Cada año el 16 de julio nos invita a sintonizarnos con la inspiración fundamental que dio origen a la Congregación en 1849. Nuestro humilde comienzo no contó con posesiones materiales o con un gran número de predicadores para emprender “la gran obra” que comenzó ese día. No tenemos “plata ni oro” (cfr. Hch. 3, 6) para asegurar nuestra vida y misión, sino solo el espíritu del Señor Resucitado que vive en nuestras vidas como el “fuego del amor de Dios”.
Por lo tanto, no hay nada de qué alarmarse acerca del envejecimiento natural de nuestros miembros, o de la necesidad de cerrar algunas misiones, o sobre el número cada vez menor en algunas partes de la Congregación. El peligro real es cuando el fuego de nuestro carisma está ausente o extinguido en el corazón de nuestros miembros, o cuando deja de encender la vida de nuestras comunidades. Solo este fuego del amor de Dios en nosotros alimentará nuestra vida comunitaria y despertará la semilla vocacional en el corazón de aquellos a quienes Dios llama para abrazar la vida claretiana.
“La fuerza de una cadena es la fuerza de su eslabón más débil”. Nuestra Congregación es tan fuerte como la forma en la que sus miembros se entregan a la obra del Espíritu en ellos. He observado un hecho interesante en los documentales de National Geographic sobre el comportamiento de los leones. Raramente atacan de frente a una manada de animales fuertes. Normalmente se aprovechan de los débiles y de los que se mantienen alejados de la manada después de dispersar a la misma. A menudo, nuestros hermanos cuyos corazones se enfrían por falta de contacto con la Palabra y la Eucaristía, y se alejan de la comunidad son presa del enemigo que merodea como un león rugiente buscando a alguien a quien devorar (cfr. 1 Pe. 5, 8).
Cada uno de nosotros es llamado personalmente a convertirse en un evento de re-fundación de la Congregación. No puede haber ningún fuego carismático colectivo sin individuos claretianos que ardan e irradien la luz. Recordemos el destino de las vírgenes que no cuidaron el aceite en sus propias lámparas (cfr. Mt. 25, 1-13).
Decidámonos a mantener encendido el fuego del carisma en nosotros. En el día de la Fundación os invito a contemplar e imaginarnos cerca de nuestro Fundador en la celda de Fundación. Claret también nos diría que cada uno de nosotros es uno “a quien el Señor había dado el mismo espíritu que me motivó” (cfr. Aut. 489). ¿Cómo entiendes ese espíritu en ti? ¿Cómo quieres expresar este regalo en tu circunstancia concreta de la vida? ¿Qué necesitas hacer en tu vida personal y en tu comunidad para mantener encendido el fuego del amor?
También os invito a recordar una vez más las palabras del Arcángel Gabriel a María: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti como una nube” (Lc. 1, 35). Ese mismo Espíritu vino sobre Jesús en su Bautismo, sobre la Iglesia en Pentecostés, sobre aquella pequeña comunidad reunida el 16 de junio de 1849 en Vic, y continúa cubriéndonos a cada uno de nosotros con su sombra de consejo y conocimiento, de celo y pasión, de sabiduría y profetismo. Que ese Espíritu que alimenta ese fuego en nosotros, incite nuestra creatividad, mueva nuestra imaginación, provoque nuestros sueños para que Dios sea conocido, amado, servido y alabado.
Por último, del 3 al 28 de octubre de 2018 se celebrará la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional. Para ser uno con la Iglesia universal y mantener este fuego en llamas, os invito a adherirnos a lo que el XXV Documento del Capítulo General nos dice: “salir a su encuentro, caminar con ellos y posibilitar que escuchen las llamadas de Jesús” (MS 68). Que el mismo Espíritu continúe manteniendo la autenticidad y la fidelidad de cada uno de nosotros al don recibido y a la misión que se nos confió; porque es nuestro testimonio, y no el confort, el que despierta y atrae nuevas vocaciones (cfr. el Papa Francisco a los participantes del Congreso organizado por la Pastoral de Vocaciones de la Conferencia Episcopal Italiana celebrado el 5 de enero de 2017).
¡Os deseo a todos una fructífera celebración del día de nuestra Fundación!
Mathew Vattamattam, CMF
Superior General