APROVECHAR EL MOMENTO
El celo apostólico de Claret le hacía aprovechar cualquier momento, por breve que fuera, para predicar, aconsejar, escribir… Es la “prisa” evangélica de quien se siente abrasado por el amor a Dios y a los hermanos. Hay quien encuentra siempre excusas para no comprometerse o para retrasar su entrega. Ya había dicho el filósofo griego Platón: “No hay nunca viento favorable para quien no quiere navegar”.
Pero Claret es de los que quieren navegar siempre, aprovechando la más elemental brisa que pueda mover la vela. En agosto de 1857, casi recién llegado a Madrid, escribía a un amigo: “yo veo llegar una grande y horrorosa tempestad, que estallará antes de un año. Yo voy aprovechando todas las ocasiones; ya habrá visto las disposiciones que se han dado, por instancia mía, contra la blasfemia, impureza, etc” (EC II, p. 1396).
Hoy nos encontramos a veces con cristianos -seglares, religiosos o sacerdotes- que desisten de su compromiso apostólico porque: “… No vale la pena…; la sociedad está demasiado secularizada… Somos demasiado pocos. Nos faltan vocaciones. Tengo que cuidar mi salud. Me falta preparación. No sé cómo responder… Total no sirve para nada, es tiempo perdido…”. Y, efectivamente, mientras tanto se pierde el tiempo. En realidad, lo que hay es falta de celo apostólico, de pasión misionera… o está mortecina.
¿Soy capaz de arriesgar mi vida por el bien de otros? ¿La vivo como un don que Dios hace en mí a los hermanos? ¿No será que me dejo llevar por la pereza, porque hay otras cosas que me impiden dar todo lo que yo podría dar?