Haití. Jimaní, epicentro de la solidaridad

Ene 23, 2010 | Antillas, Familia Claretiana, Pastoral de la salud, Vida de Comunidad

Haití. Hace una hora y media sentimos -siempre con temor y respeto- un temblor un poco grandecito ya, más que adolescente…. A los cinco minutos llaman de nuestro Centro-hospital informando que todos los niños pacientes y sus familiares han salido despavoridos al patio con sus mantas y colchonetas, a la intemperie de la noche fresca… Hemos tenido que acercarnos de nuevo para calmarlos, e intentar persuadirles para volver de nuevo al interior. Nuestro tiempo y nuestros traductores nos ha costado, hasta que por fin, a regañadientes, han aceptado volver a las salas dormitorio… C’est la vie! Que el Señor tenga misericordia de nosotros.

Jimaní, este pequeño pueblo fronterizo dominicano de unos diez y ocho mil habitantes, a sólo 45 kms. de la capital haitiana, está siendo centro de operaciones humanitarias de muchas instituciones, tanto gubernamentales como no-gubernamentales, y, al mismo tiempo, centro de acopio y almacenamiento de ayuda humanitaria, procedente de República Dominicana y de la aldea global de nuestro planeta. Aparte de eso, Jimaní cuenta con dos instituciones especiales que han logrado estos días notas de excelencia en la entrega generosa e incondicional al sufrido pueblo haitiano, a saber: el “Hospital General Melenciano” y el Centro Social de la Parroquia Católica “Centro de Nutrición y Formación San José”.

¿Queréis contactar humanitariamente con haitianos heridos por el devastador terremoto-sin-nombre? No es necesario llegar hasta la misma capital de Haití, Puerto Príncipe, para contactar heridos y diezmados por la cruel tragedia del día 12. Acercaos a esos dos centros humanitarios de Jimaní mencionados.

Los heridos se nos acercaron desde el primer momento, y siguen acercándose hasta ahora, movidos, por una parte, por su desesperación, y, por otra, por su confianza fundamental en el alma bondadosa y acogedora del pueblo dominicano. Las posibles animosidades cotidianas y los leves prejuicios ancestrales entre haitianos y dominicanos, explicados por la Historia y las “historias” de ambos pueblos, han cedido a una ola de compasión y misericordia en los dominicanos, y de confianza y gratitud en los haitianos, en proporción paralela a la tremenda desgracia.

Pero hay además un elemento sicológico y humanitario importante, complementario a los mencionados anteriormente: Sólo hace seis años, en mayo del 2004, Jimaní fue víctima de una calamidad natural que arrasó parte de la población y que dejó más de trescientos cincuenta dominicanos y más de dos mil haitianos muertos y desaparecidos: Una devastadora riada, producto de lluvias continuas muy intensas sembró desolación y muerte. Los habitantes de Jimaní experimentaron entonces en sí mismos muy de cerca, como receptores, la solidaridad nacional e internacional. Ahora les toca a ellos ser activos y emisores de solidaridad, siguiendo el dicho popular: “Hoy para mí, mañana para ti”. Por eso, muchos vecinos han abierto sus casas para alojar a haitianos familiares de los hospitalizados, se han realizado colectas para ayuda económica, se ha provisto de alimento a necesitados, se han movilizado muchos voluntarios para atender a los damnificados, etc. ¡Qué bueno que … amor y solidaridad, con solidaridad y amor se pagan!

Por lo que respecta al “Hospital General Melenciano”, cientos de haitianos heridos llegaron a este pueblo fronterizo, con la brújula claramente enfocada al sencillo centro de salud de Jimaní, que tiene capacidad solamente para unas treinta (¡) camas. El personal médico -doctores, y enfermeras- , las camas y medicinas disponibles, el instrumental médico, las salas, pasillos y espacios libres del hospital… todo se quedó chiquito ante la avalancha urgente de tanta gente malherida: Gente seriamente herida o mutilada, algunos con la necesidad, tan dolorosa como inevitable, de amputación de miembros para evitar el avance de la fatídica gangrena…

Hay que resaltar que, en general, desde el primer momento, no sólo el personal profesional de la salud, con su ejemplar y heroico trabajo, sino todo el pueblo de Jimaní respondió unánime y se volcó espléndidamente en actitud de servicio generoso para acoger y atender a los pobres damnificados.

Y junto al Hospital, el “Centro de Nutrición y Formación San José”, regentado por la Iglesia Católica.

Los Misioneros Claretianos aceptaron hace unos tres años hacerse cargo pastoral, como un nuevo reto misionero, de esta zona que forma parte del “Sur Profundo”, considerada como la región más empobrecida de la República Dominicana. Al cabo de dos años de ministerio, los misioneros consideraron oportuno y necesario levantar, en terreno propiedad de la diócesis de Barahona, este centro social en el que se ofrecen y realizan operativos médicos, charlas de formación para madres, talleres de formación de valores humanos y cristianos, cursos de costura y repostería, encuentros de jóvenes, asambleas comunitarias, etc. Alma y motor de este centro, tanto en la fase de construcción como en la de operación, es el P. Roselio Díaz Heredia, entregado con ilusión juvenil a su ministerio de párroco de la Parroquia San José de Jimaní.

Pues bien, este centro también ha abierto de par en par sus puertas a damnificados haitianos, preferentemente niños. Hay dos salas habilitadas con colchonetas con una capacidad de hasta treinta y cinco heridos para acoger mayormente a niños, referidos por el hospital cercano después de la cura de sus heridas, en linda colaboración entre el centro de salud estatal y el centro social de la iglesia. Los niños ingresados -hasta este momento más de cien ya- son atendidos por cuatro médicos generales y dos pediatras, dos sicólogos y por personal técnico. Gracias a Dios el Departamento de Salud Pública Dominicano ha provisto el personal médico y también ha abastecido con sueros, medicinas y alimentación para estos niños malheridos.

Los tsunamis, huracanes y terremotos causan cruelmente a su paso desolación, aflicción y muerte. Pero, al mismo tiempo, despiertan eficazmente la conciencia más noble de los seres humanos para convocarles a la solidaridad, al compartir generoso y al sentimiento fraterno; no solamente de los que palpan y viven de cerca la tragedia, como los habitantes de Jimaní, sino de todo ser humano que viva en cualquier rinconcito del mundo. Todos convocados a la Gran Fraternidad por el camino de la generosa solidaridad. No vale ni cabe quedarse fríos e impasibles ante la tragedia, como simples mirones de frío corazón. ¡Hay que dar! ¡Hay que darse! Y tú, ¿qué? ¿Sólo mirón de tele, o benefactor generoso, eficaz, auténticamente solidario? Tú dirás.
Un fuerte abrazo desde Jimaní, este pueblo-frontera.
Carmelo, cmf

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