Mensaje inaugural del Padre General durante el Encuentro del Gobierno General con los Superiores Mayores de la Congregación en Chile

Ene 13, 2020 | Gobierno General, Mathew Vattamattam, Tablero, XXVI Capítulo General

Queridos hermanos:

Dentro de pocos meses se cumplirán cinco años desde que celebramos el XXV Capítulo General en agosto-septiembre de 2015. Estoy seguro de que la invitación del Capítulo a emprender los tres procesos de transformación de nuestra Congregación está dando frutos en nuestra vida y misión. Este año 2020 señala varios acontecimientos importantes en la Congregación: Los 150 años de la llegada de los misioneros claretianos a la «nueva viña» – así la llamó el Padre Claret con cariño – en el mismo año de su Pascua; los 125 años de la llegada de los misioneros claretianos a Brasil; los 75 años de la presencia claretiana en Filipinas; los 50 años de la presencia claretiana en Camerún y en la India. La conmemoración significativa de estos acontecimientos en este año claretiano es un buen preludio para el próximo Capítulo General que esperamos celebrar en 2021.

Entramos en este sexenio con el nuevo impulso que el pontificado del Papa Francisco ha traído a la Iglesia. Nuestras reflexiones se han visto muy influenciadas por sus dos magníficos documentos Evangelii Gaudium y Laudato si. La invitación del Papa a los misioneros claretianos a adorar, caminar y acompañar ha trazado un camino para ser misioneros hoy centrados en el Señor y para salir en misión acompañando al Pueblo de Dios.

Eventos significativos en la Iglesia después del Capítulo

Caminamos en el espíritu del Capítulo y continuamos enriqueciendo nuestra vida y misión a partir de las enseñanzas continuas del Papa y de los acontecimientos que tienen lugar en la Iglesia. Quisiera recordar algunos de los acontecimientos significativos y las enseñanzas que hemos tenido en la Iglesia después del último Capítulo:

  • Sínodo de la Familia (2015), celebración del Año de la Misericordia (2016), Sínodo de la Juventud (2018) y el Sínodo de la Amazonia (2019).
  • Documentos importantes como Amoris Laetitia (2016), Veritatis Gaudium (2018), Gaudete et Exsultate (2018) y Christus Vivit (2019).

En los últimos años la Iglesia ha vivido situaciones difíciles y desafiantes, así como muchos momentos de gracia. Los encuentros del Papa con otras Iglesias y religiones han sido significativos:

  • Reunión de oración conjunta con el Arzobispo luterano Antje Jackelen de Suecia en 2016 para dar inicio al 500 aniversario de la Amazonia (2019).
  • Actividades conjuntas de respeto mutuo y fraternidad con la Iglesia Ortodoxa (con el Papa copto S.S. el Papa Tawadros II en Egipto en 2017).
  • Varios encuentros con el Arzobispo anglicano Justin Welby, el esfuerzo conjunto de mediación de paz en el sur de Sudán y la proyectada visita conjunta al Sur de Sudán 2020.
  • Visita a Egipto y a los Emiratos Árabes Unidos, y su diálogo con los musulmanes, especialmente su visita al Gran Imán de al-Azhar, el Jeque Ahmed Mohamed al-Tayeb en El Cairo en 2017. Encuentro con el Gran Imán Ahmed al-Tayyeb y la declaración conjunta de fraternidad en Dubai en 2019.

Los diversos eventos aquí citados se centraron en la auténtica vida y renovación cristiana dentro de la Iglesia, así como en la acogida y las relaciones fraternas con los demás para crear una sociedad humana mejor y más fraterna.

