DISCRECIÓN EN LA GENEROSIDAD
El dinero es un elemento importante en la vida, que nos permite acudir a las propias necesidades y a las ajenas. Jesús no estuvo en contra del dinero; Él y su grupo de los discípulos tenían su economía común, apoyada a veces por simpatizantes acomodados (cf. Lc 8,3). Al parecer, Judas era el encargado de la administración; pero no se le critica por administrar, sino por “aprovecharse” (cf. Jn 12, 6).
Lo que Jesús critica siempre es la idolatría del dinero; hacer de él el centro de la vida, el “dios” al que servir y por el que vivir obsesionados (cf. Mt 6,19-21.24-34). No olvidemos que el ideal de la comunidad primitiva de Jerusalén, después de Pentecostés, no fue el no tener, sino el compartir, de modo que a nadie faltase lo necesario (cf. Hch 2,44-45; 4,32-37). El cristiano no está en contra de los bienes, sino de las injusticias, desequilibrios, corrupciones… Los creyentes no estamos a favor de la pobreza, sino de los pobres, y con el deseo de ayudarlos a superar esa situación.
El P. Claret manejó mucho dinero; no hay por qué disimularlo. En la época de Madrid tenía dos buenos sueldos: de confesor real y de arzobispo dimisionario de Cuba; y pudo haber tenido dos más, a los que renunció: el de presidente del Escorial (cargo que ejerció con muchísimo trabajo y disgustos) y el de Senador (cargo que no aceptó, por su aversión visceral a la política). Él llevó una vida superaustera, pero a veces reclamaba sus rentas para sostener las actividades encomendadas y poder dar limosnas en abundancia. Sin embargo, dada su posición, era inevitable que estuviese en el punto de mira de los malintencionados, que difundieron bulos sobre sus “riquezas”. Fue otra de las formas de persecución. Por ello, discretamente, prefiere que su economía esté en manos de otros y así su misión apostólica no quede enturbiada por ese tipo de motivos.
¿Qué papel juegan el dinero, y en general los bienes materiales, en mi vida concreta? ¿Cuál es mi actitud frente a los pobres de nuestra sociedad?