10. Celebrando vida y misión en comunidades interculturales e intergeneracionales

“Pero a cuantos le recibieron y creyeron en Él les concedió el llegar a ser hijos de Dios. Estos son los que nacen no por generación natural o porque el hombre lo desee, sino que tienen por padre a Dios.” – Jn 1:12-13.

“Con los hermanos que son de distinto origen, edad, cultura u opinión, mantengamos siempre la unidad del espíritu en el vínculo de la paz.” – CC 17.

Introducción

Como Congregación nosotros estamos enriquecidos con hermanos procedentes de cerca de sesenta y cinco países que enriquecen nuestra vida con sus tradiciones, lenguas y costumbres. Cuando la Congregación se extendió desde España a otros continentes, nuestra fraternidad pasó de ser monocutural a multi-cultural y ahora se está haciendo progresivamente intercultural. Esto trae consigo muchas gracias y desafíos también.

Felices Los Q Trabaj Por La Paz 170X236 1En sentido amplio, todos nosotros entramos en contacto con diferencias culturales en la vida diaria, ya que la mayor parte de las sociedades son un mosaico de gentes de diferentes culturas que comparten un sentido de identidad común basado en casta, tribu, lengua o unidad geográfica (país, estado, ciudad o pueblo). Las diferencias generacionales también se sienten en muchas comunidades cuando Claretianos mayores y jóvenes, que se formaron en distintas etapas y contextos (pre-Vatican, post-Vatican, modernos, milenial, etc.) viven y trabajan juntos. La maravilla de la diversidad entre nosotros es la manifestación de la creatividad del Espíritu Santo. Siendo humanos como somos, podemos tomar la diversidad como una amenaza y fallar en beneficiarnos del don de la diferencia o podemos recibirla como un tesoro que cuidar para crecer en plenitud y santidad. Las comunidades interculturales e inter-generacionales viven la agonía y el éxtasis de este drama de vida.

En este módulo exploraremos las dinámicas de las comunidades interculturales e inter-generacionales y cómo pueden emplearse para servir mejor a la vida y misión de la Congregación. La toma de conciencia de estas dinámicas y el vivir consciente de nuestra vocación misionera nos ayudarán a vivir el misterio trinitario de la unidad en la diversidad.

1. DIFERENTES ACTITUDES ANTE EL ESCENARIO INTERCULTURAL E INTERGENERACIONAL EN NUESTRAS COMUNIDADES, ORGANISMOS Y MISIONES

¿Vives en una comunidad intercultural con hermanos que son de un grupo cultural diferente al tuyo? ¿Cómo te sientes cuando te encuentras viviendo con un hermano que piensa y actúa de modo muy diferente al que tú estás acostumbrado? ¿Excitado? ¿Harto? ¿Irritado? ¿Tolerante? ¿Confuso? ¿De algún otro modo?

Quizá tu comunidad actual no es intercultural, pero tu Provincia o Delegación sí lo es. ¿Cómo trata tu Provincia o Delegación la diversidad y las diferencias culturales entre sus miembros? ¿Cómo se vive en tu Organismo la disparidad generacional? ¿Valoráis el ser multiculturales? ¿Hay tensión o polaridad, sutil o fuerte, entre locales y forasteros, grupos mayoritarios o minoritarios, mayores y jóvenes? Ignoras o pasas por alto las diferencias culturales y generacionales en el Organismo?¿Cuáles son los prejuicios de los que hablan los diferentes grupos y cómo afectan esas murmuraciones a la fraternidad de la Provincia o Delegación y a su misión? Las comunidades interculturales e intergeneracionales pueden tener un gran potencial misionero así como un equilibrio muy delicado que tenemos que manejar con prudencia.

2. ALGUNAS OBSERVACIONES BÁSICAS RELATIVAS A COMUNIDADES INTERCULTURALES

1) Las diferencias individuales son mayores que las culturales

De ahí que pueden darse igualmente conflictos y tensiones en las comunidades monoculturales. La madurez personal y la integridad son los factores más importantes que contribuyen a la armonía y al vigor misionero de una comunidad.

2) Pertenecemos a muchas culturas, no solo a una

En cuanto que soy miembro de muchos grupos sociales (local, nacional, étnico, sub-étnico, educativo, religioso, etc.) comparto los valores, actitudes y costumbres (cultura) de todos esos grupos. A pesar de los comunes valores culturales compartidos, no hay dos personas iguales en el mismo grupo cultural.

3) Los conflictos son normales en todo grupo humano

Los conflictos comunitarios toman color cultural dependiendo de los miembros que constituyen la comunidad. Normalmente el conflicto surge entre dos grupos predominantes desde el punto de vista de la distribución del poder. Por ejemplo, locales y “los de fuera”. Cuando “los de fuera” son débiles o muy pocos, el conflicto se desplaza a gente proveniente de dos regiones o de dos grupos étnicos diferentes. Los conflictos que vacían la energía apostólica pueden resolverse por el crecimiento a niveles superiores de madurez religiosa en los que la singularidad de la persona y los intereses de la Congregación se valoran por encima de identidades e intereses grupales.

