MENSAJE A LA CONGREGACIÓN
Nairobi 16 de septiembre de 2022
Querida Congregación, ¡jambo!
El encuentro de Nairobi 2022 llega a su fin. Han sido dos semanas de intensa convivencia cotidiana, tanto espiritual como de diálogo y discernimiento. Agradecemos de corazón a los hermanos de la Delegación Independiente de St. Charles Lwanga su esfuerzo en organizar, acoger y atender solícitos a la buena marcha de este encuentro. El lugar escogido, la Casa de las Religiosas de Dimesse en Nairobi, ha sido un acierto; con corazón agraciado hacia las hermanas, constatamos que no nos han faltado sonrisas, pequeños gestos, espíritu de trabajo y dedicación, silencio y espacios para encontrarnos y caminar juntos.
A las puertas de la pandemia el Señor nos convocó en el Sur y nos reuníamos en Talagante (2020 Chile) para preparar el 26º Capítulo General desde el ícono de Emaús: caminando con Jesús preguntándole y preguntándonos, discerniendo raíces y frutos, conversando y apostando por la audacia misionera como reto del camino a seguir. Y el camino capitular, trastocado e iluminador en medio de la COVID-19, llegó entre conversaciones a Nemi, a las puertas de Roma, dónde celebramos el Capítulo aún en la incertidumbre de una pandemia que parecía no tener fácil remedio.
“Querida Congregación” es el fruto y el espíritu de ese Capítulo General; no es sólo una exhortación, es también expresión de acción de gracias por el carisma recibido; Somos Misioneros en una congregación que, con nuestros tropiezos, quiere vivir, arraigados y audaces, desde la ternura de Dios como vivió María de Nazaret, toda Corazón.
Y la conversación no terminó en Nemi, sino que resuena en todos los organismos y continúa en un diálogo fraterno en misión compartida que nos ha llevado hasta Nairobi, Kenia, a un paso del Ecuador donde Sur y Norte se encuentran y descubren que son uno. África es vida, energía, ritmo, espiritualidad, acogida, esfuerzo, camino por andar; estremecen sus colores, su naturaleza, sus gentes… ¡Cuán diferente es hoy África de aquella a la que fueron los misioneros claretianos en la primera expansión (Argel, Guinea Ecuatorial)!
Queridos hermanos, en el centro de este encuentro ha estado el Plan de Acción 2022-2027 del Gobierno General. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, por ello os presentamos tres íconos bíblicos al final de este encuentro que creemos continúan el del camino de Emaús con el que comenzamos la marcha hace ya más de dos años:
La vid y los sarmientos (Jn. 15,1-8)
Este primer ícono fue propuesto en el retiro inicial del encuentro, y es un buen reflejo del tercer proceso de transformación congregacional “adoradores de Dios en el Espíritu”. Si nuestro sarmiento claretiano no está unido a la vid del Señor, vano es nuestro esfuerzo y, como dice la alegoría, no daremos frutos.
Somos herederos de un rico humus carismático con numerosas historias de fidelidad y audacia vocacional, entre ellas las de muchos claretianos Hermanos que vivieron y viven su identidad claretiana en cercanía al pueblo de Dios y son un contrapunto existencial a actitudes clericales que aún se dan entre nosotros. Queremos vivir una espiritualidad que está centrada en la Palabra, vida y promesa del sueño de Dios para la humanidad, y es cordimariana: La mujer fuerte de corazón tierno.
Apostamos por una formación integral y holística, que reconoce y acepta, sin arredrarse, los desafíos que la interculturalidad y las nuevas cosmovisiones le presentan. Creemos en una cultura de formación continua, una historia interminable de diálogo con nuestras fuentes carismáticas, con el saber teológico y las ciencias humanas. La formación permanente es la savia nutriente que recorre todo el árbol congregacional, de la raíz a las hojas y los frutos; sin esa circulación interna el árbol termina enfermando y no da los frutos debidos.
La samaritana junto al pozo (Jn. 4)
Este cuadro ha acompañado nuestro encuentro en la sala de reunión desde el inicio. Creemos que esta imagen bíblica de la mujer samaritana, junto al pozo, en un diálogo salvífico con Jesús mientras los discípulos están buscando el alimento cotidiano, es imagen viva de nuestro segundo proceso de transformación: Una comunidad de testigos y mensajeros. La comunidad apostólica lo comparte todo y buscan juntos los recursos necesarios para su misión con generosidad, solidariamente y siempre al servicio de la misión encomendada. La conversación junto al pozo nos presenta una comunidad cuya misión es también testimonial (EN 41), siempre abierta a acoger y escuchar sin prejuicios a todos, incluso a aquellos con quienes, como ocurre con Jesús y la Samaritana, no siempre compartimos las mismas ideas.
La comunidad es también hogar del Espíritu donde oramos unos por otros, por los que nos dejaron, por los que estamos bregando en la misión y por los que el Señor ya está llamando a seguirle según el carisma claretiano.
Camino de Jericó (Lc. 10, 30-37)
Si el camino de Emaús nos invita a la conversión de la fe y a creer en el resucitado, el camino de Jericó es una llamada a la conversión del corazón, a creer en nuestra capacidad de mirar con compasión, como Jesús, buscando transformar el mundo e invitando a otros a aunar esfuerzos en misión compartida, especialmente con nuestros hermanos y hermanas de la Familia Claretiana.
Somos misioneros, somos una Congregación en salida que anclada en la Palabra comunica al mundo por todos los medios posibles la buena noticia del Evangelio. Somos una Congregación que ha ido encarnando nuestra riqueza carismática en las diversas realidades eclesiales, sociales y culturales con las que nos hemos ido encontrando a lo largo de casi 175 años de historia; una grande obra que nació en una pequeña celda de un rincón de Cataluña (Vic) y que hoy cuenta con 521 comunidades en 71 países.
Hemos sido invitados a mirar nuestra organización congregacional como una constelación, de forma que visibilice mejor las relaciones, redes y sinergias que articulan nuestra vida y misión que están al servicio del Reino en comunión sinodal con una iglesia de rostros diversos.
Damos una vez más gracias a la Delegación Independiente de S. Charles Lwanga, por su dedicación, y también a todos aquellos que entre bastidores han hecho posible que este encuentro se realice y llegué hasta cada una de las comunidades que encarnan nuestra vida y misión.
Queridos hermanos, el camino sinodal desde Talagante hasta Nairobi ha sido largo y rico, pero no acaba aquí. En breve volveremos a nuestros organismos y comunidades con el deseo de compartir esta rica experiencia para seguir caminando juntos para realizar el sueño. Que el horizonte de la celebración de los 175 años de fundación sea una verdadera experiencia de iluminación y gracia conscientes de que es el Señor quien guía nuestros pasos.
Confiamos el fruto de este viaje sinodal al Corazón de María, para que nos acompañe, nos conforte en el cansancio y nos anime a ser arraigados y audaces como nuestro Fundador y nuestros mártires.
Asanteni Sana