Una herida con la que se ha enconado la Iglesia y la sociedad es el escándalo de los abusos sexuales, especialmente de los menores. Este mismo país, Chile, ha sido testigo de algunos momentos dolorosos de las heridas en el Cuerpo de la Iglesia relacionadas con los abusos sexuales a menores por parte de personas de la Iglesia. La visita del Pontífice a Chile en 2018, y los sucesos posteriores, paradójicamente han ayudado a la Iglesia a abordar el tema con honestidad y valentía. La reunión de los Presidentes de las Conferencias Episcopales, los responsables de los Dicasterios vaticanos y algunos Superiores Generales de Congregaciones Religiosas, en Roma en febrero de 2019, afirmó la resolución de la Iglesia de cara tanto a crear un ambiente seguro para los niños en la Iglesia como a promover una cultura de responsabilidad, rendición de cuentas y transparencia en todos los niveles de funcionamiento de la Iglesia. Como Congregación, también nosotros estamos comprometidos en crear esta cultura que requiere que los misioneros claretianos, independientemente de sus funciones en la Congregación, asuman la responsabilidad de lo que hacen, rindan cuentas ante quienes deben hacerlo de sus acciones y sean transparentes en todos los asuntos. Creo que debemos crecer más en este sentido.

También hemos estado observando reformas en la Curia Romana que han estado en la agenda del pontificado del Papa Francisco. Parece que todo ello se está llevando a cabo a su propio ritmo con la creación de las Secretarías de economía y de comunicaciones. La reforma es un proceso continuo tanto en la Iglesia como en la Congregación. Un acontecimiento significativo es la abolición del secreto pontificio para convertirse en una Iglesia más transparente cuando se trata de cuestiones importantes que afectan a la sociedad. Recuerdo estos acontecimientos porque, como parte de la Iglesia con un carisma profético, nosotros, como misioneros, debemos estar en la vanguardia de la transformación que el Espíritu lleva a cabo en la Iglesia en cada época.

El Sínodo de los Jóvenes en 2018 y la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá en 2019 han prestado atención a los jóvenes en la Iglesia como agentes y receptores del anuncio del Evangelio. Esto ha impulsado en cierta medida nuestras iniciativas en la pastoral juvenil en toda la Congregación.

Otro evento significativo que ha llamado la atención sobre la situación de los marginados de la sociedad y del planeta herido ha sido el Sínodo de la Amazonía y la invitación a tener nuestros ojos puestos en los marginados. Todo ello ha sido una invitación a mirar nuestra propia presencia entre la población vulnerable del planeta y nuestro compromiso con el cuidado de la creación.

Sin embargo, en los últimos tiempos, el escenario político y económico mundial se ha deteriorado en muchas partes del mundo, lo que ha erosionado la confianza en los procesos democráticos. Se destina más dinero a la compra de armas para amenazar o matar a otros seres humanos en nombre de la seguridad nacional que a cumplir con los objetivos de desarrollo del milenio en el mundo. Muchos países de América, especialmente Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile, tienen situaciones sociopolíticas muy problemáticas. El Medio Oriente se ha visto sumido en guerras y movimientos terroristas en los últimos años; y ahora la situación entre Estados Unidos e Irán ha creado una situación muy incierta en el mundo. África, en general, parece estar desatendida y Boko Haram y otros grupos radicales, la corrupción desenfrenada y los conflictos sectarios han provocado migraciones y desplazamientos masivos de personas que han sido causa de un sufrimiento incalculable. En Asia, los gobiernos despóticos elegidos democráticamente de algunos países muestran una mano dura para tratar los asuntos sociales. La recesión económica mundial y el creciente desempleo están profundizando el abismo de la desigualdad en la sociedad, empujando a más y más personas a los márgenes de la misma. Estamos experimentando los efectos del calentamiento global y el cambio climático cada año ante nuestros ojos. De todo ello se hacen eco también las noticias del mundo.

