6. Avanzando en el Espíritu. Practicando el discernimiento en la vida personal y en las comunidades

“No os amoldéis a los criterios de este mundo. Dejaos transformar; renovad vuestro interior de tal manera que sepáis apreciar lo que Dios quiere, es decir, lo bueno, lo que le es agradable, lo perfecto”.– Romanos 12:2.

En la Reunión Plenaria la Comunidad participa y se responsabiliza en la realización de los compromisos y en la orientación, evaluación y discernimiento de todo aquello que afecta a su propio ser y hacer.– CC 110.

Introducción

Por la profesión pública de los votos evangélicos le hemos ofrecido a Dios “la libre facultad de ordenar nuestra vida.”[1] El compromiso de hacer la voluntad de Dios está en el centro de nuestra vida consagrada. Cuando tomamos decisiones, ¿cómo sabemos cuál es la voluntad de Dios?, En palabras del Papa FranciscoLa única forma es el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir”.[2]

El XXV Capítulo General le pidió a cada comunidad que elaboraran juntos su “Proyecto Comunitario”(visión, misión y vida) en un espíritu de discernimiento, oración y unión y poner bajo discernimiento comunitario nuestros compromisos apostólicos y el estado de nuestra vida fraterna.[3] En este módulo reflexionaremos sobre el proceso de nuestro discernimiento personal y comunitario a fin de conseguir hacerlo una parte habitual de nuestra cultura misionera claretiana

1. PARA HACER ELECCIONES, ¿CUÁLES SON TUS CTITERIOS?

Como individuos y como comunidades hacemos cada día pequeñas y grandes elecciones. Algunas decisiones tienen efectos de largo alcance. Tomemos algunos ejemplos de la vida diaria:

  • Aceptar un mandado de los superiores para una misión para la que no se tiene gusto
  • Manejar una situación de crisis en la que el amor por la vida misionera compite con un creciente afecto especial hacia una amorosa mujer compañera.
  • Experimentar un vacío en la vida y en el ministerio mientras que los pensamientos de unirse a una diócesis se hacen constantes. La libertad personal y la independencia económica de los amigos diocesanos se hacen más seductores.
  • Comprar una pantalla LED grande de TV para la comunidad aunque hay una TV que todavía está en funcionamiento.
  • Comenzar un nuevo ministerio para responder a una necesidad de la misión, aunque hay riesgo de fracaso y de ser ridiculizados por otros
  • Un joven muestra interés en entrar en la congregación. Tienes la impresión de que no es transparente y de que sus motivaciones no son claras. Como animador vocacional tu quieres hacer una prueba.

¿En tu tomar diario de decisiones incluyes la acción del Espíritu sobre tí, de tal modo que puedas decir honestamente que “el Espíritu Santo y tú”[4] habéis decidido el asunto?

El Señor dice: “Yo conozco mis designios sobre vosotros: designios de prosperidad, no de desgracia, pues os daré un porvenir y una esperanza”.[5] El discernimiento es el arte de alinear nuestras vidas, personal y comunitariamente, y de tomar decisiones hacia la realización de la visión de Dios sobre nosotros.

Antes de seguir adelante, recuerda una de las decisiones importantes que hayas tomado recientemente en tu vida personal y otra, en tu comunidad. ¿Cómo tomaste esas decisiones? ¿Qué procesos habéis seguido tú y tu comunidad en la toma de esas decisiones?

2. DISCERNIMIENTO, MODO CRISTIANO DE NAVEGAR EL CURSO DE UN LARGO VIAJE

2.1. Aprendiendo de Jesús

A través de su vida y sus palabras Jesús enseño a sus discípulos a hacer la voluntad del Padre más que a seguir las propias e inmediatas inclinaciones. Incluso siendo un niño la vida de Jesús estuvo orientada hacia el Padre: “No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”[6] Jesús mantuvo claramente ante él su propósito vital en todas las circunstancias. Fue sincero con sus discípulos: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra de salvación.”[7] El modo íntimo de Jesús de hacer la voluntad de su padre se hizo vívido en el relato de la pasión. En su agonía en el huerto vemos los tres pasos siguientes que él siguió:

  • S Juan Iquitos 14Conciencia de lo que le va a pasar: “Ahora me encuentro profundamente turbado”.[8] Jesús es capaz de describir su experiencia interior: “Me ha invadido una tristeza de muerte”.[9]
  • Reconocimiento de la tendencia humana a evadirse de la prueba: ¿Diré al Padre que me libre de lo que en esta hora va a venir sobre mi?”.[10] “Padre, ¡todo es posible para tí! Líbrame de esta copa de amargura”.[11]
  • Afirmación de su misión y entrega a la voluntad del Padre. ¿Pero si precisamente he venido para aceptarlo! Padre, glorifica tu nombre.[12] “Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú”.[13]

Después de la resurrección, Jesús hizo el camino a Emaús con los dos descorazonados discípulos y los implicó en un proceso de discernimiento.[14] Ellos volvieron con alegría a su misión. Los discípulos aprendieron el arte de caminar en el Espíritu y de fijar su mirada en el Señor Resucitado cuando habían de tomar decisiones.

