Vic, España. El curso 2011 de la “Escuela de Formadores Corazón de María” ha concluído sus actividades el 24 de junio. El curso que había iniciado sus actividades el pasado 5 de abril, fue clausurado con la celebración de la Eucaristía, tenida en la Capilla de la Cripta de San Antonio Ma. Claret de nuestra Casa madre de Vic.

La celebración fue presidida por el P. Mathew Vattamattan, contando con la participación de los formadores de esta generación y de los coordinadores del Curso.

El objetivo general de la “Escuela del Corazón de María” es: ‘Formar a los formadores’ de la Congregación en los elementos carismáticos y formativos propios de nuestra Congregación en orden a capacitarlos para acompañar a los formandos en el discernimiento y crecimiento vocacional.
Se trata de una experiencia que contribuye a la profundización en los contenidos carismáticos de nuestra rica historia congregacional. Todo orientado al mejor acompañamiento de los formadores a los formandos, en un proceso integral, gradual y transformativo de la persona.

Durante el Curso se han tenido distintos talleres. Partiendo de la exposición de algunos contenidos fundamentales, así como de la presentación de materiales y recursos pedagógicos, se ha ido pasando al trabajo personal, conectando con la propia vivencia y experiencia vocacional, sin faltar el intercambio con los compañeros y el estudio grupal.

Cada núcleo de temas ha durado aproximadamente una semana. Allí se han detectado los temas que debe ser tenidos más en cuenta en la formación y el modo de hacerlo, tomando en cuenta la propia experiencia, las necesidades de cada lugar y la diversidad de culturas.

Se ha buscado integrar la reflexión con la oración, teniendo presentes los elementos esenciales de nuestro carisma: la Palabra, María y la Eucaristía, en ambiente de acompañamiento y de diálogo en pequeños grupos.

El curso también ha contemplado la vista a lugares significativos de la vida del P. Claret y de la Congregación: Vic, Sallent, Barbastro, Fontfroide, Barcelona, y no ha faltado el contacto con otros claretianos que han ayudado a los formadores a “beber desde la fuente carismática congregacional”.

El encuentro entre claretianos de distintos países, continentes y culturas, ha contribuído a experimentar la riqueza de la universalidad de la congregación.