4) Las comunidades interculturales favorecen nuestra apertura

A pesar de algunos beneficios en la compresión mutua, debidos a los valores culturales compartidos, las comunidades monoculturales como que empobrecen a sus miembros respecto a la apertura a la amplitud de la acción de Dios en el mundo. Las comunidades interculturales, a pesar de la dificultad y dolor de la integración inicial de las diferencias, favorecen el crecimiento personal así como la apertura de mente y corazón a la diversidad creativa de Dios en el mundo

5) Etnocentrismo es una fase normal en el desarrollo de la comprensión intercultural

Como la etapa de grandiosidad en la primera infancia, en la vida individual, la superioridad cultural o étnica es un estadio del crecimiento en la vida social. En las primeras etapas del desarrollo de uno mismo las identidades nacionales, étnicas o grupales juegan un papel significativo en nuestra auto-definición. A niveles más altos en la evolución personal, la identidad cultural se subordina a un horizonte más amplio para incluir a todos los humanos[i]. A medida que un misionero crece espiritualmente, sabe que, verdaderamente, él pertenece a Dios y que, por consiguiente, pertenece a todos.

6) Carisma y misión unifican a los miembros de una comunidad

Sin la centralidad del carisma, cualquier esfuerzo para promover la comunión en la comunidad será una intervención cosmética. Un claretiano verbaliza esto así: “Yo pienso que podría vivir y trabajar con otro claretiano de cualquier cultura siempre que él esté dispuesto a atenerse a nuestras Constituciones en un grado razonable. Pero seguramente tendría dificultad para vivir en comunidad con un claretiano de mi propia cultura si no cuida lo que nuestras Constituciones piden.”

3. ¿CUÁL ES TU IDEA DE CULTURA, DE TU CULTURA Y DE LA CULTURA DE TUS COHERMANOS?

Será de ayuda explorar lo que tú entiendes por cultura. Cultura puede entenderse como un modo de vida expresado en signos, símbolos y costumbres, en sus aspectos permanentes y cambiantes. Cada cultura está impregnada de una cosmovisión y de una serie de sentidos. Toda persona está empapada de tradiciones y valores de su ambiente socio-cutural y crece dentro de él de una manera única. Hay partes visibles y partes invisibles en toda cultura. Cuando estás frente a una persona ves su apariencia exterior y sus esquemas de comportamiento, pero necesitas conocer la cultura de la persona y sus circunstancias para entender lo que tú ves al exterior. La figura del iceberg ayuda a entender lo que entendemos por cultura: dos tercios del iceberg están sumergidos. Si se ignora esa mayor parte sumergida, puede destrozar un gran Titanic. Usando esta imagen, vamos a hacer el siguiente ejercicio:

Dibuja en un papel un iceberg o un árbol. Piensa entonces en una persona conocida de otra cultura. Imagínate su apariencia y sus modos de comportamiento (su modo de saludar, de comer, de rezar, de expresar sus emociones, su alimento preferido, sus entretenimientos, sus lecturas, deportes que practica, modo de divertirse, etc…). Haz ahora un mapa de la cultura que ha contribuido a formar a esa persona. Llena la parte superior del iceberg. Háblalo con la persona en cuestión o lee acerca de la cultura de su lugar de origen y llena la parte baja del dibujo.

La parte superior visible:

Iceberg InterculturalityLengua, vestimenta, saludo, peinado, gestos, alimento, modo de comer, modo de rezar, música, arte, hobbies, lecturas, manifestaciones emocionales, comunicación social, contacto visual, actividades de ocio, deportes y entretenimiento.

La parte inferior invisible:

La parte invisible de la vida, ser humano y Dios, reglas de relación, nociones de tiempo, valoración del trabajo, motivaciones para el trabajo, papeles de los adultos y los niños en la familia, importancia de la cara, armonía, tolerancia ante el cambio, estilos de comunicación, roles de hombres y mujeres, modo de pensar.

Cada persona es una imagen única de Dios, esculpida por su cultura y, al mismo tiempo, escultora de la cultura junto con otras personas en su viaje personal y colectivo de la vida. Tú puedes comprender mucho mejor a cada persona cuando, respetuosamente, alcanzas a ver a la persona única, imagen de Dios, a la que te presenta la cultura de sus orígenes al mismo tiempo que ella te hace a tí comprensible esa cultura.

