Bangalore, India. «Estaba deprimido y toda mi vida parecía muy negativa. Pero cuando me uní como voluntario al programa “Alimentos hasta la puerta de la casa” y empecé a repartir comida para los afectados por el COVID-19 en su casa, mi vida recobró su sentido y propósito», dijo Joemon Tomy al compartir su experiencia el pasado domingo con sus compañeros voluntarios y los organizadores de CoronaCare Bengaluru.
Con este y tantos otros testimonios —recogidos en la nota compartida por el padre George Kannathanam, misionero claretiano de la provincia de Bangalore, India— se reconoció la labor y se entregaron certificados a todas las personas que voluntariamente se unieron a la causa. Tanto el voluntario Joemon como el misionero claretiano forman parte de este programa que surgió durante un encuentro online en el mes de abril, 2021. En dicho encuentro se discutió qué se podía organizar para ayudar a la población de 10 millones de habitantes en la ciudad de Bengaluru, especialmente durante el periodo de confinamiento impuesto por las autoridades civiles debido a la pandemia.
«Hope Society», un proyecto de los Misioneros Claretianos de la provincia de Bangalore, unida a otras cinco organizaciones religiosas y civiles («BREADS» de los Salesianos, «ECHO» de los Norbertinos, «Orione Seva» de los Hijos de la Divina Providencia y las agencias AIFO y «The Good Quest Foundation») acordaron solidarizarse con los más necesitados a través del proyecto antes mencionado. El objetivo fue atender a los más vulnerables durante el confinamiento, sobre todo a quienes debían guardar cuarentena por haberse infectado de COVID-19 y se encontrasen sin nadie que los asistiese en su aislamiento.
Aún más, el proyecto involucró a otras personas que estaban por perder su fuente de ingresos económicos y, a la vez, se vieron beneficiadas. Este el caso de algunos propietarios de restaurantes que accedieron a recibir una pequeña remuneración a cambio de proveer diariamente un determinado número de porciones de alimentos.
Los voluntarios entregaban los alimentos a domicilio con la supervisión de las autoridades civiles y sanitarias de la ciudad. A diario aumentaba el número de solicitudes para atender a personas enfermas.
Después de cincuenta y cinco días de repartir alimentos a setenta mil personas, agradecemos a los más de sesenta voluntarios que arriesgaron su vida (organizadores, coordinadores, cocineros, repartidores, conductores y patrocinadores) para llevar «alimentos hasta la puerta de la casa» de los afectados por el COVID. Ha sido una experiencia de caridad, esperanza y solidaridad; todo un don de la Providencia de Dios Misericordioso.