2.2. El discernimiento en la Iglesia primitiva (Hch 15)

Los Hechos de los Apóstoles nos dan uno de los mejores ejemplos de discernimiento comunitario. Había asuntos vitales que causaban serias tensiones que sacudían la creciente temprana comunidad. Experimentaban entre ellos serias diferencias acerca de aceptar no a los gentiles en su grupo, con el requisito de seguir “la Ley de Moisés”, especialmente el rito de la circuncisión. El asunto afectaba a prácticas culturales y sociales muy apreciadas y al sentido teológico y ambos extremos no eran fáciles de concertar. Se convocó el concilio de Jerusalén para discernir la voluntad de Dios sobre un tema tan sensible. Los partidarios de la circuncisión incluso viajaron cerca de 400 kilómetros hasta Antioquía para imponer la circuncisión a los cristiano no judíos y provocaron allí un abierto enfrentamiento con Pablo y Bernabé.[15] El asunto se llevó a la presencia de los apóstoles y los ancianos para discernirlo. Los siguientes son los componentes importantes de aquel proceso de discernimiento:

  • Centrarse en el tema central: La cuestión de cómo somos salvados. El partido de la circuncisión vinculaba la salvación a la obediencia a la ley de Moisés (v.1). Para Pablo y Bernabé la salvación se tiene por la gracia del Señor Jesús (v.11) por medio de la fe. (Hch v.9).
  • Participación de toda la comunidad en el proceso de discernimiento. Nadie quedó excluido. La conciencia de la unidad y el sentimiento de grupo de la Iglesia, a pesar del agrio debate, como se demuestra en la incondicional propiedad por todos de la decisión, con la clara conciencia del liderazgo del Espíritu Santo en el proceso: “Es decisión del Espíritu Santo y también nuestra… (v. 26).
  • Presentación de perspectivas e incluso acaloradas discusiones (v. 7).
  • Mirando a los datos. Diferentes intervenciones en la reunión se centraron en lo que Dios había hecho en la vida de los paganos a través de la predicación del Evangelio. Les ha ofrecido el don del Espíritu Santo por igual a aquellos que no observaban la ley de Moisés(v.8). La gracia y la acción de Dios está por encima de las costumbres y las prácticas de los antepasados (v. 10). Dios había hecho entre los no judíos a través de los apóstoles signos milagrosos y maravillas que testificaron que la salvación de Dios llegaba a todos a través de la fe en Jesús (v.12).
  • Silencio y atenta escucha por parte de toda la asamblea (v. 12).
  • El papel de la Iglesia de Jerusalén y de “los apóstoles y ancianos” (vv. 4, 6,22), especialmente Pedro y Santiago.
  • Confirmación de la realidad experiencial, a la luz de las promesas de Dios a los profetas (vv. 15-16).
  • Decisión Final y consejos prácticos para integrar la sapiencia de las diferencias. Comunicación por parte de “los apóstoles y los ancianos con toda la Iglesia” del resultado de la reunión al enviar representantes a las iglesias de Antioquía, Siria y Cilicia con una carta.[16]
  • Alegría y paz experimentadas en la comunidad después de la decisión. “La lectura de su contenido proporcionó a todos una inmensa alegría” (v. 31). Después de pasar con ellos algún tiempo, fueron despedidos con mucho afecto por los hermanos y regresaron al punto de partida” (v. 33).

El Concilio de Jerusalén fue una honesta búsqueda de la voluntad de Dios para con una comunidad que se enfrentaba a cuestiones cruciales para las que no había normas establecidas. Ellos compartieron sus preocupaciones y discernieron lo que el Señor les estaba pidiendo en una situación nueva. La fe en el Señor y la experiencia de la acción en ellos del Espíritu Santo fueron decisivos para transcender las percepciones limitantes y el apego acrítico a las tradiciones.

La Iglesia ha guardado con mucho aprecio la práctica del discernimiento en el tesoro de su herencia espiritual, incrementada desde sus experiencias por los Padres de la Iglesia y los santos. San Ignacio de Loyola ha popularizado la práctica del discernimiento de espíritus con sus ejercicios espirituales. Desdichadamente, la Iglesia también ha sufrido divisiones y herejías y ha sido manipulada por fuerzas políticas cuando ignoró los principios, bien probados en el tiempo, del discernimiento y buscó más agradar al mundo que al Señor. Actualmente hay una creciente toma de conciencia de la necesidad del discernimiento espiritual en la Iglesia, para aprender a caminar en nuestro tiempo en el Espíritu del Señor Resucitado.

2.3. El discernimiento en la vida de Claret

Le entera vida de nuestro Padre Fundador estuvo marcada por su búsqueda de la voluntad de Dios y en su cumplimiento, aunque este proceso fue arduo y exigió muchas renuncias. Una oración que Claret repetía frecuentemente al Señor refleja muy bien todo este proceso: “¡Ay Señor y Padre mío, no deseo más que conocer vuestra santísima volunta para cumplirla, no quiero otra cosa más que amaros con todo fervor y serviros con toda fidelidad”. [17]

Claret entendió que para discernir cómo vivir fielmente su vocación misionera, necesitaba, ante todo, cultivar la humildad y así él practicó su examen de conciencia sobre la humildad a lo largo de más de 15 años[18]. Esta virtud le permitió ser consciente de las tentaciones de vivir centrado en sí mismo y en los posibles intereses egoístas que podían impedir que su vida estuviese anclada en el amor de Dios y vivir con confianza, gratitud y dedicación. Cultivó una actitud de constante apertura a la voluntad de Dios y aumentó el proceso de discernimiento a través de la oración, escucha de la Palabra de Dios, diálogo con personas de confianza y obediencia a la autoridad de la Iglesia. Hubo muchos momentos críticos en su vida, cuando Claret practicaba el delicado proceso del discernimiento para ser siempre fiel a su vocación misionera. Destacamos aquí unos pocos:

  • Cuando la Palabra de Dios le impulsaba a dejar la parroquia de Sallent para ir a Roma a ofrecerse como misionero universal.[19]
  • Cuando vuelve a casa desde Roma, tuvo que discernir entre quedarse en la cómoda zona de la pequeña parroquia de Viladrau o salir a predicar en las ciudades de Cataluña y de las Islas Canarias.[20]
  • La crisis causada por su nombramiento de arzobispo inmediatamente después de la fundación de la Congregación le llevó dos meses discernir en oración y en diálogo si aceptar o no.[21]
  • La compleja situación en Cuba le llevó a un discernimiento permanente sobre cómo desempeñar su servicio pastoral en la Isla. Después del atentado de Holguín pensó que era necesario presentar su renuncia al Papa.[22]

