En el mundo de hoy, la migración se ha convertido en un fenómeno habitual. La personas se trasladan de un lugar a otro por diversas razones, como la educación, el trabajo o mejores oportunidades. Sin embargo, a menudo se subestiman los desafíos que enfrentan los migrantes en un lugar nuevo, como las dificultades para encontrar un lugar de referencia donde pertenecer, recibir apoyo y orientación. Hubo un caso de una persona fue estafada por una agencia que le prometió una gran oportunidad de empleo en Corea. Desde su ciudad natal, tuvo que pedir prestada una gran cantidad de dinero al banco para sus gastos iniciales en alimentos y alojamiento. Cuando llegó a Corea, se encontró sin un lugar donde dormir y sin la compañía que le ofreció el trabajo. En otro caso, una joven estudiante luchó contra la nostalgia y la presión de sus compañeros de clase, estaba al borde de un colapso emocional. La comunidad religiosa tuvo que acudir en su ayuda, brindarle apoyo emocional y llevarla a la casa de una Hermana (religiosa) cercana para recibir asesoramiento y tratamiento.
Los casos mencionados anteriormente son el ejemplo de una comunidad religiosa que da un paso al frente en apoyo de aquellos migrantes y de sus necesidades. La Comunidad Claretiana en Seúl, Corea, identificó la necesidad de crear una comunidad de migrantes y comenzó atender las necesidades pastorales, médicas, psicológicas y legales de los migrantes, especialmente en Itaewon. La comunidad brinda un lugar para que los migrantes se reúnan, compartan sus experiencias y encuentren respuesta a sus necesidades espirituales.
El 5 de marzo de 2023, la comunidad celebró una reunión para los migrantes en la Comunidad Claretiana, que comenzó con una introducción general y una cálida bienvenida del Padre James Jose, CMF. La Santa Eucaristía fue presidida por el Padre Park Michael, CMF, Superior de la comunidad Claretiana, Seúl. El Padre Manuel Ezhparambil, CMF, Delegado Superior, dio un breve mensaje dando la bienvenida a todos los migrantes e invitándolos a participar en la Santa Eucaristía todos los domingos. El Padre Vincent Lee, CMF, del Centro de Migrantes Claretianos, Bucheon, también se unió a la celebración. Casi 50 migrantes se dieron cita, provenientes de diferentes nacionalidades. Había personas de Sri Lanka, Pakistán, Filipinas, Nigeria, Bangladesh e India. Laicos que comparten la misión claretiana también se ofrecieron como voluntarios y enriquecieron el programa. La reunión terminó con una deliciosa comida compartida por todos.
Esta iniciativa promovida por la Comunidad Claretiana es encomiable, junto a los migrantes, se reconocen y apoyan sus luchas de cada día. Muchos se enfrentan a desafíos como las barreras lingüísticas, diferencias culturales, negación de salarios por parte de los empleadores, discriminación y el sentimiento de solediad y aislamiento. La comunidad de migrantes proporciona un espacio seguro para que conecten con otros, compartan sus experiencias y reciban el apoyo del gobierno que tienen por derecho propio.
Sin embargo, ser misionero y trabajar con migrantes y emigrantes que estudian o trabajan es una tarea desafiante. Requiere un trabajo personal de superación de los propios miedos y prejuicios. Estas personas están arriesgando sus vidas por el bienestar de sus familias y un futuro mejor. A menudo buscan ayuda cuando la necesitan desesperadamente. Depositan una gran confianza en las personas que tienen el título de “sacerdote”, “hermana” o “religioso” y buscan encontrar refugio en ellos. El camino del amor y el apoyo a los migrantes es largo, pero vale la pena recorrerlo.
Fuente | Padre Sebastian Eruvelikunnel, CMF, Delegación de Corea, Encargado de comunicación.
