetos y retratos, que comenzaron a repartirse en número de 16.000 (carta del P. Jacinto Blanch de 4 de Agosto de 1919).
Verificóse el, reconocimiento del sepulcro del P. Clotet el día 3 de Julio de 1919. El 18 de diciembre siguiente se constituía en Vich el tribunal eclesiástico para la causa de su Beatificación, bajo la presidencia del Prelado, como Juez Ordinario, y del canónigo Dr. D. Jaime Collell, como Juez Delegado.
La simple incoación del proceso del P. Clotet, revela muy a las claras el alto relieve de su figura dentro de la Congregación y aun de entre sus fundadores. El comerciante de Vich, D, Miguel Trías, afirmaba ser lo mismo ver P. Clotet que al Padre Claret. La Reina Isabel II creyó ver en el P. Clotet la imagen del P. Claret cuando en 1889 y 1890 hubo de declarar en París y en Madrid acerca de la santidad de su Confesor. Muchos deseaban que hubiese acabado sus días en Vich, por tener otro santo al lado del P. Claret. El canónigo Penitenciario de Urgel escribía en mayo de 1907:
«Era un santo, se encomendaba a él y le atribuía prodigios en vida y muerte. En todo, aun en su enfermedad, quiso imitar al P. Claret
(V. Aguilar, Biografía, págs. 263-267, 475-476)
El P. Clotet no tenía las dotes oratorias del P. Claret; pero uno y otro poseían igual criterio y obedecían a igual impulso de la caridad o amor de todos los hombres. Un Misionero popular muy benemérito, el P. Santiago Mas, caracterizaba así tres de los Fundadores:
«Así como el P. Fundador les quería llevar a todos al cielo por medio de la devoción a María, el P. Sala les quería salvar a todos por la caridad con Dios y con el prójimo, y el P. Xifré por el temor; así es que el Padre Fundador, en todos sus sermones, al principio, medio o fin, había de meterlos a todos bajo el manto de María, y de allí o por este medio subirlos a todos al cielo. El P. Sala, casi en todos sus sermones, había de hablar de la caridad a Dios y al prójimo. El P. Xifré no sabía predicar sin iluminar al auditorio con las llamas, del infierno.»
Hasta aquí el malogrado P. Mas. Y todos mis hermanos de Religión saben perfectamente que el P. Clotet procuró imitar al P. Claret en su vida y ministerios, al P. Sala en el gobierno de las casas y en la dirección de las almas y al P. Xifré en la alteza de miras e ideales de fe divina. Sabiamente juntó Dios los opuestos caracteres del P. Xifré y del P. Clotet, para que de su mutuo contrapeso surgiese el armónico edificio de la Congregación de Misioneros. El P. Clotet, como el P. Xifré, fue llamado por el P. Claret a la fundación de nuestro Instituto en julio de 1849. No obstante su juventud, desempeñó los cargos de Ministro local (1850-65), de Subdirector y Consultor General (1858-88), de Superior local de varias casas y colegios de Cataluña, Francia y Castilla (1865-95) y de Secretario General del Instituto (1888-95). Las persecuciones del Padre Xifré durante la Revolución y sus repetidas y prolongadas ausencias obligaron al P. Clotet al desempeño del cargo interino de Superior General, ganando todos los corazones por caridad y prudencia y por el ejercicio de las demás virtudes. El complicado gobierno de la Congregación no le impidió predicar, ni escribir, ni entender en otras obras de caridad. Antes de la Revolución tomó parte en más de 40 misiones. Compuso varias obritas para utilidad de la Congregación y del clero, sin contar su clásico Resumen de la Vida del P. Claret, ni los materiales para su vida extensa. El alma del escritor se retrató en los folletos y libros para la educación de los sordomudos. Ya en 1850 aprendió el modo de catequizar a los efectos de sordomudez, abriendo cátedra para ellos y escribiendo lo necesario para perpetuar esta obra. En 1866 publicó La comunicación del pensamiento por medio de señales naturales; en 1870, el Catecismo de los mudos; en 1890, El Catequista del sordomudo ignorante, y en 1892, un apéndice a este libro.
He aquí a grandes rasgos la vida del ilustre hijo de Manresa, del seminarista vicense, del Vicario de Castellfollit del Boix, del ecónomo de Civit y del Confundador de la Congregación de Misioneros. Y otro Confundador, el austerísimo P. Xifré, escribió del P. Clotet estas significativas palabras:
Juan Postíus, C. M. F.
Anales de la Congregación, 24 julio 1922, pg. 781-784.