Es interesante observar que, incluso gente que manifiesta niveles más altos de orgullo racial o nacional y de prejuicios, mantienen a sus santos preferidos fuera de ese marco de prejuicios. Por ejemplo, a San Antonio Mª Claret no se le ve como obispo catalán, San Francisco de Asís es un mendicante italiano, Santa Rosa, una mujer peruana y a San Antonio se le ve como fraile portugués. Son amigos íntimos y benefactores a nivel del alma. Ciertamente los hombres y las mujeres de Dios transcienden sus fronteras culturales y pertenecen a todos en un nivel profundo. Un misionero va más allá de sus límites raciales y nacionales por su misma vocación misionera y abraza a todos en su corazón lleno del fuego del amor de Dios.

¿Cómo afectan a tu relación con tus santos preferidos su nacionalidad o sus orígenes étnicos?

4. GRACIAS Y DESAFÍOS DE LAS COMUNIDADES INTERCULTURALES E INTERGENERACIONALES

En el contexto de masivos movimientos de gentes a través de los continentes, debidos a la inmigración y a la globalización, la coexistencia armoniosa de las gentes es un desafío. El papel profético de los religiosos hoy es el de “fomentar la espiritualidad de comunión, ante todo en su vida interna y, después, en la comunidad eclesial e incluso más allá de sus confines, entablando o restableciendo constantemente el diálogo de la caridad, sobre todo allí donde el mundo de hoy está desgarrado por el odio étnico o las locuras homicidas”[ii]. Las comunidades interculturales tienen especial importancia en este contexto. Vamos a enunciar algunas de las bendiciones y de los desafíos de las comunidades interculturales.

1) Bendiciones

En las comunidades en las que las diferencias se perciben positivamente hay muchas bendiciones:

  • Testigos de Dios como padre de todos nosotros

La convicción cristiana de que Dios es el Padre de todos se afirma a través del testimonio viviente de gente de diferentes culturas formando una familia.

  • Un modelo de armonía comunitaria

Una comunidad intercultural es un signo profético de armonía y comunión en el contexto de un mundo herido por conflictos étnicos, prejuicios raciales y guerras compartidas.

  • Apertura a perspectivas más amplias acerca de la realidad

La presencia de miembros de diferentes culturas ofrece una oportunidad para desafiar la visión limitada del mundo que aporta una sola cultura y para abrirse a perspectivas más amplias en la propia vida.

  • Mejor Autoconocimiento y crecimiento personal

El contacto con gente de otras culturas ilumina las propias creencias incuestionables y los prejuicios y promueve mayor autoconciencia. Gente que ha vivido con una postura positiva en otra cultura parece haber adquirido mayor crecimiento personal y refinamiento en cuanto seres humanos

  • Confrontación cultural y conocimiento mutuo

El estar expuesto a otras culturas lleva a una saludable confrontación entre culturas que puede iluminar las limitaciones de cada una de ellas y sus idiosincrasias, al mismo tiempo que se benefician mutuamente de lo mejor de cada una de ellas.

  • Eficacia apostólica

Una comunidad intercultural tiene recursos más ricos y más paradigmas para manejar las diversas necesidades pastorales, lo que es sumamente relevante en una sociedad multicultural

2) Desafíos

En las comunidades donde las diferencias son percibidas como amenazas hay una serie de dinámicas defensivas que vacían la vitalidad de los miembros y el entusiasmo por la misión. Aunque estas dinámicas se hacen presentes en cualquier comunidad inmadura y entre personas inmaduras, adquieren grandes proporciones en un grupo intercultural cuando los individuos tienen un alto nivel de etnocentrismo. Vamos a identificar unos pocos desafíos comunes en comunidades interculturales.

  • Estereotipos y Prejuicios

Los Estereotipos son generalizaciones acerca de un grupo de gente que simplifican mucho su cultura. Los Prejuicios son juicios previos sobre un miembro de un grupo significado, basados en ideas preconcebidas que no tienen ninguna referencia con la realidad. Por ejemplo, cuando yo pienso que los Indios son tacaños, supongo que John, que es de la India, tendrá el rasgo de la tacañería, será tacaño.

  • Dominio Cultural

En un contexto intercultural las personas miembros de un grupo fuerte económica, numérica o socialmente, tienden a considerarse superiores a los otros y a imponer las normas de su grupo como normativa general para todos

  • Autovictimación

Uno que sufre de baja autoestima puede fácilmente percibir discriminación y maltrato por parte de otros, incluso cuando no hay evidencia objetiva alguna para ello. Él puede jugar el papel de “víctima” respecto a aquellos que él percibe como pertenecientes a una cultura “superior” e incluso ver en ellos comportamientos persecutorios en situaciones totalmente neutras

  • Escudo Cultural

En comunidades interculturales, sus miembros pueden defender sus agendas personales empleando las diferencias culturales como un escudo protector. Pueden racionalizar un comportamiento inaceptable o bien defendiéndose en nombre de su cultura (“en nuestra cultura lo hacemos así” o echando la culpa a la diferencia cultural (“el superior/formador foráneo nos está imponiendo su cultura”). Cuando la baraja cultural se juega en tiempos de problemas, tiende a atraer partidarios y a ahogar los temas reales en “aguas turbulentas”. Las coaliciones de grupos basadas en afinidades culturales no son raras en tiempos de elecciones o en los cuerpos decisorios.

