LA MADUREZ SE TRADUCE EN EQUILIBRIO
Es una buena propuesta que puedes hacerte para hoy. Estamos muy preocupados por conservar el aspecto, el cuidado externo… Como Claret, proponte conservarte en la serenidad, la ecuanimidad. Y tendrás, sin duda, un buen aspecto. Lo notarán todos aquellos con los que hoy te encuentres. Incluso aquellos que terminarán colmando tu paciencia. No dejes que la realidad te pueda; sé tú dueño de ella.
¿Será esto posible? ¿Conservar siempre el mismo humor, y un humor bueno? Mira que hay días con “motivos” para la ira, impaciencia, tristeza. A veces, sin salir de casa. No digamos con las manos al volante o en el trabajo. ¿Cómo no dejarme dominar por la ira después de la ingratitud o si me han maltratado? ¿Cómo no sentir la impaciencia en medio de tanta preocupación y sin saber los resultados? ¿Cómo no llenarme de tristeza después de lo que ha pasado?
Con facilidad el transcurso del día y de la vida nos va vistiendo de ira, impaciencia y tristeza. Y nuestro aspecto se va volviendo deplorable. También hay días en que tiramos la casa por la ventana, que no cabes dentro de ti, que la euforia no te deja ver el sufrimiento de los demás, que no reparas en gastos o que atropellas el diálogo con la falta de escucha por tenerlo todo claro y fácil el consejo.
¿Podrá ser de otra manera? Proponte conservarte en el amor y tendrás el mismo humor. Ya sé; lo has intentado y has fracasado, superó tus fuerzas. Claret nos propone mirar a Jesús, acordarnos de Él. Mirar a Jesús hasta aprender de Él. Tener un mismo corazón con Él, sentir como Él. Levantar la mirada y el corazón a Dios y a los hombres y mujeres de Dios, encabezados por María y José.
Sin lugar a dudas ellos pasaron por problemas, situaciones difíciles, sufrimientos, incomprensiones, compromisos, persecuciones. Es posible conservarme en la paz si mi corazón, mis raíces, mi mirada permanecen en Dios y en sus testigos.
¿Qué situaciones te descentran de la serenidad y te llevan a la deriva de la ira, la impaciencia, la tristeza o la euforia desmedida? ¿Cómo conservarte en la serenidad? Te invito a orar conmigo: Padre, que la ira, la impaciencia y la tristeza no sean en mí más fuertes que tu amor.