México. Empezamos nuestra jornada colocando a los pies de Santa María Guadalupe nuestras vidas y todos los sueños de CICLA. Todos los 26 participantes concelebramos en el majestuoso santuario, el p. Alejandro Cerón, superior provincial, presidió la Eucaristía y le pidió a María en la homilía que todos nosotros como CICLA y como Congregación estemos muy animados a evangelizar, sin desfallecer y pese a todas las dificultades que este tiempo nos pueda deparar, que estemos siempre muy iluminados por Cristo Resucitado para crear un mundo distinto.
Este día nos permitimos
visitar las pirámides del Sol y la Luna en Teotihuacan, su inmenso tamaño, sus innumerables secretos y su perfecta arquitectura, cuánto trabajo, cuántas manos, cuánta fe se necesitó para alzarlas del plano de la tierra a las alturas del cielo.
El P. Clodomiro Siller estuvo con nosotros en todo el recorrido dándonos a beber de su sabiduría acerca de estas respetables civilizaciones, él lo hacia con tanta propiedad como si fuese él mismo quien viviera en aquellos siglos antes de Cristo. Es curioso que de estas culturas poco se sepa, ya que estas grandes ciudades fueron extrañamente abandonadas y muy pocos restos humanos se encontraron allí, en parte, porque tenían la costumbre de quemarlos.
Llama la atención que el color amarillo, las flores y otras figuras que hacen alusión a la mujer, tengan un puesto primordial dentro de toda la simbología indígena, lo femenino es lo que le daba vida y sentido a la toda la civilización, y sin lugar a dudas todavía es así, auque muchas veces no lo reconocemos. Los colores rojos hacen mención a la divinidad, como el verde al agua y el blanco al hombre, el tigre, el sol, la luna y las estrellas entre otras son disfraces que usaban los dioses para hacerse visibles o para enfrentarse en las peleas.
El respeto por la creación, la conservación del agua, la fina arquitectura, la astronomía, la matemática, la astrología y sentido de lo sagrado del servicio, del amor, de la mujer, de la familia y de las diversas culturas hicieron que estas civilizaciones junto con los Mayas tuvieran tanta prosperidad y sabiduría como pocas en la tierra y que nos invita a que en nuestras culturas las descubramos y las tengamos en cuenta.
Fue emocionante estar en lugar así, en verdad se siente una energía fuerte y enaltecedora, en el rostro de los misioneros, a pesar del fuerte sol, la sequedad y el cansancio, se miraba el asombro, la alegría, la curiosidad y el respeto no solo por las monumentales obras arquitectónicas, sino también el respeto y la admiración por nuestros pueblos aborígenes.
Al final de la tarde y habiendo almorzado de nuestras loncheras en aquel santuario indígena, regresamos a la casa para descansar, ver una película o simplemente charlar. Lamentamos que el P. Agustín Cabré no haya podido disfrutar en todo su esplendor la salida, pues le estuvo molestando la presión alta.