  • Descuento minoritario

En un contexto intercultural, un miembro de un grupo minoritario puede disfrutar de privilegios y de atención que pueden no ser concedidos al grupo mayoritario. Los superiores pueden fácilmente pasar por alto algunos errores cometidos por el miembro minoritario. E.g. Los Superiores tienden a ignorar signos vocacionales negativos cuando se promociona a la profesión al primer miembro de una nueva cultura. Los mismos signos se tomarían más seriamente respecto a una persona de la cultura mayoritaria.

  • Insensibilidad cultural del grupo mayoritario

El grupo predominante en una comunidad intercultural tiende a permitirse prácticas y usos de su propia cultura sin tener en cuenta como ello puede afectar a los otros. Esto puede provocar a otros miembros a organizar su propio subgrupo o a buscar fuera su afiliación

  • Fallo de comunicación

En un marco intercultural es frecuente la incomprensión cultural entre los miembros. La conducta de una persona puede entenderse por sus hermanos desde la clave interpretativa de la cultura de ellos.

5. EDUCÁNDONOS PARA FORMAR COMUNIDADES INTERCULTURALES TESTIMONIANTES

No es fácil vivir en comunidades interculturales. La experiencia nos enseña que la buena voluntad y el celo misionero son necesarios, pero no son suficientes para formar comunidades interculturales. Hay ocasiones y momentos en que gente buena se han herido mutuamente y dañado la misión debido a la falta de preparación para vivir en una comunidad intercultural. De ahí que la comprensión de las dinámicas de grupo en grupos interculturales y el desarrollo de competencias interculturales sean importantes para la vida y misión de las comunidades interculturales.

1) Espiritualidad de la interculturalidad

Necesitamos una sólida espiritualidad cimentada en la teología católica para vivir con pleno sentido en una comunidad intercultural. Nuestra experiencia de Dios como Trinidad, que manifiesta unidad en la diversidad, es su fundamento. El misterio de la Trinidad mantiene “la dignidad de la diferencia” porque la misma identidad de las Personas Divinas descansa en lo que es diferente y su relación está en su misma identidad. El Padre no puede ser Padre sin el Hijo y viceversa. El Padre y el Hijo no pueden ser sin el Espíritu Santo. Nuestra fe en el Dios Trinitario tiene más fuerza cuando sabemos por experiencia que paz, alegría y libertad son posibles únicamente cuando el amor permite a cada persona ser ella misma en su comunidad. Forzar la comunión anulando las diferencias es un riesgo inútil y perjudicial.

Jesús mismo aprendió a salir de sus cómodas zonas judías para encontrarse con gente en las periferias sociales y culturales: La mujer samaritana[1],la mujer cananea[2], el centurión[3]. Incluso describió a un samaritano y a un recaudador de impuestos como protagonistas de sus parábolas sobre el manifestar y el recibir el amor misericordioso de Dios. Sus apóstoles fueron hombres procedentes de grupos con diferencias incompatibles: pescadores, publicanos, fariseos, escribas. Su amor los mantuvo unidos y los involucró en su misión. Cuando Jesús murió, el grupo se dispersó. El Señor resucitado los volvió a reunir nuevamente[iii]. En la Iglesia, el Espíritu Santo reúne a gentes de todas las naciones por la predicación de la Buena Noticia.

La Iglesia tuvo que luchar para salirse de su envoltura cultural judía y poder abrazar así en su seno a los gentiles. La acción sorprendente y visible del Espíritu, que no llamaba por la práctica de la Ley de Moisés, abrió los ojos de la primitiva Iglesia para poder reconocer que Dios no discrimina a las naciones. La fe en Jesús edifica comunidad. Pablo fue muy claro al respecto. “Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús”.

Claret menciona una sola cosa en común con sus compañeros cuando narra la fundación de la Congregación: “Sacerdotes a quienes Dios nuestro Señor había dado el mismo espíritu de que yo me sentía animado”. Una comunidad claretiana está formada por aquello que han recibido el mismo espíritu que Dios dio a Claret. Por eso el único criterio para estimar la idoneidad para pertenecer o representar a la Congregación es este espíritu carismático, “el fuego del amor de Dios”. Fue en Cuba donde Claret tuvo estrecho contacto con la diversidad cultural y social y con la discriminación. Su experiencia de Dios como Padre lo hizo hablar en favor de la dignidad de los esclavos y de la santidad del matrimonio frente a las leyes injustas del estado. Su postura contra el comercio de esclavos hizo que los negreros intentaran envenenarlo. El relato de Claret sobre sus compañeros misioneros es una hermosa narración de cómo el santo trataba a cada persona y valoraba su ejemplar colaboración. Claret escribe acerca de la comunidad: “Yo alguna vez pensaba cómo podía ser aquello, que reinara tanta paz, tanta alegría, tan buena armonía en tantos sujetos y por tanto tiempo”.

