Micaela Desmaisières López de Dicastillo y Olmedo, vizcondesa de Jorbalán, nació en Madrid en 1809. Recibió una esmerada educación acorde con su condición aristocrática pero muy pronto conoció, junto con la fe, el dolor y la humillación.
Siendo dirigida por el jesuita P. Carasa tuvo su experiencia más determinante en el hospital de San Juan de Dios de Madrid, al entrar en contacto por vez primera con mujeres de la calle, enfermas de repugnantes enfermedades venéreas. Aquella visita fue tan decisiva que le llevó a abrir una casita de acogida para aquellas desgraciadas. Esto, que fue el germen de su gran obra, le acarreó una tormenta de incomprensiones. Todas sus antiguas amistades le negaron la ayuda y la amistad.
En 1845, en compañía de algunas conocidas, inauguró un colegio de enseñanza para estas maltratadas y prepararlas para un trabajo digno. En 1850 dejó definitivamente su elegante casa de barrio rico y se fue a vivir con ellas en una casucha miserable, recuperando su dignidad de personas e hijas de Dios. Tras años muy duros, llenos de calumnias y de grandes problemas económicos, y teniendo como único recurso la Eucaristía, nacieron en 1856 las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, gracias a la ayuda y el consejo de san Antonio María Claret. Así dejó de ser Micaela para convertirse en la M. Sacramento. El 6 de enero de 1859, festividad de la Epifanía del Señor, hicieron los votos simples Micaela y sus siete primeras compañeras. El 15 de junio de 1860 emitió sus votos perpetuos. Así se inició la lenta expansión del instituto.
El P. Claret conoció a M. Sacramento siendo ya confesor real. El santo favoreció a ella y a su instituto espiritual y materialmente. Incluso retocó sus Constituciones para conseguir su aprobación. Ambos santos padecieron también grotescas calumnias vertidas en la más infame propaganda.
Afectada mortalmente por el cólera, el 24 de agosto de 1865, la M. Sacramento murió en Valencia, adonde había acudido para ayudar y consolar en la epidemia. Así hizo de su vida misma una perfecta Eucaristía: comunión con Cristo dando la vida por los más necesitados. La heroicidad de sus virtudes fue proclamada en 1922. Pío XI la beatificó el 7 de julio de 1925 y la canonizó el 4 de marzo de 1934. San Antonio María Claret quedó vinculado a M. Sacramento y su obra como patrono del Instituto por ella fundado.