Roma, Italia. Los Claretianos de Roma decidieron adelantar la Fiesta del P. Fundador a la tarde del Domingo para aprovechar todas las posibilidades que daba ese día de la semana. En efectos se reunieron en la Basílica del Corazón de María un gran número de miembros de la Familia Claretiana junto a los parroquianos. Presidió la celebración eucarística el Cardenal Aquilino Bocos, con la asistencia del P. General y un gran número de claretianos concelebrando. En la homilía el Presidente exaltó la figura de San Antonio María Claret, bien conocida por todos los presentes, pero insistiendo en que
“nosotros no celebramos la fiesta sólo de un héroe, de un gran hombre, de un gran predicador, de un infatigable propagandista…, sino de un santo. Y no un santo cualquiera, sino aquel que el Espíritu Santo quiso poner en su Iglesia como instrumento mediador para congregar comunidades que vivieran el Evangelio y trabajaran generosamente para conquistar nuevos hermanos para Cristo, según un peculiar estilo de vida apostólico”.
No olvidó mencionar que
“la situación de nuestro mundo, de nuestra sociedad, de nuestra Iglesia y de nuestra vida consagrada ofrece muchas luces y no pocas sombras. El progreso técnico, los avances en las comunicaciones, la interculturalidad, los muchos gestos de solidaridad, etc., son dignos de reconocimiento. Pero sufrimos una fuerte quiebra en la escala de valores cristianos: se oscurece la fe y aumenta la increencia, entramos en la época de la posverdad y ya no gozan de credibilidad las informaciones, hemos perdido confianza en nuestras relaciones y la fidelidad no parece ser virtud en nuestro tiempo. Constamos muchos miedos e inseguridades ante las pandemias, ante las guerras, la ambición de unos pocos y la marginación y descarte de la inmensa mayoría”.
Terminada la celebración los invitados: la familia claretiana, las capellanías y los empleados, tuvimos la oportunidad de compartir momentos de gran fraternidad y alegría en torno a una cena familiar.
El día 24 la comunidad, con la ausencia de los estudiantes, convocados con el Papa para recordar el aniversario del comienzo del Vaticano II, se reunió en el museo-capilla para compartir la Eucaristía en ambiente más íntimo, junto a los recuerdos del Fundador que se conservan en Roma.
Damos gracias al Señor y a María por permitirnos vivir estos momentos, que son un regalo que cada año nos otorga nuestro Fundador con motivo de su Fiesta.