PROTECCIÓN DE MARÍA
Claret se sintió muy protegido por “María Santísima” (así dice él casi siempre) en todo su vivir y en varias situaciones de peligro. Lo cuenta él y enumera gracias y favores obtenidos de María, en los que se ve cómo se sentía amado por la Virgen María, y con qué intensidad la amó él desde niño.
Son muchas las devociones marianas que practicó Claret, las oraciones marianas que escribió y los grupos marianos que fundó; a todos aconsejaba el amor a María. Y junto a todo eso, vemos excelentes intuiciones de Claret sobre María. La contemplaba como “Hija del Padre, Esposa del Espíritu y Madre del Hijo”. La veía como la Mujer del Apocalipsis en lucha contra el mal, y localizó esa lucha en el “Inmaculado Corazón de María”. Claret celebró con alborozo la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción y pidió a Pío IX que promulgase también el de la Asunción (lo haría Pío XII en 1950). María era para Claret “la mejor imitadora de Jesús”…
Esa fecunda vena mariana y cordimariana de Claret nos orienta y señala el lugar y la activa presencia que debe tener la figura de María y su Corazón en nuestra espiritualidad cristiana.
Debemos ‘liberar’ a María en nuestra Iglesia del olvido de muchos cristianos, y también del endiosamiento exagerado de otros muchos. Para eso, revisemos cada uno de nosotros el lugar que ocupa María en nuestra vida cristiana, y preguntémonos:
¿Acaso no es “María del Evangelio” el mejor modelo de oyentes y servidores fieles de la Palabra de Dios, para todos los discípulos y discípulas de Jesús?