La tarde caía y en medio de la celebración penitencial de nuestra primera jornada de retiro se escucharon las palabras de perdón de la Congregación en voz del Superior General:
Señor Jesús,
Has querido la fundación de la Congregación para anunciar tu Palabra de vida y amor a todos los seres humanos. Nos has dado como fundador a san Antonio María Claret, que dio el mejor testimonio del carisma misionero como hijo del corazón de María. Él nos enseñó que nuestra única preocupación debe ser cómo seguirte e imitarte en todo y esforzarnos solamente por la mayor gloria de Dios y la salvación de la humanidad. Te agradecemos el testimonio de muchos misioneros que se entregaron para alimentar la vida de tu pueblo. Has impreso en nuestro carisma misionero la ternura del corazón de tu Madre, que fluye hacia los más pequeños y vulnerables de la sociedad.
Sin embargo, hemos fallado a la hora de estar vigilantes para proteger a los pequeños confiados a nuestro cuidado de las pasiones y deseos desviados de algunos de nuestros hermanos. Hemos fallado a la hora de mantener la ternura de nuestros corazones que nos capacita para escuchar el clamor de menores y adultos vulnerables que han visto sus vidas devastadas por algunos de nosotros, aquellos que han abusado del poder y la confianza de que gozaban como discípulos tuyos. Reconocemos que estos abusos profanan la santidad de la otra persona y denigran nuestra propia vocación misionera. Como Congregación no hemos hecho lo suficiente para evitar que se produzcan estos abusos, porque hemos dado demasiada importancia a la intimidad y a la libertad; no hemos aplicado medidas estrictas en la admisión y formación de nuevos miembros de nuestra familia, y hemos dudado a la hora de corregir fraternalmente y con firmeza a los descarriados.
Como congregación, te pedimos perdón, Señor, por traicionar tu confianza, por no proteger a los pequeños con tu tierno amor. Imploramos tu toque sanador sobre las víctimas de abusos y sobre cada uno de nosotros, nuestras comunidades y la congregación. Concédenos gracia y fuerza para ser fieles a nuestra vocación misionera.
Tú que vives con el Padre y el Espíritu Santo, un solo Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Mathew Vattamattam, CMF
August 16, 2021
