ECUANIMIDAD
Es normal que las diversas circunstancias, situaciones y relaciones que vivimos cada día nos provoquen estados de ánimo diferentes. A una noticia que nos pone muy contentos, puede seguir una crítica recibida de un compañero que nos deja furiosos o deprimidos; y a continuación puede venir un pequeño éxito en el trabajo, que, a la vez que nos alegra, nos va a exigir más responsabilidad…
Claret escribe este propósito en un momento crítico de su vida: en vísperas de su consagración episcopal. En el último año ha tenido que hacer serios discernimientos, pues este nombramiento le obligaba a marchar a Cuba abandonando dos creaciones recién logradas y cuyo futuro veía en peligro: la editorial “Librería Religiosa” y la Congregación de Misioneros; de entrada rechazó el nombramiento de arzobispo, pero acabó aceptando por obediencia. Durante el invierno 1849-50 tuvo que operarse de una rodilla, lo que le obligó a casi dos meses de inactividad, a él ¡un hiperactivo! Ahora se encontraba con los preparativos inmediatos a su consagración y viaje a la desconocida Cuba… Realmente no es el mejor momento para la tranquilidad, todo favorece el nerviosismo… De ahí el propósito; a cada enfermedad su medicina.
Dios nos ha hecho sensibles, y eso es muy positivo, pero nos conviene aprender a no dejarnos llevar sólo por la sensibilidad, pues, de esa suerte, iremos dando bandazos de un lado para otro a merced de los acontecimientos que vayan sucediéndose.
Necesitamos poner en marcha otras capacidades que tenemos los humanos, como la voluntad y la razón, que nos permiten conseguir una serenidad y una confianza básica, a prueba de euforias o depresiones excesivas. La confianza de saber que Dios nos acompaña siempre y el testimonio de Jesús y de los santos nos pueden ser de gran ayuda, sobre todo en los momentos de mayor perplejidad.
¿Reconocen los demás en mi a una persona sensible, pero serena y confiada?