La Misión Claretiana 2018

Jun 12, 2018 | La Misión Claretiana, Misión Viva, Pastoral Juvenil Vocacional

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La nueva edición de La Misión Claretiana es dedicada por completo a la pastoral de jóvenes y vocaciones en la Congregación. Las experiencias que compartimos recogen sólo en parte la riqueza y diversidad del ministerio que los Misioneros Claretianos, junto a los laicos de nuestras comunidades y los miembros de la Familia Claretiana, llevamos adelante en distintas partes del mundo. Un servicio que nos llena de alegría y nos desafía a ser mejores cada día.

El anuario 2017-2018 recoge en primera persona el testimonio pastoral y vocacional de los mismos jóvenes en esta tarea. Ellos no son meros receptores de nuestra acción evangelizadora sino verdaderos protagonistas de la misión. Muchos de ellos, identificados con nuestro carisma, asumen un rol fundamental en los servicios pastorales de nuestras comunidades y Organismos, e incluso fuera de las fronteras de los mismos, en voluntariados y misiones.

La brasa del carisma claretiano enciende sus corazones de diversas maneras: a través del encuentro con los pobres y excluidos, en las misiones populares o experiencias de voluntariado, en los encuentros de sus comunidades juveniles, en la oración y la meditación personal o comunitaria de la Palabra de Dios, en días de retiro y desierto, en actividades solidarias o en actitud de adoración frente al Santísimo y en convivencias; al participar de los encuentros de familia claretiana y las jornadas mundiales de la juventud, en el acompañamiento y diálogo personal, en campamentos de verano, peregrinaciones, catequesis, encuentros de formación, entre otras muchas propuestas pastorales.

 

El discernimiento del XXV Capítulo General de la Congregación

El XXV Capítulo General nos pide que salgamos al encuentro de las nuevas generaciones, caminemos con ellas y hagamos posible que escuchen las llamadas del Señor (MS68). Es el objetivo que nos hemos propuesto alcanzar durante el sexenio 2015-2021. El marco de referencia y comprensión de esta propuesta es la llamada a la conversión pastoral-misionera-y-ecológica que el Espíritu impulsa en la Iglesia (MS65).

El horizonte abierto por la exhortación apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco nos permite recuperar lo más genuino de nuestra vocación claretiana de discípulos-misioneros al estilo de los Doce. Con toda la Iglesia nos sentimos llamados a ser una Congregación en salida. Horizonte que sólo podremos alcanzar si permitimos que Dios continúe su obra en nosotros hasta que alcancemos la madurez, conforme a la plenitud de Cristo (Ef 4, 13).

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Salir al encuentro de los jóvenes…

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Se hace necesario reconocer que “salir” no nos resulta fácil; y “salir ‘para encontrarnos con los jóvenes’” nos cuesta bastante más aún. Nos resulta más natural mantener las distancias de nuestros ámbitos comunitarios propios; o cultivar un agudo sentido crítico que nos convierte en excelentes “comentaristas” y “directores técnicos” de la tarea pastoral (de los demás) sin perder nuestra condición de espectadores o analistas de la coyuntura.

La Declaración Capitular advierte con dureza y realismo que en el servicio pastoral a los jóvenes y el ministerio que realizamos a favor de las vocaciones en la Congregación y la Iglesia se evidencian dos aspectos fundamentales de nuestra misión: La fidelidad al carisma recibido, por una parte, y la inventiva, la creatividad y la audacia que lo actualizan, por otra (cf. MS30).

Salir de nuestra zona de confort nos provoca cierto desasosiego y frecuentemente encontramos buenas razones para justificar lo que hacemos, aunque no resulte. Pero no queremos engañarnos ni dejar que se enfríe la brasa de la Buena Noticia que se nos ha confiado para encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Sin salida no hay posibilidades para la misión; porque la misión consiste en salir, aunque nos resulte difícil. La salida misionera es el primer paso de la conversión pastoral.

