El año del bicentenario del P. Clotet ha estado marcado por una gran actividad entorno a su figura. El P. Juan Carlos Martos CMF, Director del Centro de Espiritualidad Claretiana (CESC), ha compartido sus reflexiones sobre el legado del P. Clotet y el significado en este año de celebración. El CESC ha dedicado una sección especial en su página web al aniversario y se han celebrado numerosos actos en todo el mundo para conmemorar su vida y su obra.
El Superior General de los Misioneros Claretianos, P. Mathew Vatamattam, también publicó una circular destacando la importancia del P. Clotet y el impacto de sus enseñanzas en la comunidad claretiana. El P. Juan Carlos ha accedido amablemente a responder a algunas preguntas para ayudarnos a comprender mejor el significado en este año del bicentenario.
1. ¿Cómo era el P. Clotet? ¿Su carácter o personalidad?
Clotet abrazó su vocación desde su propia identidad personal. Fue hombre más de interioridad, tímido pero no apocado, cuidadoso en sus obligaciones, trabajador infatigable, observador y a la vez atento no solo a sus agitaciones y mociones interiores, sino también a las personas a las que encontraba y realista en las circunstancias no fáciles que le tocó vivir: exilios, pobreza, incomprensiones, etc.
2. ¿Cuál ha sido su influencia y legado para las generaciones futuras en la Congregación?
Su mejor y más honda aportación ya la dejó registrada el papa san Juan Pablo II al declararle Venerable en estas certeras palabras: “Su misión en el Instituto se puede resumir así: firme defensor de la vida interior en un Instituto intensamente apostólico”. Clotet, sin dejar jamás de sentirse misionero, subrayó el lado contemplativo de la vida claretiana, que es inseparable del apostólico, pero que suele ser el más debilitado.
En el imaginario congregacional a pesar de no ser muy conocido, la estela que proyecta el P. Clotet es la de una persona bondadosa y acogedora, fiel y fiable, amante de la Congregación hasta emocionarnos, formador insustituible de las primeras generaciones de misioneros Hermanos y un místico de la presencia de Dios. Habría, no obstante, que matizar con más rigor opiniones sobre su propensión hacia los escrúpulos o su influjo más monacal que apostólico durante sus estancias en centros formativos y otras cosas conocidas. Esos aspectos habría que cotejarlos con objetividad, pero siempre a la luz del profundo amor que tuvo al P. Fundador, de quien fue cronista, y a la Congregación por la que se entregó por muchos años.
3. Actualmente se está redescubriendo su figura como pionero en el trabajo con sordomudos. ¿Cuál fue realmente su aporte en esta línea?
Esta es una original actividad del P. Clotet conocida en la Congregación, pero sin que se aprecie aún su verdadero alcance. Ayudó mucho una tesina sobre el tema del P. Manuel Segura cmf publicada en 1986 y lo viene haciendo un grupo de especialistas en la lengua de signos catalana (LSC). Clotet no fue descubridor de la misma. De hecho, en su primer encuentro en Civit con aquel sordo, éste ya cruzaba con su padre gestos que le capacitaban para comprender y hacerse comprender. El genio de Clotet fue el de aprender él mismo la LSC, codificarla después por primera vez en una sintaxis y publicarla. Se dedicó a las niñas y niños sordos no escolarizados -los más pobres-. Tuvo que aprender -e inventar también- los signos naturales, no la mera transcripción manual de las letras escritas. Y con ellos vehiculó la “transmisión del pensamiento” como acertadamente figura en el título de su primera obra pedagógica. Sus enseñanzas siguen en buena parte vigentes en la actualidad.
4. ¿Puede compartir alguna historia personal o anécdota sobre el P. Clotet que destaque su carácter, fe y compromiso con la misión claretiana?
Clotet no se contentó con catequizar a los sordos, sino que también se volcó en su promoción y ayuda. Eustaquio Belloso, claretiano de su misma comunidad, lo refiere en algunos hechos: “(…) cuando estaban enfermos los visitaba y les procuraba el bien que podía cuando lo necesitaban. A uno llamado José Serra, venido de Barcelona su hermana casada que vivía en Vich, no lo quería en su casa si no traía cama y ropa y ganaba para sustentarse. El P. le procuró cama y ropa y a su servidor me dijo que le enseñase a coser; y a los pocos días ya sabía hacer pantalones; luego lo puso en una sastrería de confianza llamada del sastre de la Yuixa, donde aprendió bastante”. Con misioneros así se formaron los nuestros.
Entrevista realizada por el P. José Enrique García Rizo CMF
Entrevista traducida del original en español.