LA PASTORAL DE JÓVENES Y VOCACIONES EN MISIÓN COMPARTIDA EN MOZAMBIQUE

Por Salomé Sotchi, MSAMC

Soy la Hermana Salomé Sotchi, Misionera de San Antonio María Claret, de nacionalidad marfileña, en misión en Mozambique -en la archidiócesis de Nampula-, en la provincia de Nampula, en el norte del país.

La misión compartida, como camino de vida, de cercanía y de entusiasmo, nos invita a la esperanza y a construir junto a los jóvenes un mundo nuevo, justo y caracterizado por el amor; un mundo sin violencias internas ni externas, lleno de amor y de paz. Estas son las motivaciones que acompañan las acciones pastorales que llevamos adelante en torno al lema: JÓVENES QUE ARDEN EN CARIDAD, según el estilo y carisma de San Antonio María Claret.

Las Misioneras de San Antonio María Claret y los Misioneros Claretianos llevamos a cabo nuestra misión en el norte de Mozambique, en las provincias de Zambezia y Nampula. Mozambique comprende once provincias, de las que cuatro están en el norte. Es un gran país del sur de África con una superficie de 801.590 km². Limita al sur con Sudáfrica y Suazilandia, al oeste con Zimbabwe y Zambia, y al norte con Malawi y Tanzania, con una población de unos 32,26 millones de habitantes, en la que los jóvenes son mayoría.

En la provincia de Zambezia, los Misioneros Claretianos y las Misioneras de San Antonio María Claret llevamos a cabo la misión de la Familia Claretiana en la diócesis de Gurué, en el distrito de Gilé, en las parroquias de san Pedro Claver de Muiane, Nuestra Señora de la Anunciación de Moneia y Santa Josefina Bakita de Gilé, y en la archidiócesis de Nampula, en la parroquia de Santa Rita de Caramage.

El 28 de julio de 2018, a iniciativa del P. André Kalundoke Satchiquata, misionero claretiano de Angola, se formó un grupo de jóvenes para la animación de las fiestas y de las celebraciones festivas claretianas de la parroquia de Santa Josefina Bakita. En diciembre de 2018, a su regreso de Roma tras el encuentro de formación sobre Pastoral Juvenil y Vocacional compartido por la Familia Claretiana, iluminado por el Espíritu Santo e impulsado por la semilla carismática de San Antonio María Claret, el padre André bautizó al grupo formado por los encargados de la música y otros jóvenes como “Juventud Claretiana”. Desde entonces la caridad ocupa un lugar central en la espiritualidad del grupo, congregado en torno al lema “Jóvenes que arden en caridad”. Desde entonces la estrella brillante de la pastoral de jóvenes y vocaciones se ha ido abriendo paso en Mozambique.

Y hoy cuenta con un grupo de jóvenes movilizados, motivados y comprometidos en cada localidad, especialmente en las parroquias en las que están presentes los Misioneros Claretianos o las Misioneras de San Antonio María Claret.

Nuestras actividades pastorales se realizan en torno al lema ya citado (“Jóvenes que arden en caridad”), a través de encuentros de formación sobre la vida de San Antonio María Claret, de iniciativas de formación humana, psicológica, espiritual, bíblica y vocacional, de iniciativas deportivas (que han incluido la creación del campo de deportes Claret en la localidad de Gilé), de visitas a las comunidades, de la promoción de varias acciones en el campo de la caridad y del seguimiento de algunos jóvenes con dificultades escolares y sanitarias.

Nos reunimos mensualmente con los responsables de los grupos y los misioneros que están en la parroquia. Mantenemos además tres importantes reuniones al año con los coordinadores. Durante la crisis provocada por la covid-19, pudimos celebrar nuestras reuniones, pero aceptando congregar sólo pequeños grupos de jóvenes en cada localidad.

Conviene destacar que en Mozambique llevamos adelante la pastoral de jóvenes y vocaciones en zonas periféricas. Trabajamos sobre todo con jóvenes de escasos recursos que viven en pueblos. Numéricamente, la juventud mozambiqueña supone más de la mitad del pueblo de Dios. Se trata de un gran reto, sobre todo por lo que implica el seguimiento y acompañamiento de los jóvenes. Por esta razón hemos limitado el número de participantes en cada parroquia, aceptando sólo entre 30 y 50.

