Barcelona, España. El cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en representación del papa Francisco, ha presidido este sábado por la mañana, 21 de octubre, en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona la beatificación de 109 mártires Claretianos. Esta es la primera beatificación que se hace en la Sagrada Familia, desde que fue consagrada en 2010. También es la beatificación más numerosa de mártires de una sola congregación religiosa.
En la celebración en la Basílica de la Sagrada Familia han asistido 3.000 fieles, y han concelebrado treinta obispos de todo el mundo y más de 300 sacerdotes. El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y el Padre Superior, P. Mathew Vattamattam, han sido los concelebrantes principales.
La homilía del cardenal Amato ha empezado recordando con el grito de “No tenemos miedo” que se escuchó en las calles de Barcelona tras los atentados en agosto: “El terrorismo quiere infundir miedo, pero el pueblo responde con una sola voz: ‘no tenemos miedo’”. Es un muestra de cómo “el hombre tiene vocación a la vida y no a la muerte, al amor y no al odio”.
Amato ha recordado que las persecuciones de los cristianos han estado presentes desde la época romana y que continúan hoy en muchos países. Todos son una muestra de que “nada puede separarnos del amor de Dios” y de cómo “el amor siempre vence al odio”. En este caso, ante “la epidemia de muerte y destrucción los 109 claretianos reaccionaron con la eficaz arma del amor y del perdón. No tuvieron miedo ” y son “109 testigos heroicos del Evangelio “
“La única venganza cristiana es el perdón a los enemigos, no proponer el odio sino la eterna ley cristiana del amor”, ha remarcado el cardenal. “Nos conforta la fortaleza y dignidad de todos los religiosos que asesinaron; ninguno adjuró de su fe” porque “no tenían miedo y demostraron al mundo que el bien vence al mal”.
Entre los asistentes, había más de un millar de familiares de los 109 mártires y representantes de las poblaciones de origen, entre ellos una docena de alcaldes. De los nuevos mártires 73 son nacidos en Cataluña, 14 en Navarra, 4 en Huesca, 5 Burgos, 2 en Logroño, 2 en Palencia, 2 en Zaragoza, 2 en Teruel, 1 en Álava, 1 en Cádiz, 1 en Madrid, 1 a Valencia, y 1 de Auch (Francia).
En los actos de beatificación han asistido claretianos de todo el mundo, entre ellos catorce obispos Claretianos. Nigeria, Guinea Ecuatorial, México, Cameron, Honduras, Panamá, Colombia, Venezuela, India, Sri Lanka, Bolivia, Argentina, Chile, Perú, Estados Unidos, Filipinas, Canadá, Corea y Indonesia son algunos de los países en que fueron representados en la beatificación. También fueron presentes los Claretianos de toda Europa y los representantes de los organismos de coordinación internacionales de los Misioneros Claretianos de los cinco continentes y del gobierno general.
Además de los obispos claretianos de todo el mundo, también han concelebrado los obispos catalanes y de otras diócesis de España a las que estaban vinculados los 109 mártires, los abades de Montserrat y Poblet, i el nuncio Renzo Fratini. El Gobierno de la Generalitat de Catalunya ha sido representado por la consejera de Gobernación, Administraciones Públicas y Vivienda, Meritxell Borràs, en representación del presidente de la Generalitat.
Al principio de la eucaristía se ha celebrado el rito de beatificación que proclama los 109 mártires e inicia el culto público a los nuevos beatos. El cardenal Omella ha hecho la petición pública de la beatificación y el vicepostulador de la causa, el padre Manuel Casal, ha resumido los motivos que le han impulsado: “se trata de sacerdotes, hermanos laicos y estudiantes que, en los trágicos acontecimientos de la guerra civil española de 1936 a 1939 sufrieron, en nombre de Cristo, una muerte violenta, sólo por haberse mantenido fieles a su vocación cristiana y religiosa”. El padre Casal ha remarcado que “desde lo más profundo de esta intransferible identidad, supieron ser fieles al sí pronunciado el día de su Profesión religiosa “
Tras la petición, el cardenal Amato ha leído públicamente la Carta Apostólica del papa Francisco. El texto es el reconocimiento del papa a la beatificación y establece el 1 de febrero como fecha para celebrar la festividad: “Concedemos la facultad de que los Venerables Siervos de Dios: Mateo, Teófilo, Ferran y 106 Compañeros, de la Congregación de los Misioneros Claretianos, testigos heroicos del Señor Jesús hasta derramar su sangre, de ahora en adelante sean llamados Beatos y se pueda celebrar cada año su festividad, en los Lugares y según los modos establecido por el derecho, el día 1 de febrero “.
