«Abrámonos a la efusión del Espíritu en nuestros corazones y en el corazón de nuestra comunidad capitular»
Nemi, Italia. 15 de agosto de 2021. Amanece un día claro sobre el gran lago de Nemi y, con él, se inicia una nueva etapa en la rica historia de nuestra congregación. La providencia quiso que san Antonio María Claret escogiera un día mariano para dar comienzo a su grande obra; hoy, festividad de la Asunción de Nuestra Señora, una comunidad de setenta y ocho misioneros claretianos unimos nuestro espíritu en un empeño común desde todos los rincones de la tierra. En esta comunidad convocada por el Señor estamos representados todos los claretianos que, desde hoy mismo, nos embarcamos en el XXVI Capítulo General. Así ha quedado oficialmente declarado por nuestro actual Superior General, P. Mathew Vattamattam, que ha presidido la eucaristía inicial y la primera sesión capitular.
Nuestro carisma nos impulsa a recrear la experiencia de María, mujer llena de la gracia del Espíritu a cuyo Corazón Inmaculado queremos encomendar de forma renovada nuestra vida y misión. En medio de las tinieblas de este mundo nos abrimos como ella a una esperanza mayor: arraigados en la llamada de Dios podemos siempre ser audaces en la misión. También en estos tiempos marcados por la situación sanitaria y social generada por el Covid-19. Porque no caminamos solos: lo hacemos junto a Cristo, junto a María, junto a Claret, junto al resto de la Familia Claretiana, junto a todo el pueblo de Dios que peregrina en el mundo. Solo es necesario disponerse a la fuerza que viene de lo alto. Así nos lo ha recordado el Padre General, invitándonos al arraigo y la audacia que ha caracterizado a nuestra congregación desde sus inicios, hace ciento setenta y dos años y, muy singularmente, en las vidas de nuestros hermanos más entregados:
Nuestra razón de ser como claretianos sólo puede encontrarse en nuestra fidelidad al carisma y en su permanente actualización y renovación en las distintas épocas. Situémonos en el momento presente de nuestra historia para asumir la responsabilidad de vivir nuestro carisma hoy, sabiendo que las generaciones pasadas hicieron una buena carrera y nos legaron una gran herencia carismática. Ahora nos toca a nosotros estar a la altura de lo que estamos llamados a ser en un momento de profundos cambios y transmitir la luz de nuestro carisma a las generaciones venideras
[…] Nuestra Congregación nació en una época de crisis política y ha vivido a lo largo de su historia tiempos duros de persecución y hostilidad hacia la Iglesia y sus instituciones. Nuestros mártires soportaron la prueba anclados en el amor de Dios y siendo fieles a la Iglesia, al igual que nuestro Fundador permaneció arraigado en el Señor y proclamó el Evangelio con audacia. El arraigo y la audacia son componentes esenciales de nuestro carisma y hoy los necesitamos aún más.
Con el corazón abierto y la asamblea dispuesta, concluimos la jornada con la vista puesta en el hermoso lago que nos acompañará durante este tiempo. En otras orillas, no tan distintas, llamó el Señor a los primeros discípulos para convertirlos en sus amigos misioneros: amigos por arraigados, misioneros por audaces. Así sea en nosotros como fue en ellos. Y lleguen nuestras redes a todos los mares; nuestros pies, a todos los caminos. ¡Feliz y fecunda travesía capitular!
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