Queridos hermanos:
¡Os deseo a todos una feliz celebración de la fiesta de nuestro Fundador! Al celebrar esta fiesta en el año jubilar de los 175 años de la Fundación de nuestra Congregación, aprovechemos esta ocasión para mirar la realidad actual en la que vivimos desde la perspectiva de nuestro Fundador, en la presencia de Dios. Ciertamente, no se trata de huir de las realidades a las que nos enfrentamos hoy, sino de adquirir una perspectiva más amplia para mantener vivas nuestras esperanzas en media de las realidades angustiosas que nos rodean.
No podemos ignorar el escenario sociopolítico del mundo, que ahora se ve afectado par las guerras en Europa oriental y Oriente Media, que comenzaron con invasiones bárbaras y asesinatos de civiles inocentes, y los diversos conflictos en el mundo. Vemos más humos de furia elevándose a los cielos que incienso de acción de gracias y alabanza al Creador. El sufrimiento, la pobreza y la marginación de las personas, especialmente de los niños, en nuestra casa común, cada vez más enferma, son alarmantes. La Iglesia también está pasando par sus propias luchas para dar un testimonio creíble de la alegría del Evangelio. Verlos simplemente desde aquí abajo podría ser muy angustioso.
La memoria de nuestro Fundador nos invita a complementar nuestra visión de las cosas aquí y ahora con la perspectiva de la eternidad, que nos ayuda a ensanchar el horizonte de nuestras preocupaciones ya fijar la mirada en lo que es duradero. Desde arriba, los muros de separaci6n desaparecen, lo pequeño y lo grande no importan, y lo que perdura es la verdad y la caridad que todo lo une. Como afirma san Pablo, «somos ciudadanos del cielo» (Flp 2, 20). Desde su juventud, Claret tuvo un sentido de eternidad (Aut 8). La luz del cielo ilumin6 sus pasos sabre la tierra. Oraba ardientemente para que los dones del cielo sostuvieran su vida en la tierra: «Jesús mío, os pido amor, grandes llamas de ese fuego que Vos hicisteis bajar del cielo a la tierra. Ven, fuego divino; ven fuego sagrado, enciéndeme, arde en mí, derríteme y viérteme en el molde de la voluntad de Dios» (Aut 446). Siguiendo la mentalidad del Fundador, nuestros mártires prefirieron la ciudadanía del cielo a abandonar su fe para vivir un poco más aquí en la tierra una vida sin Dios.
Este ano celebramos varios jubileos en la Congregación: 175 años de misión de Claret en Canarias, 150 años de misi6n de Avellana en Chile, 100 años de presencia de Claretianos en Santo Domingo, Panamá y Alemania, y 50 años de presencia claretiana en Nigeria. Estas celebraciones conmemorativas nos invitan a seguir caminando por el camino que el Señor está guiando a la Congregación y a permanecer arraigados en Él mientras navegamos por las diferentes situaciones de la vida. Recordamos a nuestros pioneros y a cientos de misioneros comprometidos que se han unido a la comunidad celestial con San Antonio Ma. Claret.
Somos herederos del espíritu misionero de nuestro Fundador. En este año jubilar seguimos orando: Señor, concédenos a cada uno de nosotros ya nuestras comunidades arder en tu Amor, esparcir sus llamas por donde quiera que vayamos y encender a todos en ese fuego.
P. MathewVattamattam, CMF
Superior General
24 de octubre de 2023.