Fecha: 23 de Junio – ESTUDIANTE PEDRO MARDONES

El estudiante claretiano Pedro Mardones Valle nació el 24 de agosto de 1914 en Vallejuelo, un pueblecito situado en el Valle de Mena, en la provincia de Burgos (España). Sus padres, Miguel y Sebastiana, eran labradores. Catequizado por su madre, Pedro mostró gran afición a la Eucaristía. Ningún día se olvidaba de rezar a la Patrona del pueblo, la Virgen de Cantonad, de quien era muy devoto.
Recogemos lo que dice de él la Reseña Histórica de la Provincia de Bética:
«Ante todo la heroicidad de su vocación. Amaba entrañablemente a su padre, pero encontró en él la oposición más cerrada cuando le manifestó su ideal misionero. El no del padre fue rotundo… Pero ayudado por uno de sus cuñados, abandonó la casa paterna en una noche para esconderse en la casa de Dios. Allí se presentó el alcalde del pueblo con su padre y con una pareja de la Guardia Civil. No hubo más remedio que dejar al chico donde él quería estar. Ya de postulante se imponía, sin intentarlo, por su piedad, sencillez y trato amable. Como religioso, podemos decir que todas las virtudes las llevaba de calle y a todas se entregaba con decisión y alegría. Un hombre de oración, de acendrada espiritualidad cordimariana, de sacrificio, mortificación y laboriosidad; pero sobre todo, su ascesis mortificante. Un santo. Incorporado a filas (1936), sus jefes del cuartel le profesaban un respeto tan grande que casi los maniataba para poder mandarle algo. La vida del cuartel fue para él un martirio continuado. Se escapaba siempre que podía para no perder el ritmo de clases y de estudios. Para él, el estudio era compañero inseparable de la oración. Murió devorado por el tifus. El alcalde se ofreció para ser el padrino de su primera misa. No pudo ser. La celebró en el cielo» (1, p. 771).
Su fidelidad heroica iba a quedar una vez más acreditada y definitivamente sellada en la última prueba: la enfermedad infecciosa —tifus— que fue minando su organismo hasta acabar con su vida. Postrado en el lecho del hospital de Griñón y consumido por la fiebre, el único entretenimiento de Pedro era hablar del Colegio, recordar a los hermanos de Congregación y, especialmente, dedicarse a la lectura de la Biblia.
Murió el día 23 de junio de 1937. No había cumplido todavía los 24 años de edad, pero estaba ya maduro para el cielo. Todos los que tuvieron la oportunidad de conocerlo han coincidido en el mismo juicio: «El señor Mardones era un santo».