EL AMOR LLEVA A AGRADAR
Ya el Dios del Antiguo Testamento es se presenta como el Dios amigo, el Dios esposo o el Dios Padre. Te invito hoy a leer el cap. 11 de Oseas y contemplemos allí la ternura de un Dios a quien, al pensar en su pueblo-hijo, “le da un vuelco el corazón y se le conmueven las entrañas”. También puedes ver Deuteronomio 32,5-6, donde se dice que “siendo Él tu padre y tu creador, el que te dio el ser… hijos degenerados se portaron mal con Él”. Ignoran mucho los que ven en Yahvé sólo al Dios del terror y de la ira.
Este aspecto paternal de Dios Jesús lo acentuó todavía más: le designa casi siempre como “el Padre” y le invoca con el diminutivo Abbá, que significa más bien “papá”, con un matiz especial de ternura. Los seguidores de Jesús participan en esa filiación, por eso Jesús los enseña a que oren a Dios llamándole “Padre” (recordemos el “Padre Nuestro”). Y esto se convirtió muy pronto en el normal uso eclesial; los gálatas, a pesar de hablar un idioma celta, y los romanos, que hablan latín o griego, invocan a Dios con la palabra Abbá (cf. Gal 4,6; Rm 8,15).
Claret se identificó muy pronto con esta espiritualidad filial. Hablando de su oración de niño, escribe: “¡con qué amor hablaba con el Señor, con mi buen Padre” (Aut 40). En aquella temprana edad comenzó a sentir vocación de apóstol para trabajar por la salvación de sus hermanos y para evitar los pecados, que son “injuria infinita a mi Dios, a mi buen Padre” (Aut 16).
La espiritualidad filial es relación de amor, cuya consecuencia es la obediencia. Jesús decía: “mi alimento es hacer la voluntad del que me envió” (Jn 4,34). Claret quiere imitarle en esa disponibilidad, y ora así: “Ay, Señor y Padre mío, no deseo más que conocer vuestra santísima voluntad para cumplirla, no quiero otra cosa más que amaros con todo fervor y serviros” (Aut 136).
¿Cómo es tu relación con Dios Padre? ¿Suscita en ti sentimientos de amor? ¿Ardes en deseos de agradarle, de que todo se haga según su voluntad?