LA CASA DE HA-MEBASSER: Fragua del mensajero de Buenas Noticias

Yo soy un mensajero de buenas noticias. Así me llamo a mí mismo. Me atrevo a llamarme así porque quiero que el mundo se llene de noticias buenas, noticias que aseguren la vida terrestre y la extraterrestre (la del cielo). Es una identidad, un ideal, y un gran sueño por alcanzar. Repito, yo soy un mensajero de buenas noticias.

Vivo en la casa del Mensajero, en la casa de ha-mebasser, donde voy aprendiendo a identificarme con el maestro de los mensajeros, el Verdadero Mensajero. Esta vez vengo con mucha pasión a presentaros la casa de ha-mebasser. Es un lugar donde se forma (la fragua) un mensajero de buenas noticias. Esta casa tiene un patio grande donde se presenta todo lo necesario para conocer y configurarse con el Maestro. Ponemos el nombre de este primer espacio como patio conocer. En él vamos comunicando con los mensajeros de la casa y su maestro. Preguntamos a ellos cualquier elemento que queremos conocer: qué es ha-mebasser, quiénes son los mensajeros y su maestro, cómo viven, etc. Todas las preguntas o las comunicaciones que realizamos en este patio tienen como objetivo para conocer tal cual las realidades, los personajes, y otras curiosidades que encontramos o queremos encontrar allí. Hacemos una comunicación para desvelar lo más esencial de la casa de ha-mebasser.

Si te sientes llamado a formar parte de la casa, tus comunicaciones y presentaciones del patio conocer deben surgir las curiosidades para entrar más en los espacios más íntimos de la casa como comedor o las salas interiores, la cocina, e incluso las habitaciones, etc. Entrando en dichos espacios íntimos significa entrar en los espacios personales de los mensajeros y de su maestro. El que se atreve a meterse hasta allí no es meramente un visitante, sino una persona que quiere participar en la vida de la casa de ha-mebasser. Por eso necesita conocer bien la casa para poder disfrutarla y amar a los que residen en ella. Este es el segundo espacio que debes entrar en la casa de ha-mebasser. Si el amor es tu motivo, te lo aseguro que la conocerás bien el ambiente interno de la casa.

Por amarla tanto te atreverás a hacer cualquier cosa buena en ella, incluso a servir al maestro y a los demás residentes. Es el tercer espacio de la casa, espacio para servir. Desde limpiar los baños, preparar la comida en la cocina, y servirla en la mesa del maestro y de los mensajeros son expresiones profundas del amor. Impulsado por el amor, una persona puede hacer cualquier cosa por el bien del verdadero amor que se experimenta en la casa de ha-mebasser. Éste es el estilo de vida de la casa de ha-mebasser.

El verdadero conocer es sin prejuicio, conocer para amar. El amor verdadero no es pasivo, sino activo que se expresa en el servir mutuamente. En esta dinámica de servicio, nos alabamos unos a otros con una actitud apreciativa que finalmente juntos podemos alabar al Maestro de la casa que posibilita todo tipo de conocer (desvelamiento), amar (el motivo de todo), y servir (el estilo de vida). Es la casa de ha-mebasser (casa: conocer, amar, servir, y alabar), el carácter interno y externo que se espera de cada mensajero de buenas noticias. Sabemos que esta casa es el ideal de San Antonio María Claret en su oración apostólica, “¡Oh Dios mío y Padre mío!, haced que os conozca y que os haga conocer; que os ame y os haga amar; que os sirva y os haga servir; que os alabe y os haga alabar de todas las criaturas” (Auto. 233)[1].

En este artículo propongo la casa de ha-mebasser como camino (método: met-hodos), objetivo, e ideal del mensajero de buenas noticias. Para ser un mensajero, uno debe conocer y amar la Palabra de Dios como Buena Noticia. Después de que la conozca y la ame, empiece a servirla para que todo el mundo alabe al Padre, fuente de todas las buenas noticias. La Palabra de Dios es el mismo Jesucristo, el Mensajero de la Buena Noticia del Padre.

La Sagrada Escritura como Palabra de Dios es fuente inspiradora de un mensajero de buenas noticias. Acercarse a las Escrituras es fundamental para aprender a identificarse con el Maestro. Tal como dice San Jerónimo, “el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”[2].

Se nos han propuesto varias maneras para acercarnos a las Escrituras como Palabra de Dios: cómo leer la Biblia, cómo orar juntos con la Biblia, la famosa lectio divina, etc.[3]. Aquí propongo la casa de ha-mebasser (conocer, amar, servir, alabar) como otra manera para acercarse a las Escrituras, un tipo de fragua dónde se forma un mensajero de buenas noticias. Es un camino sencillo para que ha-mebasser (un mensajero) se configure paulatinamente con el Mensajero del único Padre.