Solo un claretiano que ha encontrado su identidad como hijo de Dios, amado, llamado y ungido por el Espíritu de Cristo, puede ver a su propio hermano en el otro, que es diferente en edad, cultura, raza o lengua.

Reflexiona sobre esta historia

Un sabio preguntó a sus discípulos: “¿Cuándo sabéis que se ha ido la noche y el día ha nacido?” Un discípulo dijo: “Cuando puedes distinguir un hilo blanco de uno negro”. “No”, dijo el sabio. “Cuando tú puedes distinguir en el horizonte un jack tree de un mango, sugirió otro. El maestro dijo de nuevo “No”. Otros ofrecieron otras posibles soluciones, pero ninguna satisfizo al maestro.

Man DarkFinalmente el sabio dijo enfáticamente: Escuchad: cuando tú puedas mirar a los ojos de un extraño y ver en esos ojos a tu propio hermano o a tu propia hermana, entonces el día ha amanecido para ti. Hasta entonces tú estás en la tiniebla”.

Reflexión: En el contexto del vivir comunitario, ¿cuándo y cómo desconectas en tu corazón del amor fundante? ¿Qué haces para volver a esa fuente carismática?

2) Moviéndose del etno-centrismo aL relativismo-cultural: una perspectiva de desarrollo.

Recuerda uno de tus primeros viajes fuera de tu lugar de nacimiento, durante el cual te encontraste con gente que hablaba un idioma distinto, practicaba otra religión o tenía costumbres diferentes. ¿Cuáles fueron tus sensaciones? ¿Sorpresa, conmoción, choque? Cuando una persona de otro grupo étnico o de un país diferente se unió a tu comunidad, ¿qué cambios se produjeron en ti? ¿Qué cambios se dieron en tí cuando fuiste destinado a una comunidad, lejana de tu cultura?

Hay estudios sobre los estadios del desarrollo intercultural a través de los que pasamos cuando nos relacionamos de cerca con otras culturas o con gente de otras culturas. Las fases que Milton Bennett presenta ayudan a examinar el propio progreso en sensibilidad intercultural. Él habla de un movimiento que va del etnocentrismo al etnorelativismo a través de progresivos y diferentes escalones: tomar conciencia de esos escalones, a través de los que un individuo pasa, sin embargo, en su contacto con gentes de otras culturas, ayudaría a los misioneros mejorar sus relaciones interculturales.

a. Etnocentrismo

Etnocentrismo es un nivel inicial en las relaciones interculturales en el que una persona tiende a mantener el punto de vista de que su propio grupo es el centro de todo y que los otros se escalonan y califican con referencia a él. Una persona altamente etnocéntrica ve a su grupo como superior y virtuoso y a los valores del grupo como universales. Del mismo modo ve a los otros grupos como despreciables e inferiores y, por principio, rechaza sus valores. Es comparable con la típica grandiosidad de un niño en sus estadios iniciales de crecimiento. Todos somos etnocéntricos en cierta medida y es dándonos cuenta de nuestras propias tendencias etnocéntricas como podemos progresar hacia mejores modos de relacionarnos con otros. Hay como tres niveles de etnocentrismo.

  • En este nivel la gente tiene poco contacto con otras culturas y tiende a pensar que los otros piensan y actúan de la misma manera. Creen que ellos tienen la razón y que los que actúan de distinto modo son ignorantes. La gente, en el modo de rechazo, puede ser autoritaria e insensible a la diferencias de los otros. Por ejemplo, expresando desagrado respecto a la comida de otras culturas. Se apoyan en su propia gente y evitan el contacto con otros.
  • A este nivel la gente reconoce la existencia de otras culturas, pero ignoran su validez. La propia cultura se considera mejor que las otras y un modo de vida válido. Denigran las otras culturas y sostienen la superioridad de la suya. Las culturas se consideran desde un punto de vista de relaciones competitivas. Se ve a la gente en términos dualísticos de “nosotros” y “ellos” y se tiende a rodearse de gente de la propia cultura y a evitar a los otros. Los miembros de los grupos minoritarios a este nivel pueden reaccionar de modo exagerado criticando agresivamente al grupo mayoritario o, por el contrario, haciéndose “nativos” identificándose con la mayoría
  • Minimización. En esta fase la gente minimiza las diferencias culturales y asume que todas las culturas son fundamentalmente equiparables. No se considera inferior o desafortunada a la gente de otras culturas, pero no se reconoce lo bueno de la diferencia. En este estadio busca conformidad para tener una marcha tranquila. Uno pudiera pensar que lo que funciona en una cultura funciona en todas.