En Madrid tuvo que discernir entre su sed interior de correr alrededor del mundo predicando la palabra de Dios y su deber de permanecer en la corte, como pastor de una única oveja (Confesor de la Reina) en el centro de un entorno político hostil que se convirtió para él en una experiencia durísima .[23]

Nosotros podemos sintetizar todo este proceso en las palabras que él escribió pocos meses antes de su muerte: “Todas las cosas que haré y cada una en particular será con la perfección posible. La causa impulsiva será el Amor de Dios. La causa intencional será la mayor gloria de Dios. La causa final será el hacer la voluntad de Dios.”[24]

2.4. Creando una cultura de discernimiento comunitario en nuestra Congregación

En el escenario complejo y rápidamente cambiante de nuestro mundo necesitamos la gracia del discernimiento y desarrollarlo como nuestra típica vía para encontrar la voluntad de Dios para nuestras vidas y comunidades. Seremos significativos y creíbles en la Iglesia y en el mundo únicamente si somos auténticos misioneros claretianos al estilo de Claret, sin domesticar nuestro carisma para ajustarlo a los estándares del mundo. La gracia del discernimiento y su práctica a nivel personal y comunitario “nos ayudará a reconocer los tiempos de Dios y de su gracia, para no desperdiciar las inspiraciones del Señor, para no dejar pasar su invitación a crecer”.[25] A través de la gracia del discernimiento aprendemos a percibir el lenguaje de Dios en silencios prolongados de oración, a interpretar el verdadero sentido de las inspiraciones que creemos haber recibido, a calmar nuestras ansiedades y a sintonizar con el propósito de nuestras vidas y la de la congregación, que nadie conoce mejor que Dios mismo.[26] Hemos de aprender a discernir y a actuar “según el corazón de Dios.”[27]

El Papa Francisco nos ha dado cuatro principios específicos que pueden guiar nuestro proceso de discernimiento. Son los siguientes:

  • El tiempo es más que el espacio: Este principio nos ayuda a trabajar despacio, pero seguros, sin estar obsesionados con los resultados inmediatos y a soportar las situaciones adversas o cambios inevitables en nuestros planes.
  • La unidad prevalece sobre el conflicto: Este principio nos ayuda a no perder la perspectiva y el sentido de la realidad cuando estemos atrapados por el conflicto, y nos urge a construir comunión en medio de la discrepancia. En el terreno de la solidaridad, conflictos, tensiones y oposiciones pueden lograr una unidad diversificada y dadora de vida manifestada por el Espíritu Santo.[28]
  • La realidad es más importante que la idea: Este principio nos mantiene alejados del peligro de quedarnos en el mundo de las buenas ideas y de la retórica y nos desafía a encarar la realidad. Nos conecta con el misterio de la Encarnación por el que la Palabra se hace carne. La acción salvífica del Espíritu en la Iglesia nos impele a poner en práctica la Palabra y hacer fructuosa a través de obras de justicia y caridad, continuando así la milenaria tradición de la Iglesia.[29]
  • El todo es superior a la parte: Este principio nos ayuda a mantener el equilibrio entre las dimensiones global y local de la vida, evitando así todo tipo de estrechez de miras y de banalidad, manteniendo los pies en el terreno donde estamos. Nos urge a ensanchar nuestros horizontes y ver el mayor bien que beneficia a todos. Este principio evoca la integridad del Evangelio como la Buena Noticia para todas las gentes en sus concretas situaciones vitales.[30]

Estos cuatro principios aportan armonía y dirección en nuestra búsqueda de lo que es verdadero y bueno para la vida y misión de los individuos, la comunidad y todo el pueblo de Dios.

3. LA LUCHA ESPIRITUAL EN EL CORAZÓN HUMANO

El discernimiento no puede reducirse a una técnica o a un método de hacer decisiones correctas, aunque lo incluya. Es más bien un modo diario de vida y de actuar con Dios en el centro, asumiendo el papel y la responsabilidad propios en el desempeño de la misión personal única dentro de la red de relaciones que constituyen la creación de Dios.

Solo podemos entender el discernimiento en el contexto de gracia y pecado. San Agustín expresa nuestra más profunda verdad: “Nos has hecho para ti. Señor, y nuestro corazón está desasosegado hasta que descanse en ti.”[31] Las tensiones del mundo pecador se perciben en el corazón, el centro indivisible de nuestro ser. San Pablo explica bellamente las invitaciones contradictorias que sentimos en el corazón: “En mi interior me complazco en la ley de Dios; pero en mi cuerpo experimento otra ley que lucha con los criterios de mi razón: es la ley del pecado que está en mi y me tiraniza.”[32] La solución para esta dialéctica existencial es caminar el camino del Espíritu”33. San Pablo nos recuerda: “Vuestra existencia no está en la carne, sino en el Espíritu, porque el Espíritu de Dios está dentro de vosotros.”(v.9). Todos los que caminan en el Espíritu de Dios con hijos e hijas de Dios” (v.14). La gracia y el pecado actúan también en el cuerpo de la Iglesia, en las comunidades religiosas, en las familias y en todo grupo social. El pecado que habita los miembros [33] puede ser derrotado si nos unimos a Cristo, la cabeza del cuerpo, compartiendo en la muerte y la resurrección del Señor.

Hacer elecciones de acuerdo con el Espíritu es el camino para crecer en Cristo. El don del discernimiento es completamente necesario hoy en día ya que la vida contemporánea ofrece inmensas posibilidades de acción y de distracción muy prometedoras para la mejora de la vida. Cuando estamos bombardeados por tantas nuevas tendencias, grandes oportunidades y seductoras novedades que llaman a nuestra puerta, nosotros hemos de decidir “si es el vino nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu del diablo.”[34] Necesitamos el don de discernimiento para hacer decisiones basadas en el Evangelio, un don que ha de desarrollarse por medio de prácticas de cultivo espiritual, así como por medio del desarrollo de competencias humanas, tales como “mindfulness”, integridad emocional y correcto juicio.

