Canadá. Desde Montreal, donde se encuentra estos días el Superior General, P. Josep M. Abella, se ha dirigido en una carta al Superior Mayor y a todos los misioneros Claretianos de Chile nada más tener noticias del terremoto que han padecido las diferentes comunidades claretianas.
Traemos aquí el texto íntegro de dicha carta:
Montreal, 27 de febrero, 2010
R. P. Agustín Cabré, cmf.
Santiago de Chile
Estimado Agustín y hermanos claretianos de Chile:
Con verdadera angustia y preocupación escuché esta mañana las inquietantes noticias sobre el fuerte terremoto acaecido en Chile la noche anterior. Los datos se iban agravando a medida que pasaban las horas. El número de personas que perdieron la vida y los daños materiales provocados por el terremoto nos dejan sumidos en el dolor. Cuando pensamos en el dolor de los familiares de quienes han muerto a causa del terremoto o en la desesperación de tantas personas que han perdido en un instante lo que fueron construyendo con el esfuerzo de muchos años o de toda su vida, se nos llena de tristeza el corazón. A todos ellos va nuestra solidaridad y la promesa de nuestra oración.
Después de intentar, sin éxito, ponerme en contacto telefónicamente con el Superior Mayor de la Delegación, él mismo se adelantó a informarme de la situación de todos vosotros y de vuestros familiares. Gracias a Dios no ha habido que registrar ninguna desgracia personal, aunque queda un tremendo dolor ante la situación de tantas personas. Sí que hay que lamentar daños muy notables en el templo de Curicó y, de menor grado pero siempre importantes también, en la Basílica de Santiago. Me dice el P. Cabré que el templo grandioso de Linares, recientemente entregado a la Diócesis, ha sido destruido por el terremoto. También se habla de daños importantes en diversas estructuras claretianas de Temuco. Todo ello es fuente de preocupación y nos está llamando ya a la solidaridad.
Quiero deciros que nos sentimos todos muy cerca de vosotros y de vuestro pueblo. Miraremos de haceros sentir concretamente esta solidaridad. Para vosotros es el momento de la cercanía a la gente y de poner al servicio de quienes lo necesitan todo lo que podáis. Éste es el único modo de anunciar el Evangelio en este momento, ayudando a la gente, a través de gestos concretos de amor y solidaridad, a redescubrir el amor de Dios que no abandona nunca a sus hijos. Sed generosos en vuestra entrega. Desde las distintas instancias de la Congregación procuraremos ayudaros.
Le he pedido al P. Agustín Cabré que me mantenga informado sobre la situación.
Que el Señor os haga instrumentos que acerquen a muchos a la experiencia de su amor. Al Corazón de María confío vuestro dolor y le pido que os llene de una gran capacidad de amar para que podáis ser siempre constructores de esperanza.
Un abrazo fraterno,
Josep M. Abella, cmf.
Superior General