Izabal, Guatemala. Una vez más, cerca de nueve mil personas han iniciado el éxodo de tierras hondureñas. La realidad de precariedad económica extrema que enfrenta gran parte de la región centroamericana se ha agudizado en los últimos meses, tanto por la crisis económica que ha resultado de la pandemia de COVID-19, así como por la devastación causada por los huracanes Iota y Eta. Aunado a ello, la población se encuentra amenazada por un clima de violencia generalizada, desempleo y la creciente represión estatal.
En los días que ha ido avanzando la caravana, a lo largo del territorio hondureño y guatemalteco, ya se ha encontrado con situaciones de tensión y desconcierto. La crisis tiene alcance regional, en tanto que el flujo migratorio causa reacciones diversas en los países que los migrantes transitan o esperan llegar.
Entre las personas que integran la caravana hay muchos menores de edad y adultos mayores. Incluso hay familias enteras que han optado dejar su país de origen, al haberlo perdido todo. La mayoría de las personas pasan hambre y no saben dónde dirigirse para pernoctar o en qué lugares pueden recibir ayuda sanitaria o civil. No obstante, la Iglesia trabaja en unidad y colaboración, a través de las Casas de Migrantes de Guatemala y México, así como a través de redes de solidaridad de la Vida Religiosa y la sociedad civil.
Nuestros hermanos de la Provincia de Centroamérica, específicamente en la comunidad de Semají, Izabal, Guatemala, también forman parte de esta red solidaria que acoge y ofrece ayuda, alimento y albergue a los hermanos y hermanas migrantes. «Conmueve ver a los niños empapados por la lluvia y con llagas en los pies», comentaba nuestro hermano P. José Abel Carbajal Calles, cmf, miembro de dicha comunidad, que, junto a los demás hermanos y miembros de la parroquia, atiende a varios grupos que logran evadir los cercos militares con el firme propósito de llegar a la frontera y poder cruzar a México.
Ciertamente preocupan las medidas de «estado de prevención» emitidas por los gobiernos y las acciones de la policía que trata de dispersar a los migrantes, incluso utilizando la violencia e irrespetando los derechos de las personas. No obstante, nuestros hermanos siguen uniéndose al llamado para que cada gobierno de la región, frente a las caravanas del éxodo centroamericano, puedan garantizar sus derechos y atender las necesidades humanitarias.
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