4. ESTADIOS DEL DISCERNIMIENTO CRECIMIENTO EN LA CONCIENCIA DE CRISTO[35]

Nuestro gusto espiritual se mueve a lo largo de un proceso de transformación, a través del encuentro con el Señor y los dones del Espíritu. Los maestros espirituales identifican dos estadios de discernimiento por lo menos.

El primer estadio, un estadio purgativo, nos lleva desde los cuidados del mundo hasta conocer a Dios como amor y a descubrir quiénes somos en Dios, incluyendo la presencia de Dios en nuestra propia y única historia. La conciencia de nuestros propios pecados y del perdón de Dios nos capacita para tener una saludable autoaceptación como hijos en el Hijo, siendo purificados y fortalecidos por el amor compasivo de Dios. La experiencia del perdón nos hace humildes y nos previene de ser arrogantes, discutidores o acusadores. La conversión hacia Dios es el aspecto nuclear de este estadio. Una mente y un corazón empiezan a ver y a amarse, a uno mismo y a los otros, como Dios ama.

El mayor esfuerzo en este estadio es el reconocimiento de las dinámicas del pecado y la apertura de los corazones y las mentes a la acción de la gracia de Dios en nuestras vidas. El pecado crea un visión de la vida fuera de la lógica del amor de Dios y lo coloca a uno en el centro, desconectado del resto. Las otras personas y la misma creación son percibidas en términos de utilidad para uno mismo. La falsa ilusión que generan la autosuficiencia y la autoconfianza impide la auténtica libertad y el gozo de vivir. Es un engaño pensar que por nuestros propios esfuerzos podemos conocer y amar a Dios y hacer su voluntad. En una cultura tecnológica y racionalista el discernimiento puede ser confundido con una técnica para controlar la mente de Dios y controlar el curso de las cosas si no se cultivan la humildad y la apertura. El misterio Pascual de Cristo revela la relación entre amor y sufrimiento.

En el segundo estadio, el período del discipulado, el discernimiento se hace un hábito. La revolución copernicana en espiritualidad es un cambio en la percepción sobre el centro, que pasa de uno mismo a Dios. Cuando la mirada interior se abre vemos a Dios como fuente de amor y de bondad. Sabemos que cada persona está creada a imagen de Dios y crecemos en la semejanza de Cristo cuando respondemos a las situaciones con la mentalidad de Cristo. El Espíritu Santo nos configura con Cristo moviendo nuestro corazón, sentidos, sentimientos y razón a saborear el amor de Dios y a hacer su voluntad. La conciencia que adquirimos de Cristo tiene el paladar espiritual que distingue lo que connatural al vivir en Cristo y lo que no lo es.

A los que viven en Cristo se les concede el consuelo espiritual del Espíritu Santo que actúa en los sentimientos y deseos. El Espíritu ilumina su entendimiento con razones para su orientación hacia Dios y para entregarse a su voluntad. Humildad y templanza protegen la alegría y la paz del alma que la van invadiendo.

No obstante, en este estadio el tentador se disfraza de ángel de luz y presenta el bien aparente como si fuera real, la falsedad como si fuera verdad. El enemigo seduce con pensamientos y sentimientos que parece que vienen del Espíritu Santo pero que van apartando a la persona de hacer la voluntad de Dios.

La caída de algunas personas espirituales en la herejía, la apostasía o en deslices morales es frecuentemente organizada por la fuerza de las atracciones mundanas, disfrazados como ángel de luz. El Papa Francisco previene con frecuencia a los religiosos y a los sacerdotes sobre la seducción del espíritu mundano y del clericalismo, que dañan las vidas de los misioneros.

5. Discernimiento de los eSpíritus: Consolación y desolación

Ignacio de Loyola observó sus movimientos interiores mientras saboreaba pensamientos de heroicas hazañas de caballeros y de la vida de santos. Percibió sus estados interiores de consolación y de desolación que señalaban su cercanía o su distanciamiento de la presencia de Dios. Sus observaciones sobre consolación y desolación son válidos consejos para cada estadio del discernimiento.

Consolación se experimenta cuando nos acercamos a Dios y el corazón se abre a los dones de una profunda y duradera alegría y de un amor más grande. Hay mayor compasión y actitudes semejantes a las de Cristo. La consolación puede aportar mucha emociones y experiencias mientras se está anclado en la presencia de Dios. Por ejemplo, en medio de calumnias y persecuciones exteriores, uno experimenta la consoladora presencia de Dios en lo profundo del corazón. “El corazón tiene sus razones que la rezón no conoce”. (Blaise Pascal).

Desolación se experimenta cuando nos alejamos de Dios y el corazón se cierra a los dones del Espíritu. En la desolación sentimos crecer el resentimiento, la ingratitud, el egoísmo, la duda, el temor, la obscuridad, etc. Nos hacemos más y más sombríos y obsesivos. O bien estoy resistiéndole a Dios o bien otras influencias me están apartando de Dios por. En la desolación podemos tender a aliviar el malestar y la tristeza recurriendo a las “falsas consolaciones” que producen el comer, el beber, los encuentros sexuales, o bien buscando distracción en el trabajo o los acontecimientos sociales.

Consolación y desolación las emplean también los espíritus enemigos. De ahí que no deberíamos confundir la euforia o “la alegría burbujeante” que ofrecen los placeres sensuales con la profunda y duradera paz y alegría en el Espíritu Santo. De igual modo, la desolación que se experimenta cuando el alma está lejos de Dios es diferente de las dudas y temores que el alma experimenta en tiempos de prueba. Por eso necesitamos discernir los espíritus que actúan en nosotros y separar el trigo de la paja.