En una comunidad intercultural las fases mencionadas provocan reacciones diversas en sus miembros, tales como tensiones de grupo (grupos culturales, de edad, de apostolado), así como se dan individuos que juegan la “carta cultural” para defender sus intereses personales.

b. Relativismo cultural

El relativismo cultural es lo opuesto al etnocentrismo. “Relativismo cultural significa que entendemos una cultura desde su interior y consideramos el comportamiento de la gente desde su punto de vista. Respetamos, además, las diferencias que contrastan con nuestra propia cultura”[4]

  • Aceptación de las diferencias culturales. En este estadio estamos bien dispuestos para reconocer las otras culturas y aceptarlas como alternativas válidas para su propia visión del mundo. Las diferencias son aceptadas y comprendidas. Es como si fuéramos “neutrales” culturalmente, porque tendemos a ver las diferencias como un hecho de vida. La gente con ideas religiosas rígidas y dogmáticas necesitan tiempo para aceptar ideas diferentes como alternativas válidas. La aceptación no significa abandonar el pensamiento crítico o ignorar los principios y valores fundamentales. Más bien es más una apertura y un respeto hacia las diferencias.
  • Adaptación del pensar y actuar propios a las diferencias culturales. Empezamos por ver las diferencias como válidas, positivas y, frecuentemente, complementarias. Buscamos una adaptación creativa de otras normas culturales para integrarlas mejor en el nuevo contexto. En vez de irritarnos con la aprensión que nos causa un hermano de una cultura colectivista, lo animamos y ratificamos sus pequeños pasos para hacer las cosas por sí mismo.
  • Integración de las diferencias culturales en la propia visión del mundo. Llegamos a darnos cuenta de que nuestra verdadera identidad transciende todas las culturas y no puede identificarse con ninguna de ellas en particular. Esto genera libertad para integrar los valores positivos de otras culturas en nuestro propio mundo y relativiza nuestra propia cultura nativa. Podemos mirar críticamente a nuestra cultura propia y a las otras culturas con libertad interior y genuino aprecio de la bondad que encarnan. Como misioneros nosotros experimentamos un mayor sentido de nuestra vocación y misión porque nos damos cuenta de que cuando pertenecemos a Dios pertenecemos a todo el mundo. cultural frames of reference. Aunque mantienen su identidad cultural propia, integran con naturalidad en ella aspectos de otras culturas.

El crecimiento desde el etno-centrismo al etno-relativismo está acosado por muchas luchas, que la mayor parte de nosotros hemos experimentado de primera mano. Heridas personales y estilos de personalidad de los miembros complican este complejo proceso de crecimiento. Sin embargo es muy gratificante avanzar en este trayecto. Tenemos que tener presente que el etno-relativismo es cosa diferente del relativismo moral. Hay prácticas culturales inaceptables porque son moralmente equivocadas. Por ejemplo, prácticas como el sati (quemar a la viuda en la pira junto con el cuerpo del difunto marido), matar a los hermanos gemelos, la mutilación genital, etc. son inaceptables desde bases morales.

5.1Recuerda tu propio proceso de crecimiento hacia el relativismo cultural, mira dónde te situarías y reflexiona sobre lo que necesitas para avanzar.

 

3) Shock cultural y shock cultural inverso

No es raro que experimentemos un shock cultural cuando nos metemos en un nuevo entorno cultural o un shock cultural inverso cuando volvemos a la cultura nativa después de vivir largo tiempo en otra cultura.

Shock cultural es la sensación de ansiedad que una persona puede experimentar tras trasladarse a un entorno completamente nuevo. Generalmente emerge a las pocas semanas de llegar a un contexto cultural nuevo y diferente. Crece con las dificultades de asimilar la nueva cultura, sin tener claro lo que es procedente y lo que no lo es. Podemos experimentar desagrado o incluso disgusto (moral o estético) con ciertos aspectos de la nueva o diferente cultura.

El shock cultural puede comportar las etapas de luna de miel (entusiasmo inicial), frustración (soledad, problemas de adaptación), ajuste (manejar los sentimientos y familiarizarse con la nueva situación) y aceptación (resolución para empezar a trabajar en el objetivo final).

El shock cultural inverso (el shock de reentrada) se experimenta cuando volvemos a nuestra cultura nativa después de vivir largo tiempo en otra cultura. Los cambios a ambos lados pueden resultar poco confortables.

La conciencia clara de lo que está ocurriendo y la apertura precisa para ir a través de los cambios, junto con tus valores espirituales y una pizca de humor servirán para manejar el shock cultural.

6. Competencias para celebrar vida y misión en comunidades interculturales

Demoler y construir, morir y resucitar constituyen el camino Pascual que lleva a la vida y al amor. Aquí hay algunos principios que pueden sostener nuestra vida y misión en comunidades interculturales:

1) Prioridad de los valores vocacionales sobre los culturales

Una comunidad religiosa está formada por la llamada del Señor a seguirle y el carisma del instituto para servir al pueblo de Dios. De ahí que en nuestras comunidades no representamos a ningún país ni a ningún grupo cultural. Los valores vocacionales consagrados en las Constituciones son los que han de guiar, más que los valores culturales, el curso de la comunidad. Las comunidades que descuidan las normas congregacionales (oración diaria, reuniones plenarias, retiros, proyecto comunitario, llevar debidamente las cuentas) tienen más conflictos culturales.

