El sueño congregacional
La Congregación fundada por Claret comenzó como un gran sueño misionero en medio de muchas limitaciones. Aquel pequeño grupo de la celda de Vic es hoy una congregación multicultural llamada a hacer contemporáneo el sueño de Claret. Reunidos en Capítulo General, y movidos por el mismo Espíritu que le inspiró a él y a los primeros compañeros e impulsados por nuestro lema “arraigados y audaces”:
Soñamos una Congregación peregrina, arraigada en la fe en Jesucristo y en la espiritualidad claretiana.
Soñamos con Claret una Congregación que, a ejemplo de María, atesora en su corazón, cumple y proclama la Palabra de Dios.
Soñamos una Congregación de misioneros que compartimos nuestra vida, diversidad y recursos en comunidades configuradas por la misión y ministerios que Dios nos confía. Nos animamos y acompañamos unos a otros, como hermanos, a través de la mutua escucha, sin descartar a nadie.
Soñamos una Congregación audaz e itinerante que, enviada por el Espíritu del Señor (cf. Lc 4,18; Hch 8,28.39), sale hacia las periferias, se acerca a los jóvenes, camina con ellos y los anima a responder a la llamada de Dios.
Soñamos una Congregación que, partiendo de la animación bíblica de toda la pastoral (cf. VD, 73), evangeliza con todos los medios en misión compartida, en diálogo interreligioso y haciendo uso inteligente de diferentes medios de comunicación.
Soñamos una Congregación comprometida con la fraternidad universal (Fratelli tutti), la justicia, la paz y el cuidado de la casa común (Laudato si’). Con espíritu de sinodalidad, colaboramos con gentes de diferentes culturas, etnias y religiones para la transformación del mundo según el designio de Dios (cf. CC 46).
Soñamos una Congregación preparada para responder a los nuevos desafíos a través de un proceso formativo integral y continuado, abierto a la misión universal, según el espíritu y el carisma de nuestro Padre Fundador.