La imagen de los nuevos beatos y la exposición de sus reliquias, son el momento más relevante de la ceremonia. Es la manera en que por primera vez se hace un culto público a los nuevos beatos.
Tras la lectura de la Carta Apostólica, ha llegado el momento más emotivo de la celebración en el que se ha descubierto en el altar un gran icono de los mártires con el canto “Christus vincit” y aplausos. La imagen es una representación simbólica de los 109 mártires en el que el centro es el Corazón de María, la Virgen, centro también de la espiritualidad claretiana.
La autora del icono es Laura Alberich, una pintora que hace reproducciones de imágenes románicas sobre madera utilizando la misma técnica que utilizaban los monjes en la Edad Media. En las ceremonias de beatificación se acostumbra a hacer una imagen de la persona beatificada. En este caso, Laura Alberich no ha reproducido los 109 mártires sino que la ha adaptado a las representaciones icónicas de los claretianos, como son las llamas. Las llamas indican como Sant Antoni Maria Claret pedía a los misioneros que “quemaran en la caridad”.
Las siete llamas más grandes representan las siete comunidades en las pertenecían los mártires: Cervera – Mas Claret y Solsona (60), Barcelona (8), Sabadell (8), Lleida (11), de Vic y Sallent (15) Castro Urdiales en Santander (3) y de Valencia (4). Sólo aparece la imagen de los 3 beatos que encabezan la causa y la del padre Claret, obispo y fundador de la congregación.
Justo después de la proclamación, se ha iniciado una procesión con arqueta que contenía las reliquias de algunos de los mártires. La arqueta se ha situado al lado del altar presidiendo la celebración.
La mayoría de restos de los mártires ha sido agrupandos en el Panteón que tienem los Missioneros Claretianos en el Cementerio de Cervera. Un grupo importante sigue reposando en el cementerio de Lleida en una fosa común donde fueron enterrados con otras víctimas de la Guerra. También hay otros mártires enterrados en la cripta del templo sepulcro de Sant Antonio María Claret en Vic, y en otras iglesias en Sallent, Solsona y en Tàrrega, donde está el mausoleo del hermano Saperas. En otros casos, aunque hay testigos de su muerte, no se conserva ningún resto, bien porque sus cuerpos fueron abandonados o bien, como en el caso del Mas Claret, porque fueron quemados.
Al finalizar la celebración, el cardenal Omella y el padre Vattamattam han pronunciado unas palabras de agradecimiento, dirigidas también al papa Francisco por haber aprobado la beatificación.
El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, destacó que los mártires “fueron testigos de firmeza en la fe, de perdón, de amor a Jesucristo y a la Iglesia, de reconciliación en unos tiempos convulsos y de esperanza en la vida eterna (…) ojalá supiéramos acogerlo y vivirlo en nuestras propias vidas y en este momento de nuestra historia.”
El cardenal Omella también pidió “el testimonio de estos testigos valientes y humildes, que mueren perdonando e implorando la paz para el mundo, nos ayuden a vivir generosamente nuestra fe, también en estos momentos de nuestra historia. Que nos ayude el Señor a ser portadores de paz, de reconciliación, de amor y respeto a todas las personas, favoreciendo siempre ámbitos de diálogo, de conocimiento mutuo y de entendimiento”.
l último agradecimiento lo ha hecho el Padre General. Ha presentado los nuevos beatos como ejemplos de alegría: “La alegría del Evangelio es un don la fe cristiana. Nuestros misioneros, a pesar de los sufrimientos, murieron con alegría”. Y explicó que “hoy nos alegramos con ellos porque fueron fieles hasta el fin” y porque “nos muestran el camino de la fidelidad al Evangelio”.
“Los mártires existen y nos recuerdan que la verdadera fe se mide por la capacidad de dar la vida por los demás”, afirmó Padre Mathew para pedir que su testimonio sea semilla de nuevos misioneros.
El Padre General ha agradecimiento especialmente al cardenal Omella la acogida en la diócesis barcelonesa para celebrar estas beatificaciones, así como la colaboración generosa de la Sagrada Familia en la organización.
Los 109 mártires fueron asesinados a causa de la fe y de la condición de religiosos al inicio de la Guerra Civil, la mayoría en Cataluña. En las celebraciones se hace resaltado la reconciliación y el testimonio de los que murieron por no renunciar a su fe y ofrecieron el perdón.