“Jesucristo instituyó el Santísimo Sacramento para poder quedarse hasta la consumación de los siglos. ¡Qué amor! Por amor y gratitud debemos asistir a la misa, visitar el Sacramento y recibirlo en la comunión con fervor. Amor con amor se paga”. Reloj de la pasión, en EE p. 198
AMOR CON AMOR SE PAGA
El profeta Isaías ve la presencia de Dios en medio de su pueblo mediante el Emmanuel; para el evangelista Mateo se cumple en Jesús, el “Dios-con-nosotros” (Mt 1,23), el que nos acompañará hasta el fin del mundo (Mt 28, 20). Desde aquí debe entenderse la Eucaristía, presencia viva de Jesús: “Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19) es su llamada a que celebremos esa su presencia entre nosotros. Así lo vive Claret en su espiritualidad fuertemente eucarística, que comenzó en la infancia y tuvo su cenit en la “gracia grande” de la conservación continua de las especies en su pecho (Aut 694).
El encuentro humano en profundidad conduce al conocimiento mutuo y al amor. La presencia en amor es la más plena. La Eucaristía es para nosotros presencia viva de Jesús sólo si vivimos una relación de intimidad con él a través de conocimiento y amor. El P. Claret describía así ya su experiencia de la niñez: “yo solito me las entendía con el Señor… ¡Con qué confianza y con qué fe y amor hablaba con el Señor, con mi buen Padre!” (Aut 40). Y, ya de mayor, dirá que de la presencia de Jesús Eucaristía tiene que retirarse siempre “con violencia” (Aut 767).
Claret habla del “fervor” eucarístico; la palabra significa etimológicamente “hervor”: algo relacionado con calor, fuego, pasión, “efervescencia”… Será la consecuencia de haber experimentado en la Eucaristía esta presencia y entrega amorosa de Jesús; será el natural reconocimiento por habérsenos dado y haberse quedado con nosotros. Las manifestaciones de ese fervor pueden ser variadas: desde las estrictamente cultuales (la misa con comunión, visita de adoración…) hasta el encendido ejercicio de caridad para con los hermanos, reflejo del amor de Jesús.
¿Cómo es nuestro amor y reverencia al misterio eucarístico? ¿Tenemos experiencia de adoración silenciosa ante la presencia sacramental? ¿Qué predomina en tu comunión, el silencio contemplativo o el diálogo con el Señor presente en ti?