    1. Primer paso: invitamos al Espíritu Santo. La Sagrada Escritura como Palabra de Dios es inspirada por el Espíritu Santo[4]. No es un texto o una escritura cualquiera. Lógicamente para acercarse a los pasajes del texto sagrado necesitamos ayuda del mismo Espíritu. Antes de abrir el pasaje que queremos leer, es necesario invocar al Señor que envíe su Espíritu y abra nuestro corazón para que la Palabra empape lo interno de cada persona, y así brote la semilla, crezca y dé mucho fruto (cf. Is 55,10-11)[5].
    1. Segundo paso: conocer la Palabra de Dios en su profundidad. Para entrar en este patio de conocimiento leemos el pasaje que queremos entrar pausadamente. Después de leerlo dejamos un espacio de silencio. Luego lo leemos de nuevo detenidamente cayendo en cuenta el escenario central del pasaje. Para profundizar el conocimiento sobre el texto intentamos responder algunas preguntas: qué imagen de Dios presenta el pasaje, quién es el protagonista (o antagonista) en el pasaje, qué es lo que dice y lo que hace, a quién lo dice o para quién lo hace, etc. Es sugerente que las preguntas en este espacio sean de una perspectiva apreciativa resaltando los detalles del pasaje que aportan el crecimiento, la esperanza, el optimismo, la vida, la verdadera libertad, y la salvación.
    1. Tercer paso: amar la Palabra de Dios. Conociendo los detalles importantes del pasaje podemos leerlo de nuevo saboreando las palabras o las frases que favorecen al amor que tiene Dios para con nosotros y las que favorecen a nuestro amor a los designios divinos[6]. Con el pasaje en la mano revisamos los detalles textuales o algún ambiente en el escenario del pasaje que hablan del amor de Dios para cada uno de nosotros y otras criaturas. Nos detenemos algunos minutos en los detalles textuales que nos invitan a amar más a Dios, amar más a los demás como así mismo, y amar más la naturaleza. En este paso nos puede facilitar la pregunta: qué dice el pasaje sobre el amor hacia Dios, el amor hacia los demás, el amor a la propia vida, y el amor a la naturaleza (ecología).
  • Cuarto paso: servir a Dios, a los demás, y a otras criaturas. Basando en los frutos del paso anterior (amar la Palabra de Dios) tejemos algunos compromisos de vida para servir a Dios, servir a los demás, y servir – cuidar la naturaleza (la casa común). En este paso estamos invitados a comprometernos a poner en práctica la inquietud del amor impulsada por la Palabra de Dios. Estamos invitados a mirar la realidad de la fe a Dios en nuestro alrededor, las relaciones sociales en la sociedad, y el tratamiento hacia la naturaleza. Las preguntas clave en este paso son: cómo puedo servir a Dios en esta realidad para que otros también puedan servir al mismo Dios; cómo puedo servir a la gente de mi alrededor para que otros también puedan servir a sus vecinos; y cómo puedo cuidar la naturaleza para que otros la cuiden y otras generaciones futuras vivan de ella. En este paso ya se concreta la identidad de un mensajero de buenas noticias. Después de formular los compromisos personales, en la lectura comunitaria, abrimos un espacio para que cada uno comparta sus inquietudes y convicciones concretas urgidas por la Palabra de Dios.
  • Quinto paso: Alabar a Dios, e invitar que otros también lo alaben. El último objetivo de esta dinámica de acercarse a las Escrituras no es meramente una actitud social o un compromiso ecológico, sino que el culto a nuestro Dios. La alabanza cósmica o el culto cósmico es una adoración de todas las criaturas al Padre y al Hijo en el Espíritu Santo[7]. En este paso estamos invitados a hacer una oración de alabanza o una oración de agradecimiento por todo lo que hemos recibido de Dios y por la inspiración que hemos recibido en este proceso de entrar en la casa de ha-mebasser. En la lectura comunitaria, damos un espacio determinado para que algunos del grupo puedan decir en voz alta su oración de alabanza o agradecimiento. Podemos incluir en este paso las peticiones por la Iglesia o por el mundo donde vivimos.
  • Sexto paso: envío apostólico. Todo el proceso para entrar en la casa de ha-mebasser se cierra con el acto de envío. En este paso, cada uno recoge en una lista los compromisos concretos que ha encontrado en el cuarto paso: compromiso concreto para servir y alabar a Dios, servir y apreciar a los demás, y cuidar la casa común o la ecología. Luego se cierra con la oración del Padre Nuestro. La dimensión misionera de este proceso aparece en el testimonio de nuestro conocimiento de la vida del Maestro a los demás (… y te haga conocer), testimonio del amor del mensajero (…y te haga amar), testimonio del servicio del mensajero (…y te haga servir), y el testimonio de la alabanza al Señor en la vida del mensajero (…y te haga alabar)[8].

Valens Agino, cmf

Misionero Claretiano de Indonesia – Timor Leste


[1] La oración apostólica de San Antonio María Claret es la síntesis o el esquema del procedimiento misionero y el ideal de su itinerario apostólico. La mención de estos cuatro verbos (conocer, amar, servir, y alabar) aparecen en varios números de su autobiografía. Véanse en los números 136, 152, 327, 641, 743§7, 744§8, 789§15 de la Autobiografía del Santo.

[2] Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Divina Revelación n. 25 (DV. 25).

[3] Prefectura General de Formación de los Misioneros Claretianos, Iniciación en el ministerio de la Palabra, Roma 1997, pp. 116-124. “Los pasos cómo leer la Biblia: ambientar la lectura, leer el texto en su contexto, leer existencialmente para entender la vida, lectura orante, lectura comunitaria, lectura comprometida. Orar juntos con la Biblia: invitamos al Señor, leemos el texto, nos detenemos en el texto, guardamos silencio, compartimos lo que nos ha afectado, hablamos sobre lo que el Señor nos pide, y oramos juntos. Lectio divina: invocación del Espíritu, lectio, meditatio, oratio, contemplatio.”

[4] DV. 7: “…como los Apóstoles y varones apostólicos que, bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo, escribieron el mensaje de la salvación”.

[5] Is. 55:10-11: “Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié.”

[6] DV. 25: “Lléguense, pues, gustosamente, al mismo sagrado texto, ya por la Sagrada Liturgia, llena del lenguaje de Dios, ya por la lectura espiritual … Pero no olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura, para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque a Él hablamos cuando oramos, y a Él oímos cuando leemos las palabras divinas.”

[7] Ap. 5:13: “Y toda criatura, del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar, y todo lo que hay en ellos, oí que respondían: Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y potencia por los siglos de los siglos.”

[8] Prefectura General de Formación de los Misioneros Claretianos, Iniciación en el ministerio de la Palabra, p. 124.

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