2) Entrenamiento para la habilidad intercultural

No debemos dar por hecho que un buen religioso crezca automáticamente en capacidad para relacionarse bien con gente de otras culturas y/o para trabajar en una cultura diferente

a. Inteligencia cultural

Inteligencia cultural es “la habilidad para implicarse en un conjunto de comportamientos que usa habilidades(i.e., la lengua del lugar, habilidades relacionales) y cualidades (e.g. tolerancia ante la ambigüedad, flexibilidad) que están sintonizados apropiadamente con los valores de base y las actitudes de la gente con la que uno se relaciona.”[5] Puede cultivarse con esfuerzo.

b. Interpatía

Interpatía es la habilidad para susceptiblemente entrar con imaginación en el marco de otra cultura. Lo capacita a uno para entrar con conocimiento y con afecto en una segunda cultura, percibiendo y conceptualizando su coherencia interna y considerándola tan válida como la propia.[6]

c. Prioridad en la Inculturación

Nuestra presencia en otro ambiente cultural se debe a que somos enviados allí para proclamar la Buena Nueva a aquella gente. En una comunidad intercultural, las costumbres, la lengua y la práctica diaria propias de la cultura anfitriona deben tener prioridad sobre las culturas de los miembros individuales.[7]

d. Enriquecimiento cultural

Crear oportunidades para conocer y apreciar la cultura de los miembros es importante en una comunidad intercultural. Fiestas culturales y presentaciones ayudan mucho para llegar a conocer a los otros en perspectiva.

e. Gestión de problemas

Cuando surgen problemas de relación entre dos personas se han de manejar como asuntos personales más que como asuntos culturales. Los conflictos y las tensiones son naturales en todo grupo. Una comunidad intercultural puede progresar en mayor cohesión cuando es capaz de manejar los conflictos centrándose en lo que es nuclear en el conflicto y de buscar soluciones adecuadas.

f. Compromiso colectivo

Una comunidad intercultural gozosa es el fruto del compromiso intencional de todos sus miembros. Un diálogo honesto y unas conversaciones ricas en contenido pueden triunfar sobre los prejuicios y los estereotipos y promover lo mejor en cada uno para el bien común.

7. LA ALEGRÍA DE LAS COMUNIDADES INTERGENERACIONALES

Es hermoso para una comunidad claretiana tener claretianos ancianos que enriquecen la comunidad con su sabiduría y su experiencia. Ello son también un recordatorio del atardecer de la vida con sentido, que los miembros jóvenes pueden visualizar por sí mismos. Una comunidad no es un grupo romántico de gente joven en una excursión campestre, sino una familia formada por la presencia de claretianos jóvenes, de mediana edad y ancianos, que comparten vida y misión juntos en comunidad.

En una sociedad de consumo, que se esfuerza en la consecución de las comodidades personales, una persona mayor se ve como una carga para los otros. Nuestra gente mayor generalmente aborrece el retiro por miedo a la soledad y a la monotonía. En un contexto social semejante, los misioneros ancianos, que gozosamente se gastan por los otros, haciendo tareas caseras, oyendo confesiones, recibiendo visitas, oyendo las penas de otros o visitando vecinos enfermos son, ciertamente, testimonios vivos de la alegría del Evangelio. Cuando la salud llega a faltar, ellos son misioneros desde su cama de enfermo, orando y sufriendo por la Iglesia y la Congregación.

Los claretianos de media edad necesitan ser mentores y acompañantes de las generaciones más jóvenes para ayudarlos a asumir responsabilidades con confianza, y a asumir el servicio del liderazgo. De este modo también ellos se prearan para unirse al grupo de los sabios mayores. Por parte de los miembros más jóvenes, es importante la presencia de los misioneros ancianos para que se beneficien de su experiencia de vida. Necesitan aprender a construir sobre los logros del pasado de sus hermanos mayores más que a deshacer el pasado para construir algo nuevo de su propia cosecha. La sabiduría de los mayores es necesaria para acabar con el drama de los misioneros inmaduros que acríticamente remplazan las innovaciones de sus predecesores con sus proyectos originales que, eventualmente, serán a su vez cambiados por los de sus sucesores.

