PERDÓN GENEROSO
El autor del atentado que sufrió el arzobispo Claret en Holguín fue condenado a muerte. Pero es interesante conocer los detalles precedentes y los que siguieron a este hecho. Resulta que había sido el mismo Claret quien había intercedido por él un año antes –sin conocerle, pero por ruego de sus familiares– para que le libraran de la cárcel en donde se encontraba. Una vez libre, el facineroso tramó el atentado contra el arzobispo y lo llevó a cabo. Después del atentado, condenado a muerte, alcanzó también el indulto de la pena de muerte gracias a la intervención de Claret y fue enviado al presidio de Ceuta (al norte de África), para cumplir una condena de diez años.
El arzobispo Claret otorgó su perdón sin condiciones a quien había querido matarle. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, dijo Jesús en la cruz. Claret, identificado con Jesucristo, concedía su perdón sin restricciones a este hombre que atentó contra su vida, y a tantas otras personas que lo odiaban y lo calumniaban sin otra razón que la de ser un hombre de Dios entregado sin tregua a la causa del Evangelio.
Seguramente no todos hemos recibido una cuchillada en el rostro, como el arzobispo Claret. Pero todos hemos experimentado el filo de alguna daga que nos partió el corazón: una ingratitud, un insulto, un olvido, una calumnia, una infamia. Son los dolores del alma con los que hemos de aprender a convivir: no para que sean una herida abierta, sino una herida superada. Y esa superación no se realiza por el olvido de la ofensa (eso sería negar la memoria, que es don de Dios), sino por la generosidad del perdón. Vivir sin rencor es uno de los secretos para vivir feliz, a pesar de ciertos recuerdos amargos.
¿Consigues perdonar siempre, de corazón, a quienes te han ofendido?