EN LA FRAGUA DE MARÍA
Fiesta de la Visitación. Cercanía de la Fiesta del I. Corazón de María.
El P. Claret tuvo una especial devoción al Corazón de María; fundó las Hijas del Corazón de María o “Religiosas en sus casas” (hoy instituto secular) y los Misioneros Hijos del Corazón de María… Donde misionaba establecía la archicofradía del Corazón de María. En una iglesia de Vic puso un corazón a la imagen de la Virgen del Rosario. Parece que en él influyeron notablemente los «Annales de la Archicofradía del Corazón de María», que funcionaba en una importante iglesia de París.
Pero Claret a estos influjos externos les da siempre una impronta personal. Al hablar de “Corazón de María” intenta adentrarse en su interioridad, teniendo en cuenta el sentido bíblico de la palabra corazón y lo que nos dicen los evangelios respecto de María: “Ella conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19.51).
El corazón “bíblico” es la sede de toda la interioridad de una persona, también de su vida afectiva, por supuesto. Claret contempla al Corazón de María como una fragua, un lugar de amor ardiente. La ve como la que más ha amado a Jesús y más se ha identificado con su proyecto, apasionada por las cosas de Dios y preocupada por el prójimo (cf. las bodas de Caná); y no puede sino pedirle la participación en ese su fuego interior, para tomar con ese mismo “calor” las causas que a ella la cautivaron.
Claret no pierde de vista aquella expresión de Jesús “he venido a traer fuego a la tierra, y ojalá estuviera ya ardiendo” (Lc 12, 49). Pero hay una diferencia de significado; en Jesús eran palabras de “juicio” o de transformación apocalíptica del mundo y de la historia. En Claret significan un contagio generalizado de caridad, de amor a Dios y a los demás; y ve en María a aquella que puede encender así los corazones.