¨Objetivos de Desarrollo Sostenible¨ ha sido, como no podía ser de otra manera, la frase más repetida durante las dos semanas del Foro Político de Alto Nivel (HLPF) sobre los ODS 2030 que se ha desarrollado en Naciones Unidas de Nueva York del 9 al 19 de julio de 2018. Pero ha habido otra que constantemente se ha repetido una y otra vez en cada intervención: ¨No dejando nadie atrás” (Leaving no one behind). Quien imagine que esta Agenda 2030 es meramente un conjunto de 17 objetivos técnicos inalcanzable, está equivocado. Hablar de Agenda 2030 o de ODS 2030 es hablar de Derechos Humanos, por eso esta frase define como ninguna otra su alma: ¡nadie puede quedar olvidado!; ¡ni naciones, ni pueblos, ni grupos, ni personas pueden quedar olvidados!
193 países firmaron en enero de 2016 el compromiso con la Agenda 2030; 47 de ellos han querido presentar este año sus avances respecto a 6 ODS. ¿Pocos?: cambiar la manera que tiene este mundo de funcionar no es fácil y esto es lo que pretenden los ODS. Hay que cambiar el punto de mira: se quiere mirar cada país dentro de una perspectiva global; somos todos ciudadanos del mismo mundo; todos formamos parte de una humanidad que nos ha precedido y que nos continuará. Nos estamos dando cuenta de que cada uno de nosotros somos parte de un todo que llamado a ser una sola HUMANIDAD solidaria. Si los Derechos Humanos supusieron un hito en el reconocimiento de los derechos de cada persona, los ODS suponen el reconocimiento de los derechos y responsabilidades que tenemos unos para con otros; somos familia hecha de pueblos, historias y relaciones. La Tierra, la casa común que estamos maltratando y sobreexplotando, ha sido una de las causantes de que nos hayamos dado cuenta de la mutua dependencia y relación que tenemos los seres humanos: Laudato si!
Los 17 objetivos y sus 169 metas suponen un entramado de proyectos de mejora que se relacionan e implican en una compleja red que requiere la colaboración de todos; los ODS son el ecosistema donde hemos de aprender a vivir; nuevamente la naturaleza nos enseña cómo hemos de hacer las cosas. Sociedad civil, empresas, universidades y gobiernos nos tenemos que poner en marcha para construir un mundo nuevo desde una perspectiva nueva: ¨No dejar nadie atrás ¨.
Durante las dos semanas pasadas se ha podido ver cómo los gobiernos han querido convencernos de que sus compromisos los están realizando bien o muy bien. Hemos visto cómo los países más avanzados en el cumplimiento de los ODS son, curiosamente, los más ricos; hemos echado de menos la presentación de compromisos económicos para impulsar la agenda 2030; muchos de los análisis y proyectos adolecían de haber sido hechos desde Occidente y no desde otras realidades; desde fuera nos llegaban los tambores de la guerra comercial de Trump. Es cierto, se ha podido ver todo esto, pero también se han escuchado los deseos de avanzar, la tectología con sentido queriendo ayudar, la reflexión comprometida de la Universidad, la expresión de vida en lamento y protesta de las ONG, la cooperación regional con sello 2030 y, sobre todo, se ha podido sentir la energía de la esperanza.
Nosotros, Solidaridad y Misión, cristianos y misioneros por definición y vocación, tenemos que presentir en esta Agenda 2030 el fuego del Espíritu que quiere volverlo todo a su ser natural; ¿No es esa la única razón de ser de la Iglesia, llevar la Alegría del Evangelio al centro de la Humanidad? Por eso, porque somos Cristianos y sabemos que el Espíritu está soplando en el interior de todo este movimiento, tenemos que tomar, junto con otros, la bandera de los ODS 2030 como propia; Como Fundación PROCLADE seguiremos trabajando codo con codo en REDES y en Futuro en Común por construir una humanidad que sea, cada día más, una familia. Somos parte de esa Sociedad civil con la que el Gobierno se ha comprometido a trabajar.
Miguel Ángel Velasco cmf