Está costando mucho poner en práctica la pastoral de jóvenes y vocaciones. De hecho, la distancia y los caminos que llegan a las diversas comunidades nos crean bastantes dificultades. Las comunidades distan mucho unas de otras, y no disponemos de vehículos. Como consecuencia, nuestras acciones tienen que limitarse a las parroquias principales, sin que podamos hacernos más presentes en las demás comunidades.

La falta de medios económicos para respaldar las acciones misioneras en pastoral de jóvenes y vocaciones es también un reto. A nivel de coordinación, hemos creado un fondo compartido por la Familia Claretiana que apoya los encuentros y visitas que de vez en cuando hacemos, pero no es suficiente, sobre todo porque no alcanza para que podamos organizar una jornada claretiana abierta a todos los jóvenes. Las reuniones se celebran simplemente por sectores. Nuestro objetivo es organizar un Día de la Juventud Claretiana una vez al año.

También encontramos algunas dificultades con los jóvenes que, por falta de medios económicos, abandonan sus estudios. En algunas situaciones nuestro trabajo coordinado no llega a responder a las necesidades de estos jóvenes. Aquí, en el norte de Mozambique, se sigue casando a los hijos muy temprano y una niña puede ser entregada en matrimonio a los once o doce años. También en algunas localidades, los adolescentes son obligados por sus padres a consumir drogas para trabajar en el campo y a veces también se entregan al alcohol cuando están ociosos. Nos encontramos, pues, con situaciones que piden que actuemos para ofrecer a todos estos adolescentes la oportunidad de disfrutar plenamente de su adolescencia. Por eso hay adolescentes en nuestros grupos. Situaciones como las reseñadas nos desafían y nos estimulan a pensar en proyectos más concretos a nivel de pastoral juvenil y vocacional en Mozambique y a intentar encontrar personas y grupos de otros lugares que puedan apoyar nuestras acciones pastorales.

Este año en concreto hemos organizado la Navidad de los niños desplazados por la guerra en colaboración con la diócesis de Nampula. Desde 2019 hasta hoy el norte de Mozambique vive una guerra interna que ha provocado muchas muertes y el desplazamiento de más de nueve mil familias en la Archidiócesis de Nampula. Realizada la fiesta nos hemos puesto a planificar para este año 2022 un proyecto que pretende ayudar desde la cercanía a los jóvenes y niños desplazados por la guerra y a los adolescentes víctimas de la droga en algunas de nuestras localidades, un proyecto llamado “Juventud sin violencia interna y externa”.

Por todas estas situaciones, hacemos un llamamiento a los responsables y administradores de la Familia Claretiana del continente africano para que nos ayuden con apoyo material y financiero a realizar nuestra misión en Mozambique. Es una tierra de misión que nos hace escuchar el grito de los jóvenes de manera urgente. Nos hace sentir y tocar las necesidades, carencias y sufrimientos de los jóvenes. Es una tierra de misión que llora el porvenir de su juventud y el futuro de la evangelización.

En medio de todos estos retos, Mozambique tiene una juventud dinámica y comprometida. Una juventud que se implica con responsabilidad en todas las actividades pastorales. Una juventud que quiere salir al encuentro de otros jóvenes y llevarles el Evangelio de Cristo.

Queridos hermanos y hermanas de la Familia Claretiana, hacer camino con los jóvenes claretianos es sencillamente una gran alegría y supone para quienes los acompañamos una oportunidad para crecer juntos en el carisma de San Antonio María Claret. Es un viaje que nos hace sentir y tocar de manera más concreta la realidad, los gritos y las heridas de la juventud de hoy. Todo esto nos empuja y estimula a llevar el Evangelio de Cristo a todas las periferias buscando la salvación de las almas, a imagen de San Antonio María Claret. Que, por intercesión del Corazón Inmaculado de María, seamos capaces de responder con generosidad y sencillez a las necesidades de nuestros jóvenes.

“Cuando tuve la idea de ser monje y Dios me inspiró a retirarme del mundo, no pensé sólo en la santificación de mi alma, sino también y con insistencia, en lo que podía hacer para salvar el alma de mi prójimo”. (San Antonio María Claret).

Nampula, Mozambique.

22 de febrero de 2022.

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