 

Encontrar a los jóvenes en una nueva situación…

Cambiar de ambiente en nuestro servicio pastoral, pensar y discernir nuevos horizontes y posibilidades –aunque no nos resulte fácil-, no es imposible. Los nuevos areópagos y situaciones hacen que nos sintamos más vulnerables e inseguros. Afectan a nuestro quehacer metodológico-pastoral pero también desencadenan en nosotros auténticos procesos de transformación que nos conmueven. Influyen en nuestra vida espiritual y afectiva, en nuestro modo de ser claretianos y de comprendernos como comunidad misionera, trastocan nuestros esquemas mentales y actitudes, e incluso nuestro modo de entender a Dios y relacionarnos con Él, o nuestra mirada sobre los demás y nuestra forma de ser Iglesia.

El encuentro que nos proponemos encuentra su sentido más pleno en el seguimiento de Jesús que profesamos y hace emerger en nosotros actitudes hondamente humanas: El reconocimiento del otro en cuanto tal, la aceptación de los demás, la manifestación de nuestro afecto y cariño, el deseo de hacer el bien y de buscar la felicidad, el respeto por el ámbito de libertad de los otros, la posibilidad de soñar y trabajar por el bien común…

 

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12Encontrarnos con los jóvenes en sus más diversas situaciones, y particularmente en sus periferias de exclusión, es nuestra primera palabra misionera. Significa, en primer término, que sus vidas tienen sentido para nosotros y que nos importan. Que no nos da lo mismo si ellos están que si no están en la Iglesia. Que no es igual si estamos que si no estamos con ellos. Es necesario además explicitar las razones cuando las circunstancias lo requieran. No salimos a su encuentro porque queremos llenar la nostalgia que nos provoca su ausencia en nuestras iglesias o comunidades formativas en algunos contextos ni por mero proselitismo o vanagloria en otros. Nos interesan por sí mismos, por lo que ellos son y por lo que viven, con sus virtudes y sus potencialidades.

Caminar con ellos…

Hacer nuestros los itinerarios de los jóvenes, recorrer con ellos sus caminos, implica para nosotros andar ligeros de equipaje como Jesús con sus discípulos y estar dispuestos a aprender en carne propia la más alta mística misionera. Aquella que nos lleve a asumir como lo más propio de nosotros mismos el itinerario de Jesús y sus discípulos en Galilea, su camino de Resucitado hacia Emaús, la kénosis que nos haga capaces de abrazar lo ajeno haciéndolo algo nuestro, la dinámica que nos encarne en el mundo de los jóvenes.

La dinámica de la propia vida y praxis pastoral se transforman así en el parámetro de verdad de nuestros mejores propósitos e intenciones. Una pastoral de semejantes características no se improvisa y, con todo, cualquier planificación que intente controlar todas las variables, libre de riesgos y cerrada a las vicisitudes del camino, resulta inadecuada. La acción pastoral más significativa ha de favorecer posibilidades de encuentros que transformen y nos transformen. Traducir la gramática del evangelio en la alegría con la cual vivimos nuestra vocación.

 

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Hacer posible que escuchen las llamadas de Dios…

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El icono bíblico que bien puede iluminar el itinerario misionero que nos proponemos es el relato de Hechos de los Apóstoles 8, 26-40: El encuentro entre Felipe y el ministro de la reina Candace de Etiopía.

El pasaje se desarrolla en el camino que conduce de Jerusalén a Gaza. En el relato todo es movimiento. Felipe se deja guiar por el Espíritu, se pone de pie y sale. Se aventura a un camino desierto. Se acerca a un carruaje y escucha lo que un desconocido está leyendo. Un malentendido le sirve de excusa para el diálogo. Aprovecha la oportunidad que se le ofrece para hablar de lo que abunda en su corazón. Comparte el viaje de un desconocido y le anuncia la Buena Noticia. Luego Dios hace su obra en la libertad del ministro que acoge a Jesús en su vida. Finalmente se separan y cada quien sigue su camino.

El anuario que te presentamos recoge testimonios como este que acabamos de describir. Son historias de encuentros y caminos de seguimiento de Jesús. Una muestra de la misión con los jóvenes en las periferias, en las ciudades y zonas rurales de los países en los cuales nos encontramos. Agradecemos a todos los que hicieron posible que estos testimonios lleguen hasta ti. Y agradecemos también a quienes con su vida entregada a la evangelización de los jóvenes y al cuidado pastoral de las vocaciones hacen posible que nuestra Congregación arraigue y crezca al servicio de la misión de la Iglesia en el mundo.

 

Hno. Carlos Verga, CMF

Prefecto General para la Pastoral de Jóvenes y Vocaciones

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