Discernimos considerando la raíz, tanto de la consolación como de la desolación, y verificando de dónde vienen esos sentimientos y esos pensamientos y a dónde nos llevan: hacia Dios o hacia nosotros mismos

6. ALGUNOS MEDIOS PARA ILUMINAR EL PROCESO DE DISCERNIMIENTO

6.1. Oración y prácticas espirituales

Como hemos visto que nuestro camino espiritual está acosado por muchos obstáculos y falsos encantos, necesitamos separar el trigo de la paja. Tanto en el estadio inicial de nuestro camino espiritual como en los estadios avanzados tenemos que estar alerta con los encantos de los espíritus mundano y discernir la llamada de Dios en todas las circunstancias. La cosa más importante que puede darse en una actitud de discernimiento es nuestro diálogo con Dios en la oración. Ponemos a Cristo en el centro y fijamos nuestros corazones en el misterio Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo para iluminarnos durante el proceso.

  • Santa indiferencia (Libertad espiritual)

Necesitamos cultivar una santa indiferencia que nos prepare a estar abiertos a toda alternativa que se manifieste como voluntad de Dios más clara en el curso del proceso de discernimiento. Podemos cultivar esta cualidad observando los afectos y descontentos que brotan en nosotros y comprobar si vienen de Dios o no. ¿Nos empujan a reaccionar emocionalmente más que a actuar como efecto del amor? Cuando los impulsos se imponen bajo el aspecto de presunciones espirituales, religiosas, éticas o morales y empujan a acciones privadas de amor, no surgen ciertamente de la zona libre del impulso del Espíritu Santo.

  • Humildad, paciencia y temperancia

Lo que es de Dios es humilde y nunca llamativo; paciente y nunca apresurado; tranquilo y nunca insistente. Si desatendemos los impulsos del Espíritu de Dios, esperan a la puerta y llaman, pero nunca la fuerzan para abrirla. Dios no ejerce presión para obtener nuestra respuesta, sino que atrae nuestra libre rendición. Los bienes espirituales no tienen estrategias de marketing. La falsedad y las realidades superficiales se imponen, excitan y se muestran teatralmente para llamar la atención. Las decisiones precipitadas que se toman en situaciones alteradas emocionalmente no están movidas por el Espíritu de Cristo

  • Paz y alegría vs euforia.

En el discernimiento necesitamos distinguir los impulsos espirituales que llevan a la paz y nos llenan de alegría de aquellos impulsos externos que generan animación instantánea y bienestar superficial. Podemos sentir un buen sentimiento pasajero de una “alegría espumosa” cuando vamos a un sitio nuevo, nos encontramos con gente nueva, tenemos nuevas experiencias o encontramos nuevas oportunidades. Cuando el “estímulo de la novedad” se desvanece después de poco tiempo, podemos caer en la soledad y el vacío. Con frecuencia la gente se equivoca al escoger estilos de vida, socios o compañeros, empleos u otras importantes decisiones de momentos de esa “alegría espumosa”. La experiencia enseña que las vocaciones misioneras que surgen de conversiones dramáticas tienen poca probabilidad de perseverancia.

Por otro lado, la alegría del Espíritu Santo, es silenciosa y humilde, brota del interior sin mediaciones de acontecimientos externos. Es la pura alegría en el Espíritu que el mismo Jesús vivió[36] y que se dio a sus apóstoles.[37] Es una alegría que ilumina la noche del alma y confiere seguridad interior en tiempo de dudas. Es una alegría que evoca la memoria de la bondad de Dios y de la gratitud- La alegría del Espíritu erradica el miedo y la ansiedad y da fuerza para dar testimonio en tiempos de prueba. La alegría serena sabe cuando hablar y cuando permanecer en silencio. Es más duradera que la emoción. Incluso cuando desaparece en ciertas situaciones de la vida, brillará como el sol detrás de las nubes. Esta silenciosa alegría es el entorno desde el que podemos escuchar el susurro del Espíritu Santo

  • Buen Consejo

Escuchar el consejo de persona sabia es importante para el buen discernimiento. Nos ayudará a vernos y a ver los asuntos desde la distancia. De nuevo, el espíritu enemigo puede engañar a una persona empujándola a evitar a las personas sabias que la invitarían a ver objetivamente las cosas a la luz de los valores Evangélicos, así como a guías amistosos que ratificarían elecciones agradables. Antes de tomar importantes decisiones Claret buscó el consejo de personas de confianza, de las que él sabía que eran hombres de Dios. Implicando a los Superiores en el proceso del discernimiento asegura también la apertura de la persona a la voluntad de Dios. En el caso de un religioso/a, es improbable que el discernimiento haya sido una búsqueda sincera de la voluntad de Dios cuando los Superiores son los últimos en conocer una decisión.

  • El discernimiento personal, elemento fundamental del discernimiento comunitario

El fundamento para un buen discernimiento comunitario es que los miembros practiquen habitualmente el arte del discernimiento espiritual en sus propias vidas. Aquí sigue un esquema que puede ayudarte a mejorar tu hábito de discernimiento y toma de decisiones.