En medio de este precario escenario socio-político y económico del mundo, somos un pequeño grupo de misioneros que, con nuestras propias limitaciones, tenemos una misión que cumplir en la Iglesia y en el mundo. Es la misión de Jesús en el mundo. Leyendo los documentos de los Capítulos, me conmueven las preocupaciones que abordó el XVIII Capítulo General de 1973. Abordó algunas de las preocupaciones similares de una manera mucho más radical. La cuestión de las vocaciones (su entrada y perseverancia) fue el centro de su atención, y las soluciones propuestas fueron el testimonio de las comunidades, el gobierno participativo y el compromiso convincente con la gente de los márgenes. A través de los Capítulos siguientes, la Congregación continuó su proceso de renovación estando plenamente presente en el camino de la Iglesia y haciendo suyos los programas de renovación del Concilio Vaticano II.

Después de más de 50 años, nos encontramos en otro momento de la historia con muchos cambios que, paradójicamente, abren oportunidades misioneras. Tal vez, el sello distintivo de nuestro tiempo es la visión integral y el trabajo en red que expresan la necesidad de los seres humanos de ir más allá de los sistemas explotadores egocéntricos y de luchar por un ecosistema en el espíritu del Reino de Dios que Jesús predicó. Hemos escogido estar en Chile para unirnos a nuestros hermanos en América, conmemorando los 150 años de la llegada de los misioneros claretianos a América y la inauguración del 150 Aniversario de la muerte de nuestro Fundador, como un momento propicio para comenzar nuestra preparación de cara al XXVI Capítulo General.

El cambio de época que estamos viviendo hoy exige un serio discernimiento de nuestra misión como misioneros claretianos en el mundo de hoy. El XXV Capítulo nos invitó a «explorar nuevos métodos y formas de organizar nuestros capítulos generales y provinciales en sus diferentes fases (preparación, realización y evaluación)» (MS 72.3). Somos colectivamente responsables de la vida y misión de la Congregación y, por tanto, todos debemos implicarnos en la búsqueda conjunta de lo que el Señor nos pide en nuestro tiempo y responder con el «Fiat» de nuestra Madre del cielo. De la audacia de nuestro Fundador debemos aprender a vivir nuestra vocación misionera en fidelidad creativa en nuestro tiempo.

Hablando del Capítulo General, yo diría que la preparación misma es tan importante como la celebración y la fase de implementación del mismo. En las tres fases, necesitamos ser colaboradores del Espíritu que guía a la Iglesia y a la Congregación. Os invito a tener en vuestra mente la imagen de la brújula que usó el Padre Claret para que no nos distraigamos con preocupaciones secundarias. Debemos mantener un punto fijo en el Señor y su Palabra, y el otro en la realidad del mundo. Necesitamos sintonizar nuestra capacidad de escucha que supone el silencio del corazón para escuchar al Señor y el grito de la gente. El diálogo que brota de la escucha y el compartir desde el corazón construye la comunión de vida e impulsa el compromiso misionero a través de la oración, la fraternidad y el servicio. Aprendamos y practiquemos juntos todo ello y conjuntamente en todo el itinerario y evento capitulares. El discernimiento es el arte que más se necesita para vivir según el Espíritu, como dice San Pablo a los Romanos (capítulo 8).

A este respecto, preguntémonos:

  • Durante los últimos años de nuestra vida y misión, ¿qué es lo que se ha ido clarificando de la realidad de nuestra Congregación a nivel universal y en cada uno de los Organismos Mayores?
  • ¿A dónde nos invita el Espíritu a ir?
  • ¿Cuáles deberían ser los puntos principales durante la etapa preparatoria de la Congregación?

Exploremos juntos todo ello en un espíritu de oración, de diálogo y de honesto compartir.

Encomiendo nuestro encuentro al Corazón de María que camina con sus hijos, como lo hizo con Jesús, e ilumina nuestro camino con su guía e intercesión. Honraremos la hermosa vida vivida por nuestro Fundador a través de la proclamación del Evangelio mediante nuestro propio y alegre compromiso misionero en nuestro tiempo.

 

P. Mathew Vattamattam, CMF

Superior General

Talagante, Chile, 13 de enero de 2020.

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