Esteban era de origen judío. El vocablo esteb significa corona. Por ello su nombre significa coronado. Dios honra su nombre coronando su vida con el martirio. Se le llama protomártir porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.
La Sagrada Escritura se refiere a él por primera vez en los Hechos de los Apóstoles, cuando fue elegido como uno de los siete diáconos. Las circunstancias de su martirio indican que la lapidación de san Esteban no fue un acto de violencia de la multitud, sino una ejecución judicial.
La fiesta de san Esteban siempre fue celebrada inmediatamente después de la Navidad para que, siendo el protomártir, estuviese lo más cercana a la del nacimiento del Hijo de Dios. Antiguamente se celebraba una segunda fiesta de san Esteban el 3 de agosto, para conmemorar el descubrimiento de sus reliquias, pero por un Motu Propio de Juan XXIII, el 25 de julio de 1960, esta segunda fiesta fue suprimida del Calendario Romano.
San Esteban es patrono de Sallent (Barcelona – España). En la iglesia parroquial de Sallent tenía una capilla construida en 1419. Claret nos cuenta en su Autobiografía que el primer sermón que hizo, después de ser ordenado presbítero, fue el panegírico del santo Patrón de la población (cf. Aut 103). Al parecer, se celebraba allí la fiesta de san Esteban el 13 de septiembre de 1835.
En particular san Antonio María Claret menciona a san Esteban cuando narra, en la Autobiografía, su experiencia de victoria sobre la tentación contra la castidad. Después, en su ordenación de diácono, en 1834, entendió aquella presencia de san Esteban, no solo como patrono, sino como modelo de identificación vocacional que le mostraba su futura misión de vencedor de los poderes del mal. Más aún, san Esteban le indicaba que su lucha no sería ya solo contra la carne, sino contra todo mal.