  • Trae ante el Señor aquello que tú quieras decidir. Rézale al Espíritu Santo para que te ilumine y te mueva a buscar solo lo que te conduzca mejor al servicio y la gloria de Dios.
  • Precisa claramente aquello sobre lo que tienes que decidir. ¿Cómo surgió este asunto? Enuncia la cuestión breve y claramente. Por ejemplo: ¿Cómo tendría que dirigir este tema como discípulo de Cristo? ¿Qué opciones tengo ante mí y cuál de ellas habría de escoger?
  • Considera toda la información que tienes acerca del tema y de las opciones que tienes ante ti. Si te falta alguna información significativa, trata de conseguirla para enriquecer así tu discernimiento. Te ayudará reconocer que nunca tendrás, en un determinado momento, toda la información sobre el asunto.
  • Prepara tu corazón para ser indiferente hacia cualesquiera de las opciones “como una balanza en equilibrio sin inclinarse a ninguno de los lados” (S. Ignacio). Pide la gracia de hacer lo que Dios quiere de ti y mantén claramente ante ti cuál es el fin último y el objetivo de tu existencia (dar gloria a Dios y el bien integral de la humanidad).
  • Cuando vayas a moverte hacia la elección de las opciones que tienes, objetívalas de dos modos: Primero, imagina a una persona que te es desconocida y que busca tu consejo para responder a la llamada de Dios es una situación igual a la que tú estás considerando. ¿Qué consejo le darías a este persona? Y en segundo lugar, imagínate al final de tu vida, dándole a Cristo cuenta de la misma. ¿Cuál de las opciones consideras que le agradaría al Señor? Debes escoger el modo de actuar que te haga sentirte orgulloso de tí mismo por haberlo elegido.
  • Cuando no hay claridad interior sobre la decisión correcta que haya de tomarse, tienes que sopesar el asunto cuidadosamente, haciendo una lista de las ventajas y de las desventajas de las posible elecciones con vistas a encarnar la voluntad de Dios en tu vida. Entonces debes considerar qué alternativas parecen más razonables y decidir de acuerdo con los motivos de más peso y no con tus inclinaciones egoístas.
  • Habiendo llegado a una decisión, vuélvete nuevamente hacia Dios y pide alguna señal de que Dios confirma que esa decisión te lleva a su servicio y gloria. La señal habitual de esa confirmación por parte de Dios es una experiencia de tranquilidad respecto a la decisión. La decisión confirmada tiene consigo un sentimiento de rectitud y una percepción de la presencia de Dios, de su bendición y de su amor. Sentimientos ansiedad, pesadumbre, tristeza y obscuridad indican frecuentemente lo opuesto.

El método de ver, juzgar y actuar está incorporado en este enfoque. Cuando la decisión final sobre el asunto corresponde a tu Superior, preséntale tu opción discernida y la razón para haberla tomado y deja al Superior tomar la decisión. Tu discernimiento es solo una parte de los datos que él necesitará para tomar la decisión que él tiene que discernir en la presencia del Señor

  1. PrÁctica

del discernimiento comunitario

Como Congregación podemos avanzar con alegría en el corazón cuando practicamos conscientemente el discernimiento en las sesiones de Consejo de los órganos de gobierno, en las reuniones de la comunidad local, en las asambleas y Capítulos. De acuerdo con nuestras normas, toda la comunidad tiene la misión de buscar y hacer la voluntad de Dios que los superiores y los otros hermanos llevan a cabo unidos, dentro de sus diferentes y complementarias funciones.[38] Los dones y recursos que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros son provechosos en este proceso.

¿Cómo busca tu comunidad la voluntad de Dios en asuntos importantes? ¿Compartís unos con otros lo que pasa por vuestros corazones y vuestras mentes a la luz de vuestra oración personal y vuestra reflexión? ¿Cómo contribuyes tú a la comprensión colectiva del asunto que se está considerando?

El discernimiento colectivo produce resultados si tiene a la base la calidad de la información disponible para quienes tienen que discernir, el compromiso con la integridad del diálogo, el tiempo disponible para el discernimiento y la libertad espiritual de los discernientes con respecto al resultado.

  • Preparando el discernimiento comunitario

Una comunidad que se compromete con el discernimiento colectivo necesita cultivar algunos valores compartidos. He aquí unos pocos importantes:

  • Deseo de conocer la voluntad de Dios.
  • Confianza en que Dios guiará al grupo.
  • Disposición para compartir y escuchar con apertura las diferentes opiniones.
  • Valor para dejar de lado los temores personales, los deseos, los prejuicios, las habladurías o la presión grupal.
  • Buena disposición para soltar el deseo de controlar el resultado.

El discernimiento colectivo necesita de un clima de diálogo y de respeto mutuo y de reconocimiento de la imagen de Dios en cada persona, sin importar sus limitaciones. No es posible entrar en un proceso de discernimiento en un clima de rivalidad y de enfrentamiento de grupos.

  • El proceso del discernimiento comunitario es cuatro pasos (un esbozo)[39]

Paso 1: Preparando el grupo

La calidad del discernimiento comunitario depende de la calidad del discernimiento individual de los miembros que quieren poner en común sus dones y su comprensión para buscar juntos la voluntad de Dios. La toma de decisión en comunidad no es ni democrática ni autocrática, sino “pneumatocrática” (conducida por el Espíritu) que combina armoniosamente la jerarquía (papel de los Superiores), colegial (papel de los Consultores) y sinodal (responsabilidad de todos), dimensiones de una comunidad de fe. Una participación activa y en dimensión de oración de todos los miembros es importante para un fructuoso discernimiento comunitario. Pueden darse diferentes rondas de conversaciones espirituales hasta llegar a la decisión discernida.

  • Empezar con un momento de oración

Tomáos unos momentos de silencio. Fíjate en lo que traes contigo a este tiempo de discernimiento: tus suposiciones, agendas, tensiones, sentimientos y pensamientos. ¿Hay en ti algo que no sea libre, sea lo que sea, y que te impida entregarte a la voluntad de Dios? El Superior / facilitador lee un pasaje de la Biblia apropiado y el grupo lo medita un rato.

  • Formular una pregunta precisa que discernir y clarificar el método que vais a seguir.
  • clarificar la cuestión: El Superior / facilitador formula una pregunta que describe con precisión lo que estáis buscando con ese proceso de discernimiento. ¿Acerca de qué vais a decidir? ¿Por qué ha surgido este tema? Describir el asunto que traéis para discernir. Poneos de acuerdo en una pregunta de una sola frase. Preguntaos si esta pregunta describe adecuadamente lo que el grupo está buscando realmente discernir.
  • Identificar las principales partes interesadas: Incluir a todas las partes afectadas por el tema en el proceso de discernimiento. Conectadlos como misión principal. Explicar la conversación espiritual, que es diferente del debate político. Llevad juntos el asunto a la oración
  • Establecer los objetivos de grupo: ¿Cuál es nuestro objetivo más importante, basado en misión, visión y valores? Priorizar los objetivos.
  • Clarificar quien toma la decisión final: ¿Quién ratifica finalmente la decisión? ¿Requiere voto deliberativo o consultivo en consejo como conclusión del discernimiento? ¿Corresponde la decisión a toda la comunidad, al consejo local, al Superior Mayor con su consejo o al Superior General con su consejo?[40] Clarificar el papel del grupo que discierne en la búsqueda de la voluntad de Dios sobre el asunto que se está tratando.