En una comunidad disfuncional, la diferencia generacional se experimenta como una amenaza a la zona de confort de cada uno. Frecuentemente los que están cerca de nosotros observan con pena la batalla emocional e incluso pueden ser arrastrado al conflicto. Por el contrario, una comunidad claretiana saludable puede unir los dones de los jóvenes, los de los mediana edad y los de los misioneros mayores y asegurar la continuidad a la vez que los cambios necesarios en la misión. Siguiendo la llamada del último Capítulo General necesitamos “fomentar entre nosotros actitudes de aprecio y amor mutuo, de interés por lo que el otro es y hace. Surgirán así ambientes comunitarios sanos en los que el diálogo fluya, la gracia se comunique, la libertad y confianza se expandan, la alegría del Evangelio se contagie, el perdón y la reconciliación nos restauren y nada ni nadie(por ejemplo, el abuso de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías u otros intereses) nos aíslen.”[8] La clave para construir puentes entre las generaciones está en la buena disposición para “gastar tiempo” en diálogo paciente. Los mayores deben escuchar y animar a los jóvenes y los jóvenes, a su vez, deben dedicar tiempo a escuchar a los mayores. Sin esta actitud de “gastar tiempo” en escucharnos, no podremos construir comunidad.

8. LA TERNURA DEL CORAZÓN DE MARÍA HACIA EL VIVIR INTERGENERACIONAL

La concientización sobre los dinamismos sicosociales de los grupos interculturales e intergeneracionales es muy útil, pero no es suficiente para producir la armonía y la alegría en nuestra vida comunitaria. Es el amor a Dios y a nuestros hermanos y hermanas, derramado por el Espíritu Santo en nuestros corazones, el que construye nuestra comunión.[9] Este amor no es una mera idea racional sino un compromiso de relación con los otros que se hace posible por el amor de Dios. Como hijos del Corazón de María, estamos formados en el horno de su Inmaculado Corazón para aprender el arte del amor y de la ternura. El Papa Francisco habla de “la revolución de la ternura” de Dios en el acontecimiento de la encarnación del Hijo de Dios y ve a María como el icono de la naturaleza revolucionaria del amor y la ternura.[10] Necesitamos impregnarnos de esta ternura del Corazón de María para combatir la dureza de corazón (cardioesclerosis espiritual) para fortalecer nuestro amor por nuestros hermanos de comunidad, con sus diferencias y aplicar este “estilo” Mariano en el trabajo de la evangelización.

Conclusión

El Cardenal Aquilino Bocos, siendo Superior General de nuestra Congregación, en el año 2000, invitó a la Congregación a tomar el camino de la interculturalidad.[11] Hemos hecho progresos en crear conciencia de la riqueza y del potencial misionero de las comunidades interculturales. También hemos aprendido de nuestros errores y de nuestras inmadureces interculturales. El escenario global también ha cambiado significativamente y la multiculturalidad es un hecho de vida en la mayor parte de los lugares. Gozosas comunidades interculturales tienen un gran valor testimonial de la comunión fraterna que Jesús deseó ardientemente en sus discípulos.

 

EJERCICIOS PRÁCTICOS
  1. Haz una lista de los grupos culturales predominantes a los que pertenecen tus hermanos de comunidad y de Provincia. Escribe, a dos columnas, los comentarios apreciativos y los prejuicios con que te has encontrado en gente de cada cultura. Ponte en la piel del otro cuando leas los comentarios referentes a su cultura y analiza cómo ello te afecta. Si hacéis este ejercicio en comunidad, intercambiad las listas y compartid las reacciones en un contexto de Lectio con Lc 7:34
  2. Teniendo en cuenta tu contexto, ¿cuáles consideras como las bendiciones importantes para la vida y misión de tu comunidad u Organismo Mayor que aportan las comunidades interculturales? ¿Cuáles son los mayores desafíos que tienes que encarar por vivir con gente de otras culturas? ¿Cómo piensas que puedes mejorar tu capacidad para una vida de comunidad intercultural e intergeneracional?
  3. ¿Qué puedes hacer para valorar a los miembros mayores de tu comunidad y beneficiarte de su saber y dedicación, a pesar de su precariedad? ¿Cómo puedes ayudar a los claretianos más jóvenes a ganar confianza en sí mismos y a dedicarse a la misión con alegría, a pesar de sus limitaciones?

 

NOTAS

[1]

[2] Cf. Mt 8:5ff.

[3]

[4] Everett M. Roggers, Thomas M. Steinfatt, Intercultural Communication (Waveland Press, Inc. – Illinois, 1999). Page 226.

[5] Brooks Peterson, Cultural Intelligence. Una guía para trabajar con gente de otras culturas. (Intercultural press – Yarmouth, 2004). Page 89.

[6] David Augsburger, Pastoral Counselling across cultures. (Westminster Press – Philadephia, 1986). Page 14.

[7] Cf. Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris Missio. Sobre la permanente validez del mandato misionero de la Iglesia (Rome 1999), N. 53.

[8] MS 70, 1.

[9] Cf. CC 10.

[10] Cf. EG 88, 288.

[11] Aquilino Bocos Merino CMF, “La Obligada Via de la Interculturalidad”. Charla a la Conferencia de Claretianos de Europa (CEC). Buckden Towers, England, 11 Dec. 2000.