Los Negrales, 1 de diciembre de 2007.
El 8 de Septiembre del 2007 nos encontrábamos por primera vez en la comunidad de Los Negrales, en las afueras de Madrid, los doce participantes de la Fragua 16: José Ma. Hernández (Bética), Enrique Fernández (Euskal Herria), Camilo Eberhardt (Argentina-Uruguay), Julio Cesar Melo Miranda (Brasil Meridional), Carlos Antonio Pereira (Brasil Central), Eleuterio Dionisio Pineda Mosquera (Perú),
Roberto León García (Venezuela), Daniel Gallego Arias (Colombia Occidental), Miguel Duarte Camargo (Colombia Oriental-Ecuador), Javier de Jesús Hernández Quirós (Centroamérica), Denis Jutras (Canadá), Salvador Salgado (Antillas). Allí nos recibían los dos claretianos que nos han guiado y acompañado en esta experiencia: Juan Carlos Martos (Secretario General de Pastoral Vocacional) y José Ramón Sanz (Formador en el Teologado de la Provincia de Santiago, en Colmenar Viejo).
Cada uno de nosotros venía a la Fragua con expectativas diversas. Unos sentían la necesidad de hacer un alto en el camino y tomar distancia del trabajo habitual para repensar su vida misionera. Algunos traían el cansancio y algunas heridas por sanear. Para otros se trataba simplemente de reencontrarse con las fuentes y bases del carisma claretiano, con lugares y personas que nos iban a ayudar a vivirlo con mayor plenitud. Y también había quien se esperaba una serie de conferencias y cursillos de carácter más académico. Para todos, la Fragua se presentaba como una oportunidad fuerte de crecimiento espiritual.
La experiencia de estos meses ha respondido con creces a nuestras expectativas, sobre todo a nivel vivencial, aunque también haya habido contenidos doctrinales. Hemos emprendido un proceso que progresivamente nos ha ayudado a entrar dentro de nosotros mismos, a afrontar la propia realidad y a reorientarla desde un proyecto personal realista y bien centrado. A lo largo de este tiempo, y especialmente en los dos semanas de ejercicios espirituales realizados en el monasterio de Buenafuente del Sistal, hemos profundizado en la experiencia fontal del amor del Padre, que sustenta nuestra capacidad de amar y dar la vida en el servicio a los hermanos. Hemos vivido entre nosotros una experiencia muy intensa y gozosa de fraternidad, aunque somos conscientes de que las condiciones han sido excepcionales. También hemos experimentado la acogida fraterna de las comunidades claretianas que hemos visitado, y en particular la de la comunidad de Los Negrales, que ha sido excelente anfitriona de nuestro encuentro. Hemos tenido oportunidad de recorrer los lugares que guardan las huellas de Claret y de nuestros mártires, y el contacto con ellos nos ha ayudado a revivir y reforzar nuestra vocación, al mismo tiempo que hemos participado en los actos inaugurales del Bicentenario, que ha reunido en Vic y Sallent una nutrida representación de nuestra Congregación y de toda la Familia Claretiana. También ha sido especialmente interpelante y enriquecedora la experiencia de servicio y convivencia con los enfermos y marginados que forman la comunidad terapéutica de Basida.
Al final de esta intensa experiencia, volvemos a nuestros Organismos más serenos, centrados y animados, con un profundo sentimiento de gratitud a quienes la han hecho posible, tanto a los que nos han suplido en estos meses de ausencia, como a Juan Carlos y José Ramón que, junto a otros muchos colaboradores, nos han dedicado su tiempo y sus mejores cualidades. Pensamos que todos los esfuerzos realizados han valido la pena y, desde nuestra experiencia de estos meses, nos parece necesario que, en medio de tantas actividades, sepamos encontrar tiempos reposados para tomar el pulso de nuestra vida y orientar nuestras energías hacia lo que realmente importa, que es lo que el Espíritu nos está pidiendo en cada situación concreta. Sin duda, la Fragua es un medio excelente para esto y os animamos a participar en ella a todos los que podáis hacerlo.
Con estos sentimientos, recibid todos un fuerte abrazo de vuestros hermanos in Corde Matris.