Paso 2: Reunir los datos relevantes

Reúne, a través de la búsqueda, la oración y el diálogo, los datos relevantes para el tema de tu discernimiento. Ten en cuenta todos los detalles e implicaciones asociadas con el tema del discernimiento. Pon atención a todos los caminos que el Espíritu puede estar buscando para revelarse a través del proceso de discernimiento.. Consulta con gente preparada y con buenas fuentes de información. Comprende los datos, visualízalos y ponlos en contexto.

  • Presenta la información al grupo

Asegúrate de que todos están presentes. Visualiza y explica los datos. Da tiempo para las preguntas y aclaraciones.

Algunas preguntas para reunir datos relevantes:

  • ¿Qué ganamos y qué perdemos si tomamos o no tomamos una decisión concreta? ¿La decisión propuesta es una respuesta urgente, tempestiva y oportuna para la situación a la que hay que dar cara?
  • ¿Qué gente y qué sistemas se verán afectados por el resultado de este decisión¿
  • ¿Cuáles son las implicaciones prácticas de lo que pueda ser decidido?
  • ¿Qué factores es necesario considerar para que lo que se discierna llegue a ser realidad (recursos económicos, administración, localización física, interrelaciones, sistemas, etc.)
  • Cuando te imaginas viviendo los posibles resultados y haciendo el trabajo vinculado con esos resultados, ¿dónde detectas más fuertemente energía y vida en el Espíritu?
  • Medita los datos en la Oración y en tu reflexión

Tómate tiempo para mantener en la oración todo lo que hasta ahora haya ido apareciendo. Gasta tiempo en pasear al aire libre o en silenciosa reflexión, contemplando la cuestión que se ha de discernir sin apresurarte en llegar a una conclusión. Percibe lo que surge con naturalidad y que parece significante. A medida que clasificamos toda la información disponible prestamos atención a lo que ocurre en nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestras almas. Es aquí donde continuamente retornamos cuando interactuamos con todo el material del discernimiento para tomar conciencia de movimientos de consolación (que nos acercan a Dios) y de desolación (que nos alejan de Dios). Algo puede causar que sientas “dolor de tripas” u opresión de pecho. Otros datos pueden llevarte a una sensación de tranquilidad, apertura y serenidad. Quizá parece que un camino adelante emerge como una buena idea, y sin embargo te sientes incómodo. Sopesa en tu interior al considerar una opción.

 

Cuerpo: ¿Cómo me siento corporalmente en respuesta a este tema de discernimiento?

Mente: ¿Qué pienso actualmente sobre este tema de discernimiento? (Date cuenta de por dónde suelen discurrir tus pensamientos, dónde se atrancan o actúan de modo determinado)

Corazón: ¿Qué se mueve en lo profundo mientras estoy centrado en este asunto de discernimiento? (¿Dónde y cómo percibo movimientos de consolación o de desolación?)

Paso 3: Debate y decisión provisional

  • Reunámonos para compartir. Escuchad las respuestas de cada uno y buscad la zona más profunda. Escuchaos atentamente y compartid los movimientos internos. Observa cómo te afecta la información en tu interioridad más profunda.
  • Buscad los pros y los contras Todo el grupo busca las desventajas de cada opción comparándola con el objetivo. A continuación buscan las ventajas de cada opción. La santa indiferencia es la clave de este proceso.
  • Descubre el consenso emergente. Después de retener intencionalmente y en dimensión de oración los datos relevantes, mira a ver si un camino hacia adelante empieza a abrirse en tí. A veces la mejor opción va manifestándose gradualmente aparente. Otras veces la claridad está todavía obscurecida y se necesita más tiempo para moverse en espíritu de oración a través de las realidades que abarca el tema de discernimiento. Considera si se va dando. un consenso emergente en el grupo

En el discernimiento comunitario es especialmente importante ver cómo la comunidad se siente, en respuesta a una tentativa de decisión. ¿Se va dando un consenso creciente o, por el contrario, una división que se ahonda? ¿Comienza la comunidad a sentirse asentada y a gusto o, por el contrario le parece que la decisión va siendo forzada? Cuando el Superior (facilitador) percibe que el proceso apunta en la dirección de una decisión enriquecida por diferentes contribuciones, que proceda a formular la opción emergente para la decisión final.

Si no apareciera el consenso en el grupo, puede ser necesaria una ulterior reflexión en espíritu de oración así como la recogida de información importante y que falta y un nuevo discernimiento colectivo. Ayuda siempre tomarse un descanso antes de continuar con este proceso en el grupo.

Dar tiempo para la confirmación. Rezad por la confirmación de una decisión provisional. Cuando la comunidad ha elegido una decisión provisional una práctica que ayuda es imaginar el posible resultado. Pensad que ya habéis decidido y estáis ya viviendo la realidad de tal decisión. ¿Cómo os sentís: hay vitalidad o temor? ¿Hay una percepción de alivio o de algo que no se ha resuelto?

  • El objetivo en discernimiento es la fidelidad al camino al que el Espíritu está conduciendo. La búsqueda de la confirmación nos invita a llevar la opción emergente a otro período de oración y discernimiento. Es el momento en que podemos consultar con personas de confianza, mentores o expertos para lograr una perspectiva a tres partes

Un modo de buscar confirmación es buscar los frutos del Espíritu en tí y en la comunidad. Los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, generosidad, fidelidad, mansedumbre y autocontrol.”[41] Ahora es el momento de finalizar la opción.

