Queridos hermanos:
¡Os deseo una muy Feliz Navidad!
La celebración del nacimiento de Jesús en la Navidad de este año tiene un significado especial para nuestra familia carismática, en este 175 aniversario del nacimiento de nuestra Congregación. Os invito a contemplar el origen de la Congregación a la luz de la lógica divina de la encarnación. Es claro que el hecho de que Dios se haga un ser humano limitado y vulnerable va más allá de cualquier lógica humana. Pero razonando en un nivel más profundo, tiene sentido que Dios escoja la vía de la presencia y la relación personal para introducirnos en la dinámica del amor divino. En Jesús podemos ser realmente lo que somos en Dios, nacidos del amor y nacidos para amar como Dios nos ama. La Navidad nos recuerda que Dios, en Cristo, ha asumido nuestra condición humana para que nuestra humanidad pueda brotar de modo precioso en Dios que es amor.
Nuestra Congregación ha nacido en la Iglesia como una comunidad de discípulos para mantener este mensaje vivo en el mundo. Aunque somos seres humanos limitados, vulnerables y frágiles, participamos de la naturaleza divina de Cristo y llegamos a ser nueva creación porque “el amor a Dios y a los hermanos ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo y edifica nuestra comunión” (CC 10). Nuestra misión brota de nuestra vida en Cristo. En efecto, nuestra vocación misionera es un acontecimiento de mini-encarnación a la inversa. De ahí que no tengamos que ser superhumanos y hacer grandes proezas para ganar el mundo para Cristo. María, José y los pastores de la primera Navidad eran tan humanos como cualquiera de nosotros. La presencia de Jesús en sus vidas los transformó.
El mundo sigue siendo vulnerable y frágil, pero un mundo nuevo es posible cuando llevamos dentro el auténtico tesoro, el Señor del amor y de la vida que habita en nosotros. Nuestro mundo sigue funcionando con la lógica de la guerra, malgastando los recursos que Dios nos ha dado para matarnos y destruirnos unos a otros, dejando miles de heridos y personas sin hogar. En la oscuridad de la desesperación de los corazones humanos, los ángeles siguen entonando los cantos que anuncian el nacimiento de una nueva humanidad de buena voluntad que glorifica a Dios y construye la paz en la tierra. Escuchemos ese canto en el silencio de nuestro interior y hagamos de nuestros corazones y nuestras comunidades un pesebre acogedor para que el amor de Dios se haga carne en nuestra carne.
La Navidad nos recuerda también una supuesta experiencia mística de nuestro Fundador en una víspera de Navidad, cuando tuvo la visión de la Virgen María entregándole al Niño Jesús. Para un misionero la Navidad es un momento especial para renovar su comunión con Dios y su fidelidad a la misión.
En el XXVI Capítulo General miramos al Corazón de nuestra Madre diciendo: «Soñamos con Claret una Congregación que, a ejemplo de María, atesora en su corazón, cumple y proclama la Palabra de Dios» (QC 51). De ella aprendemos la Navidad para hacerla realidad en nuestro tiempo.
Que la alegría y la paz de la Navidad permanezcan en todos vosotros durante el nuevo año 2024.
Mathew Vattamattam, CMF
Superior General
25 de diciembre de 2023