“En nuestra cultura digital una imagen vale oro.”
Esta puede movilizar o entretener, inspirar o distraer, emancipar o colonizar. El fotógrafo puede subrayar, destacar, informar a través de ciertos aspectos de la imagen.
Y elegimos/deseamos/optamos que nuestro lugar sea el de los empobrecidos de nuestra sociedad, de los marginalizados, de las victimas del sistema. Optamos por ese lugar porque creemos que la historia se renueva desde abajo. Porque creemos que es el lugar desde donde Dios habla y renueva la historia.
La fotografía es para nosotros una manera de rebelión que nos permite mirar desde otros lugares. Nos vincula directamente con los habitantes de un contexto particular, en una lucha o propuesta emancipadora especifica. Ya sean marchas contra ajustes económicos de las corporaciones, reclamos ante abusos policiales y estatales, misiones populares que llevan una palabra de fraternidad y encuentro, acontecimientos que decontruyen la “historia única”.
La fotografía convertida en vehículo para plasmar las subjetividades humanas se transforma en un medio capaz de conducir mensajes de las preocupaciones colectivas, es decir, de las inquietudes sociales. Posibilidad para la documentación de las condiciones y del medio en el que se desenvuelve el hombre, de problematizar nuestras prácticas, de desnaturalizarlas acompañada por el compromiso concreto del mejoramiento integral de la persona y la comunidad.
Ezequiel Takaya, CMF y Alejandro Peñalva (Argentina)
Ezequiel (33) es estudiante claretiano de la ciudad de Córdoba Capital, vive en la comunidad Rohel Gallardo. Alejandro (18) es un joven de la comunidad San Antonio María Claret, participa en diversas actividades pastorales y misioneras.