Paso 4: Decisión and Acción

  • Haced la decisión final. Cuando el proceso lleva a la confirmación de la opción provisional la persona autorizada para hacer la decisión final, la confirma y se la comunica a todas las partes implicadas. Si se trata de una decisión consultiva, la decisión del grupo se comunica a la persona u organismo autorizados junto con el informa del proceso seguido para alcanzar la decisión. E.g. La comunidad local comunicando al Gobierno Provincial su discernimiento para promover a un miembro para la profesión final.
  • ¿Qué pasa si no hay consenso? Si en comunidades o consejos el discernimiento comunitario no tuviera fruto después de esfuerzos razonables, las normas claretiana obligan al respectivo superior a “adoptar posturas claras, dar las debidas orientaciones y tomar la decisión que, en su prudencia, juzguen más conveniente.”[42] La comunidad está obligada a aceptar la decisión en virtud de nuestra profesión religiosa[43] sin perjuicio de las previsiones de nuestra legislación en orden a disentir por causa mayor.
  • Poner en práctica. Ahora la comunidad se mueve hacia la fase de puesta en práctica. Una decisión tomada legítimamente es propiedad de todos, independientemente de las diferencias habidas durante el proceso. Toda la comunidad se compromete en la aplicación de la decisión tomada y establece plazos para las medidas para la acción. Es importante mantener una comunicación fluida de modo que todos estén informados sobre el programa de puesta en práctica así como del papel de cada uno en ella y del plazo de la acción. Es vital mantenerse siempre en referencia a la razón fundamental para la decisión.
  • Evaluación. Fijar una fecha para la evaluación para ver si efectivamente estamos llevando el asunto según la decisión que se ha tomado. Saber que el proceso de discernimiento está en marcha.
  1. Observaciones finales

Como el discernimiento es un estilo de vida que busca caminar en el Espíritu del Señor, el proceso explicado hasta aquí tiene sentido solamente cuando nuestro corazón busca al Señor y quiere seguirlo incondicionalmente. Nuestra vocación misionera es, precisamente, la de conformarnos al Jesús de los Evangelios. Nuestra Fundador lo vivió así en propia vida. En nuestro mundo contemporáneo, en el que la Iglesia es frecuentemente menospreciada por los escándalos de sus niños, nosotros debemos ser firmes en la fe, en el amor y en la esperanza por la opción de caminar en el espíritu del Señor Resucitado, como hicieron los cristianos de la primitiva Iglesia.

Ejercicios prácticos personales y comunitarios
(1) Lectio Divina:

Escoge alguno de los pasajes siguientes: Cómo Jesús se enfrenta a las tentaciones en el desierto (Mt 4:1-11), Jesús Resistiendo a la persuasión de Pedro (Mt 16:21-28), el Concilio de Jerusalén (Hch 15).

(2) Algunos temas personales para el diálogo:

¿Cómo describirías el proceso de toma de decisiones en tu comunidad? ¿Qué mejoras podría introducir la comunidad en su proceso de discernimiento y de toma de decisiones?

(3) Oración y reflexión personales:

Oración personal y reflexión: Haz una lista de tres o cuatro situaciones importantes en tu vida y de cómo la decisión que hiciste con la gracias de Dios te hace sentirte agradecido y feliz respecto a ellas. ¿Qué te ayudó para tomar aquellas decisiones? Haz ahora una lista de dos o tres decisiones que te arrepientes haber tomado. ¿Qué es lo que te parece que fue equivocado en esas decisiones? ¿Qué has aprendido de ello para tu futuro?

Piensa ahora en un algún suceso reciente o una toma de decisión en que sentiste consolación y considera su fuente. ¿Es de Dios o del espíritu del mundo? Rememora otro caso en que sentiste desolación busca su fuente. ¿Vino del espíritu de Dios, que te pedía compunción, o del mal espíritu que buscaba desalentarte de hacer el bien? Aplica esto a las decisiones en comunidad

 

[1]CC 28.

[2]Papa Francisco, Gaudete et exsultate, 166.

[3]MS 70, 3-4.

[4]Cf. Hch 15:28.

[5]Jer 29:11.

[6]Lc 2:49.

[7]Jn 4:34.

[8]Jn 12:27.

[9]Mc 14:34.

[10]Jn 12:27.

[11]Mc 14:36.

[12]Jn 12: 27.

[13]Mc 14:36.

[14]Cf. Lc 24:13-35.

[15]Hch 15: 1-2.

[16]Cf. Hch15:22, 41.

[17]Antonio Ma. Claret, Aut136; Cf. Aut 445; 754; Resoluciones 1857,1862, 1865, 1870.

[18]Cf. Aut 351.

[19]Cf. Aut 113ff.

[20]Cf. Aut 170ff.

[21]Cf. Aut 496ff.

[22]Cf. EC I, 1172-1176.

[23]Cf. Luces y gracias, 1857-1868.

[24]Propósitos de 1870.

[25]GE 169.

[26]Cf. GE 171, 172.

[27] MS 72.

[28]Cf. EG 226-230.

[29]Cf. EG 231-233.

[30]Cf. EG 234-237.

[31]St. Agustin, Confesiones L I § 1.

[32]Rom 7: 22-23.

[33]Rom 7:17.

[34]EG 167.

[35] Para una descripción detallada de estos estadios Cf., Marko Ivan Rupnik, Discernment, Acquiring the Heart of God (2006).

[36]Cf. Lc 10:21.

[37]Cf. Gal 5:22; Rom 14:17; Hch 13:52.

[38]Cf. Dir.77; CC 29.

[39] Este esquema está adaptado de dos fuentes principalmente: un folleto titulado “Discernimiento en común”, de la Curia Jesuita de Roma y una guia práctica titulada “Personal and Communal Discernment Guide” publicada por la Community of Christ, Missouri, USA, (2018).

[40] Los respectivos Superiores deben seguir las normas de nuestra legislación relativas a las materias que requieren en consejo voto deliberativo o consultivo. Cf. CC 115, 148; Dir 432, 433, 457, 495-497.

[41]Gal 5:22‐23.

[42]Dir 78.

[43]Cf. CC 31.